Natalia Velilla: "No existiría el interés de los políticos en el CGPJ si no hubiera jueces que les hacen caso"
La magistrada presenta el libro 'Así funciona la Justicia', donde va de charco en charco explicando "las verdades y mentiras de la justicia española"
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"Toda historia tiene, al menos, dos versiones”. Así se presenta la magistrada Natalia Velilla en su cuenta de Twitter, red social de la que podría ser su “madre jurídica”. Seguida por miles de personas, tanto explica los entresijos de una sentencia como da a conocer la lista de los mejores vinos por menos de diez euros. Porque como dice, los jueces solo lo son cuando se ponen la toga, el resto del tiempo son personas hechas de carne y hueso. 'Así funciona la Justicia' (Arpa) es su primer libro. Vio la luz en marzo de este año y su segunda edición ya está en el horno.
Pregunta (P): En el libro habla de la soledad del juez, pero cuando un estudiante de Derecho decide comenzar la oposición es probable que nadie le haya explicado en qué consiste. ¿Qué le diría tanto a los que están de prácticas en la Escuela Judicial como los que se encuentran estudiando la oposición?
Respuesta (R): La soledad del juez es algo con lo que se vive todos los días y siempre hay un caso que te hace sentir esa soledad, aunque lleves 17 años ejerciendo como llevo yo. Es ese momento en el que te das cuenta de que tienes la decisión sobre la vida de alguien, bien sea un pleito matrimonial, un pleito laboral, un tema económico o cuestiones relacionadas con la privación de libertad. La única persona que puede decidir ese tema eres tú y tú solo y todos los demás que han intervenido hasta ese momento, como el Ministerio Fiscal, tienen su función, que ya la han cumplido, pero quien tiene que decidir eres tú. Es algo con lo que se tiene que vivir, es una responsabilidad grande, la acabas interiorizando, pero hay veces que todavía cuesta. Es la grandeza también del trabajo de juez: saber que tienes que tomar una decisión en Derecho y vas a estar solo.
P: En el libro también cuenta que la justicia le molesta a los políticos por ser la que los investiga. Pero la sociedad muchas veces prejuzga las resoluciones en función de si las dicta un magistrado "conservador" o "progresista". ¿Qué responsabilidad tienen en esto jueces, partidos y periodistas?
R: Creo que vivimos en una sociedad ahora mismo en la que todo está politizado. No se concibe una vida pública de nadie, de un actor, de un bailarín o de un empresario, sin ponerle detrás un apellido político. La politización es tan grande en la sociedad actual que nadie se imagina que pueden existir servidores públicos o gente en general, ciudadanos, que realizan su función con la única vocación de hacerlo bien y de cumplir con su responsabilidad. Es difícil luchar contra una tendencia que existe, ya no solo en los jueces, sino en todos los profesionales. Es complicado separar la ideología de la calificación de una persona.
¿Tenemos culpa los jueces? Tenemos la culpa en el sentido de que quizás no hemos sabido a lo largo de los años plantar cara a una creciente invasión de la política en la justicia a través de los nombramientos de los vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Hemos sido demasiado permisivos, quizás, con determinadas conductas o no hemos alzado la voz lo suficientemente para señalar a aquellos compañeros que forman parte de este juego político porque no podemos obviar un hecho clarísimo: no existiría este interés de los políticos en la justicia si no hubiera jueces que respondieran a ese interés. Esto es algo que se suele silenciar cuando se habla de estas cuestiones, pero es de sentido común. ¿Qué interés tendría el PSOE o el PP de intervenir en la justicia si no hubiera jueces que les hacen caso? Si todos fuésemos absolutamente independientes del todo, no tendrían ningún interés en nosotros.
P: ¿Cómo debe ser la renovación del CGPJ?
