Novedades en la desaparición de Antonio Anglés: Una foto perdida y la llamada que ha reabierto el caso

El caso se mantiene abierto hasta 2029, el reloj sigue corriendo y cualquier hallazgo puede resolver el misterio más grande de la Justicia española, el asesinato de Alcasser

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Alex García

Publicado el - Actualizado

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29 años. Prácticamente tres décadas. Ese es el tiempo que ha pasado desde que se perpetrara uno de los crímenes más duros y terroríficos que recuerda la historia de nuestro país. Míriam García, Desiré Hernández y Antonia Gómez, adolescentes de unos quince años de edad, y vecinas de la localidad valenciana de Alcàsser; se disponían a disfrutar de una fiesta junto a sus compañeros de instituto en una discoteca.

El trayecto hasta llegar al lugar de la fiesta no llevaría más de media hora caminando, así que las tres adolescentes se dispusieron a ir paso a poso a la discoteca Coolor. Las niñas hicieron autostop y junto a ellas se detuvo un Opel Corsa de color blanco, en el que había dos jóvenes de en torno a 25 años. Los tipos accedieron a llevarlas, pero el camino no fue el esperado.

Antonio Anglès y Miguel Ricart eran las personas que les abrieron las puertas del vehículo, ambos con antecedentes, y quienes dirigieron el camino hacia uno de los parajes que esconde la Comunidad Valenciana. Un lugar alejado y remoto, poco frecuentado, y donde Anglès tenía una cabaña de la que se había apropiado y se refugiaba de la policía, ya que se encontraba en busca y captura.

Los perpetradores metieron contra su voluntad a las niñas en esa cabaña. Las ataron a un poste entre gritos de dolor y llantos heladores. Fueron torturadas, violadas, castigadas y utilizadas tanto como quiso la pareja de criminales. Magulladas, doloridas y presuponiendo el infausto y catastrófico final, respondían a las órdenes de sus captores mientras se dirigían a una fosa. A un triste agujero.

Una vez allí, Antonio Anglès y Miguel Ricart, utilizaron un arma, posteriormente desaparecida, para asesinar de un disparo en la cabeza a cada una de ellas. Una a una, sin remordimientos. Los cadáveres de Míriam, Desiré y Antonia fueron depositados uno encima del otro, apilados en la fosa, con la intención de ocultarlos y hacer desaparecer las pruebas.

Meses después, dos apicultores que cuidaban de sus colmenas, localizaron restos humanos en un lugar próximo a su zona de trabajo. Automáticamente alertaron a las autoridades y comenzó la investigación sin resolver más grande que se recuerda en España

Es la crónica de un suceso sangriento, sin pudor, que rodeó de llanto, tristeza y luto a la población de Alcàsser. Casi treinta años después, aquellas adolescentes siguen presentes para todos, y también para la policía, que no cesa en la intención de resolver este crimen negro manchado de sangre de adolescentes. Sangre de niñas.

El caso solamente tuvo un culpable, Miquel Ricart. A día de hoy, tiene 52 años. Fue condenado a 170 años de cárcel por la captación, tortura y asesinato de las tres jóvenes. Desde 2013 está en la calle, liberado tras la suspensión de la Doctrina Parot. No se sabe donde está, pero a día de hoy defiende su inocencia.

El otro hombre señalado por la justicia es Antonio Anglès, cuyo rastro se dejó de conocer en marzo de 1993, dos meses después de que se hallaran los cuerpos de Míriam, Desiré y Antonia. Las teorías y conspiraciones se acumulan aún hoy en día, pero nadie sabe dónde está.

¿Dónde está Antonio Anglès?

La capacidad principal de un asesino y criminal reincidente es la de contar con la aptitud y el instinto de un escapista, y esto es algo que dominó desde sus comienzos como fugitivo. Cambios de identidad, de aspecto y secretismo excepcional; estas fueron las tácticas empleadas por Anglès para conseguir su objetivo, escapar de la Justicia española.

Dentro de las numerosas pesquisas hay varias, aunque la más poderosa, teorizada por la Guardia Civil, habla de que el criminal falleció mientras huía a Berlín. Anglès se habría colado en un barco mercante, el City of Plymouth. Fue en ese lugar donde se perdió su paradero.

Entran en juego dos aspectos clave. El primero, el hallazgo de una fotografía realizada por miembros de la tripulación del buque cuando lo localizaron. Esa foto nunca se encontró, pero en ese momento el asesino fue encerrado en un camarote. Del mismo modo, apuntan las autoridades británicas que estaba empleando una identidad alternativa, la de un ciudadano portugués fallecido, con la que hizo una llamada telefónica cuando iba a bordo, una conferencia que se pretende investigar.

Al llegar al puerto de Dublín, un elenco de autoridades aguardaba para detener al polizonte, pero al llegar al camarote descubrieron que Antonio Anglès no estaba allí. Había desaparecido. Desde ese momento nadie sabe donde está, se ha esfumado, ha desaparecido.

Vivo o muerto, su ficha continúa sumando años en los archivos de la Interpol, tratando de solventar las dudas y resolver las preguntas que todavía hoy, casi treinta años después, inunda los pensamientos de la gente cabal y de sentido común... ¿Por qué? Todo en un caso que se cerrará en el año 2029.