Ciudadanos: un centrismo borroso

Si tuviéramos que situar en el espectro político a Ciudadanos, muchos se verían puestos en un brete. La mayor parte de los votantes de izquierdas lo han calificado como “la marca blanca del PP”. En los últimos meses, los más creativos entre las filas ‘progresistas’ le sitúan como parte del “trifachito”, que es la alianza que conforman la mayoría del cambio en el Parlamento de Andalucía, integrado por PP, Ciudadanos y Vox. Un rechazo que, en ocasiones, también suscita entre los votantes de la derecha, especialmente entre los simpatizantes de Vox, que se refieren a los naranjas despectivamente como los “afrancesados”.

Lo cierto es que desde el año 2015, la estrategia de Albert Rivera ha sido la de jugar al ratón y al gato a la hora de sellar los pactos de investidura: con el PSOE de Andalucía, con el PP en comunidades como Madrid, Castilla y León o La Rioja… y siempre bajo el pretexto de que apoyan la lista más votada.

Ciudadanos se mantuvo firme sin embargo en su rechazo a pactar con Podemos, al estar ideológicamente en las antípodas. Un rechazo que se ha extendido al PSOE de Pedro Sánchez, con quien las relaciones se han deteriorado tras su llegada a la presidencia del Gobierno, por su gestión con el conflicto catalán. De cara a los comicios del 28-A, Ciudadanos busca pescar votos entre los votantes de la izquierda y de la derecha. En el éxito o fracaso de esta operación estará el color político del próximo Gobierno de España.