Sánchez: la reconquista de un partido, un Gobierno y, ahora, un Parlamento

El líder socialista ha conseguido hacer buenos los sondeos previos al 28-A y arrasa en las elecciones generales con 123 diputados

Pedro Sánchez, la reconquista de un partido, un Gobierno y, ahora, un Parlamento

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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“Me he topado con un Pedro Sánchez diferente a diario”. Si fuese posible capturar las cavilaciones del PSOE sobre su líder, la frase quizá podría resumirlas de un golpe. Existen, en efecto, muchos “Pedros”. Un repaso de su álbum de fotos muestra a aquel que llegó a ser la apuesta del aparato para ganar las primarias de 2014. Quien rubricó el conocido como Pacto del Abrazo en 2016 con Albert Rivera. También fue el líder que emprendió un combate a muerte con Pablo Iglesias. Aquel además que repudió la abstención a Mariano Rajoy, ganó la guerra civil interna, puño en alto, a lomos de un giro a la izquierda.

El mismo Sánchez que acordó con Rajoy el despliegue del 155 en Cataluñalo desalojó del Poder a través de una moción de censura, buscó amontonarse con podemitas y secesionistas para quedarse a vivir en La Moncloa y, finalmente, ha emprendido una carrera a las urnas con guiños al centro perdido y que se ha solventado con una victoria heroica con 122 escaños. Sánchez ha sufrido tantas metamorfosis que, al final, nadie pueda decir exactamente cuál es el verdadero. “Capacidad de adaptarse a la cambiante realidad del terreno”, ensalza su entorno. Y sin embargo, en contra de lo que pueda creerse, el más que previsible presidente del Gobierno gusta jugar especialmente en ámbitos temporales amplios.

Pedro Sánchez pasa por establecer una distancia emocional hasta con cercanos en la que se siente cómodo. Así es, al menos, en público. Que se lo pregunten, si no, a leales sorprendidos por encontrar el afecto del jefe impreso negro sobre blanco en Manual de Resistencia, el intento de desempolvar el relato del ave fénix. Su corta pero desgarradora travesía por el desierto hacia la reconquista de la Secretaría General del PSOE sacó a la luz a un dirigente rocoso, versátil, y, desde luego, con instinto. Y eso que, a Sánchez, casi nada de lo realizado en la vida pública le ha salido a la primera. Pero, como él mismo destaca, es testarudo.

Hubo quienes infravaloraron esa capacidad de resilencia, que es una de sus características como persona. “Un político insumergible, de una flotabilidad especial”, según el mantra de un colaborador sobrevenido en esta última etapa en el Palacio de La Moncloa. “En él, - a ojos de sus detractores - lo único relevante es el Poder”. Varias veces ha conseguido vencer un destino en apariencia inevitable. En su historia política hay un antes y un después del 22 de mayo de 2017, cuando arrolló a Susana Díaz en las primarias del partido.

Pedro Sánchez parece haberse especializado en ejercer el poder al borde del abismo, pero resulta de igual manera un enemigo formidable en el uso de los resortes a su alcance para lograr sus fines. Siendo un reconocido amante del baloncesto, del Estudiantes, el candidato del PSOE despliega conceptos meridianamente claros en ataque en la, en teoría, cancha más ventajosa, beneficiándose de los errores del rival, de “las derechas, para sumar canastas”.

Sánchez ha superado ahora una nueva prueba de supervivencia: las generales del 28-A. Ha conseguido evitar pasar a la Historia como el presidente del Gobierno más fugaz de nuestra Democracia. Con 122 escaños en el Congreso de los Diputados logra el mejor resultado del partido desde Alfredo Pérez Rubalcaba en 2011. Ahora deberá aplicar su capacidad camaleónica para dejar atrás apodos internos como “Pedro el Guapo” o “Pedro el Breve” y lograr hacerse con el alias de “Pedro el Grande”.