R: La renovación actualmente no puede ser de otra manera que con la ley que hay, lo cual estamos rechazando. Dudo mucho que con este Gobierno que precisamente ha tratado de impulsar una reforma de la ley orgánica para aprobar los nombramientos de los vocales por mayoría simple en vez de mayoría de 3/5, que ha sido paralizada a requerimiento de Europa, se vaya a presentar una reforma en la cual 12 de los 20 vocales sean elegidos por los jueces. Este es el mandato constitucional, el legislador constituyente así lo previó, la propia Unión Europea lo ha manifestado en múltiples ocasiones a España, haciéndole notar que no puede seguir así este nombramiento de los vocales a través únicamente de las Cortes Generales. Somos el único país con Polonia que elegimos a todos los vocales por parte de los dos partidos políticos fundamentales. Lo que queremos es el mandato de Europa y lo que sucede en todos los países de nuestro entorno. No decimos nada que no exista en otros países a los que queremos parecernos en muchas cosas, que es elegir a 12 de los 20 vocales por parte de los jueces. Los otros ocho sí que deben ser elegidos cuatro por el Congreso y cuatro por el Senado.
P: Al mismo tiempo que los vocales del CGPJ son avalados por los partidos o saltan del CGPJ a la política, a ustedes les piden "prudencia" en redes como Twitter cuando expresan sus opiniones para no comprometer la independencia judicial. ¿Los jueces deben tener su libertad de expresión mermada?
R: Quisiera romper aquí una lanza por el CGPJ. El CGPJ no dice nada, sino la Comisión de Ética Judicial, que está formada por jueces nombrados por jueces, y se trata de dictámenes totalmente orientativos, no son de obligado cumplimiento. Esto existe en otros países de la Unión y de Iberoamérica. Se trata de determinadas normas de conducta, pero que son meramente programáticas. Creo que no existe una merma de los derechos fundamentales de los jueces más allá de los previstos en la ley, que es la prohibición del derecho de sindicación y de pertenencia a partidos políticos. El resto de derechos fundamentales está totalmente preservado como los de cualquier otro ciudadano. Esto no significa que no debamos conducirnos con prudencia. Es una cuestión más de sentido común y de deontología profesional que legal. Puedo decir lo que quiera en redes sociales, pero no sé qué imagen de independencia o de confianza en la institución de la justicia tendría que yo me pusiese a insultar a alguien en redes sociales o decir cosas fuera de lugar. En ese sentido los jueces tenemos la responsabilidad de trasladar a los ciudadanos una imagen que engrandezca la institución a la que pertenecemos.
P: Usted, como otros compañeros que cita en el libro, dio el salto a Twitter para explicar el contenido de las resoluciones judiciales a los ciudadanos. ¿Se debe mejorar la función comunicativa del CGPJ para explicarles mejor las resoluciones, especialmente cuando se trata de casos polémicos?
R: El CGPJ ya va tarde, no es que lo deba hacer, es que debió hacerlo hace mucho tiempo. El CGPJ está todavía en los años 90 y la sociedad está en 2021. No puede esperar a acometer una política de comunicación moderna cuando esté todo acabado. Como nadie explica nada, el CGPJ es un poder opaco porque nadie conoce lo que pasa en el Poder Judicial. Los jueces ponemos sentencias, no estamos saliendo en los medios a explicar nuestras sentencias. Ese vacío informativo en una sociedad que necesita información por todas partes lo llenan o bien gente que no sabe de lo que está hablando, a lo mejor en tertulias televisivas, o influencers, pero sin formación periodística, y en el mejor de los casos periodistas de tribunales, que por lo menos saben de lo que están hablando. Pero esto no suele suceder. Al final se va alimentando una bola de nieve de desinformación acerca de la justicia hasta el punto de que se están dando como irrefutables determinadas afirmaciones sobre la justicia que no existen, que son mentira. El CGPJ tendría que acometer una política de comunicación, pero ya va tarde.
P: En el libro afirma que el Ministerio de Justicia en España sobra...
