En rojo termina un año que ha sido muy negativo para la Bolsa, para los bonos y para las criptodivisas

El índice Ibex 35 ha cerrado esta última sesión de 2022 en 8.229 puntos, con una pérdida del 1,07 por ciento

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Fernando Mañueco

Publicado el - Actualizado

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El índice Ibex 35 termina el día en 8.229 puntos, con una pérdida del 1,07 por ciento. Ha pesado en los mercados el temor a un rebrote de los contagios por coronavirus en China y en el resto del mundo. La Bolsa ha perdido un 1,6 por ciento en el mes de diciembre, pero ha subido cerca de un 12 por ciento en el conjunto del cuarto trimestre del año. Pese a esta reacción, el ejercicio bursátil termina con una caída del 5,5 por ciento. Podría haber sido peor. Las mayores caídas en este 2022 hay que buscarlas en valores como Fluidra, laboratorios Rovi, Grifols, Inditex, las empresas acereras, IAG o Meliá. Por el contrario, han subido con fuerza Repsol, Iberdrola y los bancos, con ganancias anuales especialmente importantes en Caixabank, Sabadell, BBVA y Bankinter.

Peor han ido las cosas en otras plazas financieras. En Wall Street, el índice Dow Jones de valores industriales ha perdido este año un 9 por ciento, un 19 por ciento ha bajado el S&P 500 y más de un 30 por ciento ha caído el Nasdaq de empresas tecnológicas. En Europa, la Bolsa de Fráncfort ha perdido un 12 por ciento este año. Hoy la Bolsa de Londres ha cerrado antes de la hora habitual, lo que ha dificultado la llegada del dinero extranjero a las plazas europeas. El lunes día 2 de enero permanecerá cerrada la Bolsa londinense y tampoco abrirán los mercados de Estados Unidos, Japón y China.

El enfriamiento de la actividad económica mundial, la brutal escalada de la inflación, el drástico aumento de los tipos de interés, la guerra en Ucrania, la crisis de energética, el estrangulamiento de las cadenas de suministro y la menor pujanza de China justifican la debilidad de las Bolsas y los mercados de bonos en este año que da sus últimas boqueadas.

Ha sido mal año también para el mercado de deuda pública, lo que ha dejado pocos resquicios para los inversores y para los ahorradores. La rentabilidad de las obligaciones españolas a diez años, que se mueve en sentido inverso a su precio, ha pasado en 12 meses del 0,5 al 3,6 por ciento. El Banco Central Europeo reducirá sus compras de bonos en 2023 en 200.000 millones de euros, lo que presionará sobre el rendimiento de los principales activos y seguramente elevará la prima de riesgo de los países europeos más endeudados, como España o Italia. Además, como todavía no ha terminado de subir el precio del dinero, se va a encarecer notablemente la financiación de la deuda pública. Un deuda pública que no ha parado de crecer en los últimos años.

El precio del petróleo ha vivido este año una impresionante montaña rusa. El barril de crudo tipo Brent del Mar del Norte, el que se utiliza como referencia en Europa, se paga esta tarde a 84 dólares. A comienzos de noviembre rozaba los 100. Y llegó a 140 en marzo. En las criptodivisas la inestabilidad ha sido todavía más acusada. Hoy el Bitcoin cotiza a 16.500 dólares, cuando doce meses antes rondaba los 50.000.

El año termina, pero la actualidad económica no se detiene. El IPC adelantado del mes de diciembre ha sido agridulce. El crecimiento de la tasa anual de inflación se ha moderado al 5,8 por ciento, frente al 6,8 del mes de noviembre. En julio, nadie lo olvida, llegó al 10,8 por ciento, su nivel más alto desde el verano de 1984. El pero se encuentra en que no afloja la inflación subyacente, la que no tiene en cuenta ni los precios de la energía y los alimentos frescos, que son los elementos más volátiles. De hecho ha repuntado hasta un preocupante 6,9 por ciento.

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