El juez como tercer padre

Muchos padres no son conscientes del sufrimiento de sus hijos por sus disputas. Los problemas deben solventarlos los padres, a través de abogados o con otras alternativas

Patricia Rosety, jefa de Tribunales de COPE

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No es lo más lógico que un juez tenga que decidir sobre la elección del colegio o sobre las actividades extraescolares de un menor porque sus padres, divorciados, no se pongan de acuerdo. No es bueno para nadie, y menos para el menor, manifiestan a COPE varios abogados de familia. “Aunque el procedimiento para estas cuestiones es más breve que en uno ordinario se tarda algo más de un año en resolver por el colapso de la justicia”, nos dice Lola López Muelas, presidenta de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA). Y mientras no hay resolución no se puede hacer nada. Todo se queda parado.

Las controversias más habituales están en la elección del colegio (26%), las actividades y gastos extraescolares (21%), los tratamientos psicológicos (19%), los asuntos de salud física (10%) o los aspectos religiosos, como la Primera Comunión (7%), según datos del Observatorio del Derecho de Familia. Para todo esto es necesario el consentimiento de los padres. Los dos tienen la patria potestad al margen de quien reciba la guarda y custodia.

López Muelas insiste en que estos problemas deben solventarlos los propios padres, bien a través de sus abogados. Hay alternativas para conciliar como la mediación, la negociación colaborativa o el coordinador parental antes de acudir al juez. Pueden ayudar mucho. Y además, se gana tiempo y se ahorra dinero. Y el niño no sufre. Cuenta casos de tratamiento psicológico necesario, clases de apoyo, o viajes de estudios, todo recomendado por los tutores, en los que los niños se han quedado sin ello porque no había acuerdo y la respuesta de la justicia llegó tarde. Sólo el 44% busca una solución extrajudicial.

A veces hay falta de respeto, incluso odio

Paloma Abad-Tejerina, presidenta de la Asociación Madrileña de Abogados de Familia e Infancia (AMAFI) cuenta a COPE la lucha de una madre en un caso terrible. Se trata de un niño de cinco años, hijo de padres divorciados, que sufría fuertes dolores de cabeza, tan fuertes que se caía al suelo. La solución era una operación de cabeza. El padre se oponía. El médico le pedía permiso por videollamada, pero él exigía una explicación en persona. Nunca fue a ver al médico y no quedó otro remedio que ir a juicio. En plena vista dio el consentimiento. El niño superó la operación, pero sigue con problemas de salud. Los conflictos entre los padres continúan. Abad-Tejerina dice que es una pena que “el juez tenga que decidir como si fuese un tercer padre”.

Cuando alguno de los progenitores dice no por sistema, se le atribuye al otro el poder durante dos años para tomar decisiones, en especial en lo relacionado con la educación. A veces, hay falta de respeto, pero otras muchas hay odio, dice López Muelas. Hay relaciones muy enconadas y no se ponen de acuerdo en nada, absolutamente en nada. Y no son conscientes del sufrimiento del hijo, sufren mucho, sufren las consecuencias de la violencia y enemistad de los padres. Son los primeros afectados.

Las dos abogadas, López Muelas y Abad Tejerina, sugieren a los padres que intenten conciliar, que intenten sentarse, que dialoguen, y si no son capaces que lo hagan a través de su abogado, que piensen en sus hijos. Las consecuencias de sus decisiones son muy importantes para la evolución de los hijos, de su desarrollo emocional... les pueden causar mucho daño.