R: Hace cuatro años que estoy en la directiva de una asociación judicial y he conocido tres gabinetes ministeriales. No conozco ninguna iniciativa que haya llegado a buen puerto. Hay muchos proyectos y tiene mucha intención ahora el Ministerio de Justicia de aprobar una serie de proyectos, no dudo de que se acaben incluso aprobando. El problema es que el ministro de Justicia está atado de pies y manos, no tiene presupuesto y siempre es el último mono en los Presupuestos Generales del Estado. No hay comunicación siquiera entre el Ministerio de Hacienda y el de Justicia. Puedes hacer leyes muy bien intencionadas, como la ley del estatuto de la víctima, pero que no tengan una dotación presupuestaria. ¿De qué me sirve saber cómo se tendrían que hacer las cosas si a los juzgados no se les dota de medios para hacerlo como dice la ley? Al final se convierte en una especie de trampantojo político porque parece que está, pero no sirve para nada. Al final tiene que pasar todo por Hacienda. Es el presidente del Gobierno quien decide a donde va el dinero, y nunca va a Justicia. Por tanto, sobra el Ministerio de Justicia.
P: A pesar de que más de la mitad de los jueces son mujeres, critica que España es el tercer país por la cola de Europa con el menor número de mujeres en los altos tribunales. En el libro pone en el centro de esta situación el “compadreo” y “la caña de los viernes”...
R: Es una manera de simplificar la idea de que el poder sigue siendo masculino, algo que se lleva a cabo en pequeños círculos de poder: en reuniones, en cursos de formación, en comidas, en encuentros... Al final se acaban nombrando entre sí. No es algo deliberado, no creo que lo hagan por no nombrar a mujeres. Creo que ni siquiera se piensa. Es una cuestión de que se sigue funcionando en Justicia como se funcionaba en los años 90. La justicia está retrasada 30 años en muchísimos aspectos. Al final, algo que en los años 90 era bastante habitual, ahora se ve con espanto en otros sectores. Sin embargo, en Justicia se sigue produciendo. Es uno de los elementos, no es el único. Pero no se explicaría por qué España junto con la República Checa y Malta son los países de la Unión Europea con menos mujeres en la cúpula judicial cuando España es un país igualitario. Defiendo que España no es un país machista, tenemos un Poder Legislativo y un Poder Ejecutivo igualitario, por qué entonces siendo un país igualitario en esta cuestión estamos a la cola de Europa. Mi idea es que no se debe a las cargas familiares porque esto se produciría en otros países. Si fuera porque las mujeres nos quedamos al cuidado de los hijos pasaría en Francia, en Alemania, en Austria...
P: "Rendirse es una palabra prohibida, detrás de todos mis éxitos estás tú", le dice a su marido en los agradecimientos de su libro. ¿Cómo debe ser la conciliación para que las mujeres puedan desarrollar su carrera en igualdad de condiciones que los hombres?
R: Hay una parte que es personal, que es elegir a la pareja correcta, que es una cuestión de suerte. Es importante tener una pareja que comparta contigo la responsabilidad familiar, no que seas tú la única persona que se ocupa de las cosas, que te apoye y trate de potenciarte. Pero es una parte que no podemos controlar. Lo que sí podemos controlar es que desde los poderes públicos se empiece a valorar lo que es la maternidad y la progenitura para dotar de capital humano a un país, de futuros contribuyentes, de futuros cotizantes... Si seguimos dejando la maternidad y la paternidad en manos de particulares, dejándolos a su suerte, estamos potenciando la desigualdad porque las mujeres somos las que tenemos los hijos y esto te acaba atando. En España se penaliza la maternidad. A todo el mundo se le llena la boca siendo muy feminista, pero luego llega el confinamiento y nadie piensa en quién se ocupa de los niños. Hay personas que han tenido que dejar su trabajo para ocuparse de los niños en el confinamiento, mayoritariamente mujeres, además.
Natalia Velilla es magistrada especializada en Familia y miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Jueces y Magistrados Francisco de Vitoria.