Pablo Álvarez será el tercer español de la historia que viaje al espacio: "Todavía no soy consciente"

Partirá con la Agencia Espacial Europea entre 2026 y 2030. Este leonés podría hacer historia al ser el primer europeo que pisa la Luna

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Tímido y sonriente. Como si no acabase de creérselo o como si no le gustase admitir que podría hacer historia y pisar la Luna en los próximos años. Lo que está claro es que viajará al espacio antes de 2030 y eso es pasado mañana en términos astronómicos. Pablo Álvarez- leonés de 36 años- se convertirá en el tercer español de toda la historia que viaje al espacio. Antes que él solo lo hicieron Michael López-Alegría, con la NASA en 1995, y Pedro Duque, con la ESA en 1998. En solo unos días – el 22 de abril- Álvarez se convertirá oficialmente en astronauta y estará listo para partir por primera vez junto a la Agencia Espacial Europea casi 30 años después de que lo hiciese Duque.

Su graduación que tendrá lugar en Colonia, Alemania, marcará el inicio oficial de su viaje. Este ingeniero aeronáutico lleva entrenando de forma exigente durante un año: estudios teóricos en muchísimas materias, en idiomas, formación médica, psicológica, pruebas de supervivencia, exposición a situaciones límite... esto ha marcado los últimos meses de este ingeniero leonés que fue seleccionado para cumplir su sueño entre 23.000 candidatos. “Todavía no soy muy consciente de lo que estoy viviendo”, admite en los micrófonos de COPE desde el Centro Europeo de Astronautas en el país germano.

Pablo Álvarez en la Agencia Espacial Europea

El próximo español que abandonará el planeta Tierra en una nave espacial nos atiende en medio de sus entrenamientos para explicar sus sensaciones y cómo se está preparando para hacer historia. “La misión durará seis meses y podría ocurrir a partir de 2026”, asegura el leonés. Los astronautas aprenden desde a apagar incendios hasta primeros auxilios o manejar su cuerpo dentro de una gran centrifugadora: “Es como si fuese una lavadora gigante, simulamos lo que vamos a sufrir a la hora del lanzamiento en el cohete para no perder la calma cuando ocurra. Con esas fuerzas G es como si tu brazo pesase 60 kilos, cada pequeño movimiento es una locura”.

También es complicado manejar el traje de astronauta. Nadie se imagina que pesa tanto: “son 170 kilos de traje, sin contar al astronauta ni sus herramientas. Tienes que utilizar una grúa y meterte tú

dentro de él”. También han aprendido cuál es la reacción de su cuerpo al reducir los niveles de oxígeno en el ambiente: “vives una sensación de euforia placentera, pero te estas muriendo poco a poco sin darte cuenta”. La nueva generación de astronautas de la ESA ha aprendido a “sobrevivir bajo la nieve de los Pirineos” y a manejar su cuerpo a “gravedad cero”, lo hacen bajo el agua o a bordo de un avión que realiza una parábola gigante en el aire. “Es bastante impresionante”, asegura Pablo.

Pablo Álvarez con alguno de sus compañeros

Pablo fue seleccionado junto a otra española, Sara García Alonso, aunque ella forma parte del equipo reserva y no ha comenzado su formación en Alemania. El gran objetivo de esta nueva generación de astronautas es pisar de nuevo la luna. Y este leonés es uno de los mejor posicionados para hacerlo: “Pasito a pasito, creo que es importante mantener los sueños y la ambición, pero aún me queda mucho que aprender”. El español asegura que hay muchísimas misiones que le motivarían, no solo pisar la Luna, también más de 400 experimentos que deben probar en el espacio: “imagínate que durante uno de los experimentos encuentro la cura para una enfermedad aquí en la tierra. Eso sería mucho más importante para la vida de la gente”.

Pablo Álvarez con alguno de sus compañeros en el agua

El próximo español que viajará al espacio asegura que sigue conservando los mismos amigos de siempre y continuará “saliendo a cenar por el Barrio Húmedo de León” con los suyos. A pesar de su timidez confiesa que le han pedido alguna foto por la calle. “Me pasa sobre todo en León, pero también me ocurrió en África. Estaba en un pueblo perdido en Gambia y unas señoras me reconocieron y me pidieron una foto. Pero no es lo normal”, sentencia.