Sánchez debilita a Susana Díaz para la gran batalla por el PSOE-A
El secretario general deja malherida a la baronesa andaluza de cara a la guerra que se barrunta tras las citas con las urnas
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A pesar de hacer del empoderamiento de las bases uno de sus principales mantras sobre los que galopó para recuperar la Secretaría General del PSOE, Pedro Sánchez ha aplicado la “manu militari” en la elaboración de las listas al Congreso, Senado y a Europa. Ya se había quedado con el partido y, a partir de ahora, también con los grupos parlamentarios. Su determinación lo prueban unas candidaturas a la medida del líder, en las que sólo han cabido quienes él ha deseado, dejando fuera a enemigos internos que apoyaron a Susana Díaz.
Eso se tradujo en la disensión de Díaz que trató de aguantar el pulso a Sánchez por un acomodo de leales en sus candidaturas y obligar a una labor de encaje a Ferraz en Sevilla, Córdoba, Cádiz y Almería, pero los nombres votados por las bases en asambleas locales andaluzas fueron tachados y sustituidos por otros, afines al secretario general. Un buen puñado de purgados se enteró casi por la prensa tras semanas de intensa espera. Así las cosas, la baronesa “tomó nota”, defendiendo en un voto particular ante la Comisión de listas que su federación lamentó el diseño final, aún cuando acataba el resultado. El derecho al pataleo.
El resto de las federaciones había dejado hacer y deshacer a Pedro Sánchez y la votación a mano alzada en el Comité Federal obtuvo la “unanimidad”. Sólo media docena de los más de 250 miembros del máximo órgano entre congresos permaneció de brazos caídos. Todos andaluces y, entre ellos, Díaz. Un dirigente crítico con Sánchez comparaba en pasillos el Comité Federal con el “Politburó” del PCUS dada la afición a nunca llevarle la contraria al secretario general.
Fue un baño de masas, aunque uno más del ya largo repertorio que atesora el líder del PSOE. Suyos son la inmensa mayoría de sus miembros y ejercen fielmente su voluntad. Concluida la cita, la cúpula de Ferraz defendía por enésima vez la legitimidad de Sánchez para rodearse de un equipo de su total confianza, con los ministros y colaboradores copando las candidaturas. “Es el presidente del Gobierno quien se somete el 28 de abril a un auténtico “plebiscito””, según invocaron cercanos.
En todo caso, muchos en el PSOE han contemplado la batalla de las listas como una previa de la guerra que se barrunta por el asalto desde Ferraz al PSOE-A una vez pasen todos los procesos electorales. Susana Díaz ha evidenciado contar con el respaldo de la militancia pero Pedro Sánchez ha atisbado como un avance de posiciones que cuatro de las ocho provincias andaluzas buscasen el acuerdo con la cúpula federal. Por ahora, Sánchez ha debilitado el poder interno de Díaz y sus intenciones seguirían siendo las mismas: Forzar un nuevo liderazgo en el socialismo andaluz que esté en sintonía con el federal.