Los ‘Pegasus’ de estar por casa: leer las conversaciones privadas de tus hijos o geolocalizarlos es delito

La intromisión en su intimidad sólo está amparada legalmente en ciertos casos como, por ejemplo, cuando pueda estar siendo víctima de un delito o cometiendo una ilegalidad

David G. Triadó

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Esta semana Moncloa hizo público que el programa Pegasus habría sido usado para espiar el móvil del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la ministra de Defensa, Margarita Robles, así como el del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Estos miembros del Ejecutivo se suman a las decenas de figuras destacadas del independentismo catalán que también habrían sido espiadas con este ya popular sistema, según una información del medio estadounidense The New Yorker con datos proporcionados por The Citizen Lab, un laboratorio de la Universidad de Toronto.

Pegasus se sirve de vulnerabilidades todavía desconocidas para infiltrarse en el móvil de su objetivo y obtener información privada. Eso implica que tenga un alto coste y que su utilización no pueda ser generalizada, ya que, de ser así, los agujeros de seguridad serían revelados y, en consecuencia, parcheados. El programa, desarrollado por la empresa israelí NSO Group, solamente estaría al alcance de los estados y resulta altamente improbable que los dispositivos de ciudadanos corrientes puedan estar infectados con el sistema. No obstante, el espionaje móvil es un fenómeno que también se da a escala doméstica, especialmente entre cónyuges y entre padres e hijos.

Los ‘Pegasus’ domésticos: así se espía a pequeña escala

El uso de los teléfonos móviles por parte de menores provoca más de un quebradero de cabeza en los padres, pero también les ofrece posibilidades de control. Iván Mateos, ingeniero preventa de Sophos y experto en ciberseguridad, recomienda que se evite que los menores puedan acceder a determinados sitios web y usar determinadas aplicaciones, y que se establezcan límites en el tiempo que puedan utilizar el terminal y en el consumo de datos móviles. Asimismo, tanto el niño como el adulto pueden ser víctimas de estafas por mensajería: “Te puede llegar un SMS, un mensaje de Whatsapp o un e-mail, pinchas en un enlace y te lleva a una web que es fraudulenta, que te intenta robar datos o que trata que hagas un pago”, según el ingeniero.

En el caso de los menores, Mateos aboga por la instalación de un antivirus en el móvil y de aplicaciones de control parental, que permiten a los progenitores restringir el uso o determinadas funcionalidades del aparato. Además, los smartphones sirven a los padres para poder conocer en todo momento dónde se encuentran sus vástagos gracias a aplicaciones que les facilitan su geolocalización, como Google Family en el caso de Android o el propio localizador del móvil en iOS.

“No es legal hacer una intromisión ilegítima en los derechos fundamentales del menor”

Sin embargo, la geolocalización de los hijos por parte de sus progenitores, a pesar de tratarse de una práctica relativamente común, presenta serios problemas en cuanto a su legalidad, de igual modo que la lectura de sus mensajes privados. Álvaro Gómez, doctor en derecho, abogado de AGR Abogados y experto en delitos informáticos, explica que “los menores, conforme a la Ley de Protección del Menor, ostentan los derecho a la intimidad y al secreto de las comunicaciones y no es legal hacer una intromisión ilegítima en sus derechos fundamentales”. No obstante, el abogado matiza que en ciertas ocasiones sí se permite conculcar estos derechos de los niños sin que implique la comisión de un delito: “Los padres y tutores tienen la obligación de velar por el uso responsable de la tecnología por parte de los menores. Asimismo, estos pueden ser, por un lado, víctimas de delitos, pero también pueden ser autores de ellos, y los progenitores son responsables civilmente de los delitos que pudieran cometer sus hijos”.

Se trata de un delito de revelación de secretos

De violar la intimidad de sus vástagos, los padres estarían incurriendo en un delito de revelación de secretos, que tiene asociada una pena de cárcel que oscila entre uno y cuatro años de prisión. De igual forma, “si esas conversaciones fueran aportadas en un procedimiento judicial, serían nulas al tratarse de una prueba ilícita por violación de derechos fundamentales”, según Gómez.

Sí sería legal esa intromisión en su intimidad si los menores hubiesen prestado su consentimiento, aunque el experto en delitos informáticos aconseja que se acuerde por escrito. El abogado también indica que es lícita la instalación de aplicaciones de control parental, ya que no suponen una injerencia en la privacidad del niño sino simplemente una restricción en el acceso a determinados contenidos o en el uso del terminal.

“Si no hay autorización para acceder a una comunicación, se incurre en delito aun teniendo las contraseñas”

Huelga apuntar que, en el ámbito de la pareja, también se perpetra un delito de revelación de secretos si se monitoriza sin consentimiento su localización o se leen sus mensajes privados. Incluso en el supuesto de que hubiesen compartido en algún momento la contraseña del correo electrónico o de la cuenta de una red social con la pareja, se podría cometer esa infracción penal: “Si no hay autorización para acceder a una comunicación, se incurre en delito aun teniendo las contraseñas”, asegura Gómez.

Es más, una práctica tan común como reenviar un audio, una fotografía o un vídeo que nos han enviado a nosotros de forma privada puede ser ilegal si se dan determinadas condiciones, según el abogado: “Dependerá de su contenido; si afecta a la intimidad y no hay autorización para transmitirlo a terceros, estaríamos incurriendo en un delito”.

Aplicaciones legales para cometer ilegalidades

Mateos cuenta que existen aplicaciones que, además de geolocalizarte, “te pueden activar el micrófono, la cámara, tomar capturas de pantalla, volcar el historial de navegación o leer tus conversaciones de WhatsApp”. Además, están presentes en las tiendas oficiales de aplicaciones, ya que no son ilegales, sino que depende del uso que se haga de ellas. De hecho, en ocasiones se emplean de manera ilícita en el ámbito de la pareja.

Para evitarlo, el especialista en ciberseguridad recomienda instalar un antivirus en el móvil. “Estas aplicaciones tienen normalmente la facultad de poder ocultarse en el menú para que no veas el icono, o tienen uno que no es identificable, como uno de ajustes o de otra aplicación que a ti te pasa desapercibido”, expone el ingeniero. Su recomendación es prestar atención a ciertas señales, como que se caliente el móvil, que dure muy poco la batería, que se abran ventanas al navegar o que aparezcan iconos de aplicaciones extrañas.

El experto también aconseja tener más de un sistema de seguridad: además del bloqueo de pantalla con la huella dactilar, con PIN o con patrón, sugiere establecer otro código para las aplicaciones cuya información queremos proteger, como, por ejemplo, las de mensajería, las bancarias o la de correo electrónico. Asimismo, como las aplicaciones de chat como Whatsapp o Telegram son multiplataforma y se pueden instalar también en ordenadores, sería conveniente revisar regularmente los dispositivos en los que está abierta nuestra sesión y cerrar todas aquellas que no utilicemos o no logremos identificar.