El PP acusa al Gobierno de buscar un referéndum pactado y los socialistas le afean una nueva foto de Colón

Los indultos a los presos del procés vuelven a centrar la sesión de control. El Gobierno sigue sin dar una respuesta clara

Juan Andrés Rubert

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Apuraban los diputados fumadores en el patio del Congreso los últimos cigarrillos antes de la sesión de control, con el humo dispersado a la misma velocidad que el avión de Pedro Sánchez de camino a Argentina. Poca expectación, miradas con la misma expresión que el gris asfalto que pisaban. Se suele decir que la ausencia del presidente Gobierno en el examen semanal de la Cámara Baja provoca que se pierda todo el interés mediático. Pero ni sus señorías parecían acudir con entusiasmo a la cita.

Hasta el tema estrella de las últimas semanas, también del año, se ha diluido un poco, o esa era la sensación. Quizá sea por su asimilación, o por resignación generalizada, aunque no se haya rebajado en exceso la intensidad parlamentaria. Unos destellos que han tenido su impacto entre la vicepresidenta primera, aislada entre butacas y la distancia de seguridad, y la portavoz del PP en el Congreso. Carmen Calvo recurría a la manida foto de Colón para reprimir a Cuca Gamarra por su pregunta sobre la medida de gracia a los presos independentistas. Y, de paso, no ha aclarado tampoco la actuación del Ejecutivo con los indultos, pero ha defendido que intentan resolver "de manera constitucional y digna" el "desastre" que, dice, heredaron del PP y ha pedido a los de Casado un poco de "calma".

Gamarra embestía con fuerza: "La carta que tanto les ha aliviado lo que ha hecho es inquietar todavía más a millones de catalanes y españoles que vemos preocupados cómo lo que pretende es pasar de un referéndum ilegal a un referéndum pactado al margen de la constitución". La portavoz popular le ha recriminado la misiva en la que el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, renuncia a la vía unilateral.

Y la silla presidencial vacía, una vez más. Ya van unas cuantas en lo que llevamos de legislatura. El referéndum pactado que ahora pide Esquerra no es para el PP ninguna novedad, si no una "coartada", mientras que los indultos "nada tienen que ver con la convivencia" y van a conseguir "que los condenados vuelvan a delinquir".

Buscaba Calvo, mientras tanto, seguir por el pitón de la "segunda parte" de la foto de Colón, en alusión a la manifestación contra los indultos que el próximo domingo unirá en la madrileña plaza de Colón al PP, Vox y Ciudadanos. Le solicitaba a Casado que, en vez de preocuparse por los militantes socialistas, lo hiciera por los compañeros del PP que no posarán con él en Colón. No acudirán barones populares como Alberto Núñez Feijóo, Juanma Moreno Bonilla o Alfonso Fernández Mañueco.

Les señalaba con el dedo acusador de ir detrás de forma obediente con Vox. La vicepresidenta del Gobierno ha apuntado, además, que España no necesita a la ultraderecha porque ya tiene al PP. Ha pedido a los populares que, en su recogida de firmas contra los indultos, "miren a la cara" a los catalanes, independentistas y no independentistas, y les digan que tienen una "salida".

Después de la confrontación con el PP, llegaba el turno de Vox. Su portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, ha afirmado que el Ejecutivo va en contra de los intereses de todos los españoles y solo busca el interés particular de Pedro Sánchez. Su frase más contundente: "Que le permite pactar hasta con el diablo, con Bildu". Ha lamentado, por otro lado, que hayan acercado a los presos más sanguinarios "para ir liberándolos poco a poco".

Calvo ha conminado a Vox a que diga a "quién y cuándo" se ha indultado a asesinos y le ha pedido que "deje de mentir y de inquietar a los españoles". La vicepresidenta le ha reprochado que sea Vox el partido que "se pone a tres metros" en las pancartas de las familias de las mujeres asesinadas "que de ellos no se siente compatriotas" y ha lamentado que "no se les caiga la cara de vergüenza".

En cuanto a la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, esta le ha reprochado al diputado y secretario general del PP, Teodoro García Egea, el "daño" que ha causado la reforma laboral que solo ha servido, ha dicho, para "destruir" empleo y "precarizar". Preguntada sobre si iba o no a derogar la reforma laboral, Díaz ha insistido en que se "derogará lo que tenga que derogar" para construir un nuevo marco de relaciones laborales. Le ha reprochado al secretario general del PP que, sorpresa, "lo que le sale caro a España es la corrupción" de su partido.

Más tarde, dejaba caer el peso sobre su mano derecha la ministra Díaz, cansada quizá de las interpelaciones o con ganas de salir del Congreso lo antes posible, a pesar de su largo rato de estancia en el patio con los periodistas al término de sus intervenciones. No se puede decir lo mismo del resto de ministros, que han desaparecido en cuanto han salido del hemiciclo. Ni Calvo, ni Teresa Ribera, ni Fernando Grande-Marlaska, acaso ha estado un rato más la ministra de Defensa, Margarita Robles, que hasta ha mantenido una cordial conversación con Olona.

Decía la diputada de Vox, ante cierta sorpresa por parte de algunos diputados, que la reforma laboral del PP es, según Olona, la que le permite codearse con las élites económicas e ir del brazo del presidente de Cepyme, Antonio Garamendi. Aplaude García Egea a lo dicho por Macarena Olona, en uno de los curiosos gestos de reconocimiento entre ambas formaciones. Y Yolanda Díaz por momentos prestaba más rato a su teléfono móvil que a lo que le reprochaban.

El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, también ha tirado una larga cambiada y, como Calvo, ha evitado confirmar la posición que finalmente adoptará el Gobierno en relación con los indultos. Ha llegado a ser calificado por el diputado del PP Luis Santamaría de "arquitecto institucional de la mayor traición al pueblo español". Además, le ha espetado que prefiere "apoyar a los delincuentes y no al Tribunal Supremo".

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, continuaba por la misma línea. Le ha acusado al Gobierno de no tener "ni palabra ni principios". Señalaba que el Ejecutivo prometía a los españoles una cosa en campaña electoral para conseguir sus votos y, después, volcarse en favor de los secesionistas para mantener su apoyo en el Congreso y seguir en el poder.

El gran protagonista de todo este asunto, y también el gran ausente, ya se encuentra en Argentina y quizá dé alguna pincelada más sobre el asunto, que todo el mundo asume en el Gobierno, pero nadie cristaliza.