“La otra pandemia”, de la fatiga a la enfermedad mental

Los problemas psicológicos que está desarrollando la pandemia, están generando desbordamientos en las consultas psicológicas

Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

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De la fatiga pandémica a la enfermedad mental. El enorme impacto que para nuestro bienestar psicológico y emocional han tenido, tienen y tendrán los casi dos años vividos desde la irrupción del COVID-19 es tan incuestionable y real que, tanto los organismos internacionales como los expertos consultados por COPE, se refieren a este problema como “la otra pandemia”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que en 2030 la salud mental sea la primera causa de enfermedad en el mundo. Además, y, según el último del Foro Económico Mundial, es el sexto riesgo global para 2022 por orden de importancia. Previsiones que, según explica a COPE Arantxa Duque, Doctora en Neurociencias y directora del Grado de Psicología de la Universidad Internacional de Valencia, “dan cuenta del deterioro de la salud mental desde el inicio de la pandemia”.

De hecho y según la OCDE, en países europeos de nuestro entorno como Francia, Holanda, Reino Unido o Bélgica los niveles de depresión y de ansiedad se han duplicado desde marzo de 2020. Aunque, en el caso de España, faltan los datos pre-covid para hacer la misma comparativa, solo en el año inicial de la pandemia, la prevalencia de la ansiedad fue del 21,6 por ciento y del 18,7 por ciento el de la depresión, umbrales considerados también preocupantes por los médicos y psicólogos.

En el mundo y también en España, la pandemia ha aumentado nuestros niveles de miedo y de angustia, también de nerviosismo y de irritación además de poner a prueba nuestra adaptación a los cambios. El impacto lo hemos notado también perdiendo calidad de sueño. El resultado es que 2 de cada 10 personas en nuestro país ha necesitado ayuda psicológica o psiquiátrica estos meses, 3 de cada 10 si hablamos de jóvenes de entre 18 y 24 años según un reciente estudio elaborado por “The Family Watch” que cifra en una de cada 5 las personas que han recurrido a ansiolíticos por primera vez.

Consultas desbordadas y crecen las listas de espera

Los psiquiatras y psicólogos están desbordados, hay lista de espera para consultas no solo en la Sanidad Pública sino también y por primera vez en la privada. Y todo porque según explican a COPE la pandemia ha agravado las enfermedades mentales preexistentes. A ellas se suman nuevas situaciones que han surgido en estos casi dos años de incertidumbre, de miedo, de limitaciones y de falta de contacto social y duras consecuencias económicas. Todo en un clima de hastío y desmotivación casi generalizado.

“Fatiga pandémica la puede tener el 90 por ciento de la población y evidentemente el 90 por ciento de la población no necesita ayuda. Un punto clave es cuando la persona ya nota una repercusión funcional, ese es ya un síntoma de alarma importante. Hemos visto como se ha redoblado la demanda estos meses en salud mental y se han duplicado las listas de espera. Y con el colapso de la Atención Primaria pues se cierra la puerta de acceso al sistema y los casos que inicialmente son leves de ansiedad, estrés, insomnio y somatización pues acaban agravándose y apareciendo en las urgencias de los hospitales” explica en COPE Manuel Martín Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.

Las listas de espera varían de una Comunidad Autónoma a otra, pero no es extraño en la sanidad pública obtener la cita 5 meses después de solicitarla, frente a los dos meses que era preciso aguardar antes de la pandemia. En la sanidad privada la atención es más rápida, pero tampoco inmediata y su coste no está al alcance de las personas con una economía precaria.

Y es que, según Nel González Zapico, presidente de la Confederación de Salud Mental España, en España hay una media seis profesionales de la psicología por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media de la Unión Europea. Considera por ello que hace falta bastante más inversión que la anunciada hasta el Gobierno. Y todo porque según subraya “el gasto por enfermedades ligadas a la salud mental suponen el 19 por ciento de los recursos del sistema mientras que la inversión para paliarlos no llega al 6 por ciento”.

“Cada euro invertido en Salud Mental supone un ahorro de cuatro euros en el futuro”, subraya González Zapico que considera que “a la larga la falta de recursos unidos a la enorme necesidad acabará pasándonos factura”.

Un maratón en el que hay que dosificar las fuerzas”

Que los servicios están saturados es algo que constata también Timanfaya Hernández, Vice Decana del Colegio de Psicología de Madrid que considera que las personas que mejor sobrellevan esta pandemia son aquellas “que aceptan la incertidumbre, las más adaptables, las que no esperan en exceso, que no se fijan metas difíciles de obtener. Los que peor lo llevan son, en cambio, los más vulnerables y los más sensibles a no poder planificar ni proyectar”.

“Esto es un maratón en el que hay que dosificar las fuerzas. Hay gente que puede sobrellevarlo solo con un poco de cansancio y otras personas pues que a lo largo del recorrido van a ir encontrando dificultades y van cayendo en cualquiera de fases y con la salud mental ocurre exactamente lo mismo”, señala Hernández.

Constata que el agotamiento o fatiga pandémica es generalizado “ya que el estresor que es la pandemia es generalizado y también porque no hay nada peor que vivir en una cierta situación de alarma, pero en la que tampoco hay mucho que hacer y en la que las pautas van cambiando con el tiempo”.

Y es que, según Duque, “cuanto más tiempo dure la pandemia, más población se verá afectada y no solo los grupos más vulnerables. Hay efectos fisiológicos como ejemplo los cambios hormonales, emocionales como por ejemplo tener un bajo estado de ánimo, cognitivos como pensar que no vamos a salir nunca de esta situación o de conducta como pueden ser las alteraciones del sueño”.

Colectivos más afectados

Los más afectados, subrayan, son los jóvenes, las mujeres, los desempleados, los sanitarios y quienes tienen COVID persistente. Solo en Europa, y según la OMS, un tercio de los adultos ha reportado niveles de angustia durante la pandemia, pero la población más joven son 1 de cada 2. Según la OCDE, la prevalencia de ansiedad y depresión entre los 18 y 24 años “fue desproporcionada especialmente entre finales de 2020 y principios 2021”.

“Los jóvenes son los que más han frecuentado los servicios de salud mental, los que han sufrido más ataques de ansiedad y los que presentan más síntomas de tristeza porque son también los que más han visto limitada su vida por la pandemia” señala Basilio Blanco, docente investigador de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Internacional de Valencia.

Otro colectivo sensible es, subraya, “las personas que ya antes de la pandemia tenían niveles altos de ansiedad, los hipocondriacos y las personas con trastorno obsesivo compulsivo que han sufrido con más fuerza los efectos de la pandemia e incluso desarrolladas fobias específicas como la corono fobia, una ansiedad excesiva a contraer la COVID-19”.

El caldo de cultivo de tantos problemas mentales es, aseguran, la incertidumbre, el haber perdido ciertas rutinas en estos meses de pandemia además de lo que se está prolongando y de que no hay suficientes profesionales para atender ni la demanda actual ni la que consideran previsible aflore una vez dejemos atrás esta situación.