ELECCIONES CATALUÑA
Ignacio Garriga, el odontólogo de confianza de Abascal para consolidar Vox en el Parlament
Roger Mateos
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Roger Mateos
"Yo a la política no vengo a estar toda la vida, lo considero como un tiempo de servicio, pero luego volveré a disfrutar de mi profesión", aseguró el odontólogo Ignacio Garriga a Redacción Médica en 2020, cuando ya era diputado en el Congreso y le quedaban cinco meses para lograr un escaño en el Parlament.
Licenciado en Odontología por la Universidad Internacional de Cataluña, tras dedicarse profesionalmente durante años a "arreglar dientes", Garriga se ha convertido, a sus 37 años, en uno de los escuderos de confianza del líder de Vox, Santiago Abascal, y en su ariete electoral en Cataluña.
Tal es esa confianza que, en octubre de 2020, Abascal le confió la misión de defender en el Congreso la moción de censura que presentó Vox contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Ya en 2015 su candidatura a la alcaldía de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) -lugar donde nació, en 1987- fue la primera que Vox presentó en Cataluña, junto a la de Barcelona.
Pese a su juventud, Garriga acumula una experiencia inaudita en procesos electorales: fracasó como alcaldable de Vox por Barcelona en 2019 después de haber triunfado un mes antes como cabeza de lista por Barcelona en las elecciones generales, en las que obtuvo escaño en el Congreso, y dio la campanada en 2021 al irrumpir en el Parlament con 11 diputados y liderar el cuarto grupo de la cámara.
Ahora, afronta las elecciones del 12 de mayo ante el reto de consolidar su fuerza en el Parlament, quedarse con parte del pastel de electores de Ciudadanos -al que las encuestas vaticinan su desaparición- y no dejarse comer terreno por un PP al alza.
A diferencia de los comicios anteriores, llega a la cita del 12M cargado de galones: además de secretario general, Garriga es también vicepresidente de su partido, ha sido el presidente del grupo de Vox en el Parlament durante esta legislatura y nada hace pensar que su retorno a la odontología esté cercano.
Aislamiento parlamentario
Los primeros tres años de Vox en el Parlament se han caracterizado por su aislamiento, ya que la mayoría parlamentaria ha establecido un cordón sanitario contra los "discursos de odio" de la extrema derecha.
En las sesiones de control al presidente de la Generalitat en el pleno del Parlament, las llamadas al orden a Garriga han sido una constante cada vez que vinculaba delincuencia e inmigración o lanzaba exabruptos contra una clase política catalana que ve "corrompida" y gangrenada por el "separatismo".
Garriga se defiende de quienes lo acusan de racismo señalando el color de su piel y reivindicando a su madre, de origen ecuatoguineano, que fue militante del PP en Sant Cugat.
Las críticas suelen llegarle por la izquierda y desde el independentismo, aunque en los últimos meses le han surgido dos frentes inesperados.
La diputada de Vox Isabel Lázaro, tras caer en desgracia dentro del partido, lo acusó de pagar con tarjetas del grupo parlamentario envíos de comida a domicilio a través de la aplicación Glovo, así como gastos de peluquería, tintorería, barbería, supermercados y heladerías, unas acusaciones que la dirección tacha de "calumnias".
Otra invectiva de la que recientemente salió a defenderse provino del periodista Federico Jiménez Losantos, que afirmó que "Dios no estuvo generoso y, a los Garriga, los hizo catalanes y negros", a lo que respondió él en un mensaje en X: "Unas palabras miserables y llenas de odio que reafirman el orgullo que siento por mi madre, por ser catalán y por estar luchando contra viento y marea por el futuro de mi tierra. Y aquí seguiremos, mal que le pese a este asqueroso racista, a los separatistas y a todos los que odian la libertad".
Del sector crítico de Nuevas Generaciones a Vox
Su carrera política empezó siguiendo los pasos de su madre: con 18 años, se afilió a las Nuevas Generaciones del PP en Cataluña.
En el PP lo recuerdan por haber formado parte del ala cercana a Montserrat Nebrera, que se postuló para dirigir a los populares catalanes en 2008, en un turbulento congreso del PPC en el que Alicia Sánchez-Camacho fue elegida presidenta por los pelos.
Tras abandonar el PPC y apoyar a Alternativa de Govern, el fugaz y fallido intento de Nebrera de volver a la primera línea política en 2010, Garriga pasó una travesía del desierto hasta entrar en Vox en 2015.
Católico practicante, en su tiempo libre le gusta estar con sus hijos -son cuatro y, para julio, espera el quinto- y su mujer, jugar a tenis con sus amigos, leer y animar a su equipo, el Espanyol.