Sánchez, destinado a un Gobierno de alto perfil político

El Presidente hará descansar el Gabinete en su guardia de corps

Sánchez, destinado a un Gobierno de alto perfil político

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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La pompa y la ceremonia en la escenificación del acuerdo de Gobierno entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias o los agradecimientos y abrazos durante la sesión plenaria de investidura de ninguna manera llama a engaño al alto mando socialista presto a reconocer, siempre en privado, la complejidad de una Legislatura insólita, en coalición, con 120 diputados del PSOE, 35 de Unidas Podemos, y la perenne necesidad del sostén de un dispar elenco de fuerzas, en particular de ERC que ya ha amenazado a Sánchez con reventar la Legislatura.

Poniéndose la venda antes de la herida, en La Moncloa aseveran a la Cadena COPE que Sánchez “se acomodará a cada situación” en esta nueva etapa. Difícilmente le va a quedar otra con un Congreso de los Diputados además dividido en dos bloques incompatibles. En ningún caso será fácil. “Tendremos que pagar rondas todos los días”, admitía gráficamente un estrecho colaborador del Presidente, él mismo que tuvo claro desde la noche del 10 de noviembre la necesidad de atar su futuro a Iglesias. La abrupta autoenmienda fue atribuida por el mismo líder socialista a haber escuchado el veredicto de las urnas.

Anclado en la autocomplacencia, dejaba atrás su aireado insomnio, “como el 95% de los ciudadanos”, con los morados en el Gabinete. Aquel misil en pleno arranque de la precampaña electoral quedó desactivado con celeridad para abrir la fase de elogios, esperanzas y hasta ilusión en la relación PSOE-Podemos. Sin embargo, tras las ventas a bombo y platillo, los tropiezos en la andadura del Ejecutivo bicolor han sido descontados por Sánchez, según ha sabido la Cadena COPE de fuentes solventes. Su equipo vaticina ya “disfunciones” propias de la apuesta por una fórmula política sin precedentes en nuestra Democracia.

El temor a desafinar, a los múltiples traspiés, a la descoordinación en román paladino, está extendido en el seno del Grupo Socialista. Y ello aún cuando consta una discreta labor de pedagogía a todos los niveles del PSOE con Unidas Podemos ante la falta de experiencia en estas lides de los dirigentes morados, además de crear próximamente una comisión bipartita encargada de velar por el cumplimiento de su pacto. En todo caso, el entorno de Sánchez confía en tomar las riendas cuanto antes y coger velocidad de crucero “para cambiar numerosas políticas y dejar la impronta del Gobierno”, pese a ser conscientes de estar ante el kilómetro cero de una ruta plagada de complicaciones.

La determinación de Pedro Sánchez en mantener en primera línea a pesos pesados de su confianza “dará tranquilidad y empaque” al Gobierno, según la convicción extendida en Ferraz. Con un Ejecutivo de una veintena de carteras, incluidas tres vicepresidencias, si en algo existe unanimidad en el PSOE es en que “a Carmen Calvo se le va a acumular el trabajo” con su socio Iglesias como vicepresidente social, Irene Montero al frente del Ministerio creado ad hoc de Igualdad, Alberto Garzón con la cartera de Consumo y Manuel Castells en Universidades.

La vicepresidenta primera es despojada de Igualdad pero los poderes que ha ejercido hasta ahora pueden verse reforzados como responsable de la política territorial. Su condición de enlace permanente con el vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonés, apunta a que sumará esa competencia. Su peso interno está fuera de dudas, toda vez el Presidente se encargó semanas atrás de apuntar a Calvo como su “número dos” en un almuerzo a solas entre ambos. En la estructura diseñada por Sánchez también resultarán capitales tanto José Luis Ábalos como María Jesús Montero. El nombramiento de un nuevo/a portavoz/a que defienda con ahínco las posiciones del Gabinete es descontado en La Moncloa y en Ferraz.

Todo apunta a una elección de perfiles socialistas con más peso político que hasta ahora, dando por descontada, como lo están haciendo en el PSOE a expensas de sorpresas del Presidente, la continuidad en sus puestos de Margarita Robles (Defensa), Teresa Ribera (Transición Ecológica), Fernando Grande-Marlaska (Interior) o Isabel Celaá (Educación).  Y es que, salvo que Pedro Sánchez sea capaz de exhibir una capacidad negociadora sin parangón, el Gobierno de coalición besará la lona en multitud de ocasiones perdiendo votaciones. El margen de maniobra se antoja estrecho, pero el arma en manos del presidente del Gobierno siempre será la facultad de poner fin al mandato y convocar elecciones. Tal posibilidad sólo podría activarla legalmente a finales del próximo septiembre. Así las cosas, una vez resulte investido este 7 de enero, Sánchez tendrá de entrada casi un año extra por delante en La Moncloa para escapar de verse superado por las adversas circunstancias.