Sánchez supeditó la “vía navarra” a pactos con Rivera que nunca llegaron

El presidente en funciones tuvo la mirada fija en Ciudadanos para apoyarse en comunidades y ayuntamientos en los que el PSOE era primera fuerza

Sánchez supeditó la “vía navarra” a pactos con Rivera que nunca llegaron

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Pedro Sánchez creyó que había agua en la piscina. Desde la misma noche del 26-M pretendió romper los bloques con llamamientos a reconsiderar estrategias. El presidente en funciones tuvo la mirada fija en Albert Rivera y, sobre la mesa, la posibilidad de apoyarse en los naranjas en comunidades y ayuntamientos en los que el PSOE logró ser primera fuerza y fuese posible alternativas de gobierno tras años de hegemonía del PP, más aún allí donde el centro-derecha necesitara el concurso indispensable de VOX para retener o asumir cuotas de poder.

Y es que el PSOE logró encabezar el triunfo en diez de las doce regiones en las que hubo urnas, todas salvo Navarra y Cantabria, pero en varias de ellas Ciudadanos emergió como la llave para hacerse con Instituciones. Castilla y León, Murcia, Aragón, incluso la Comunidad de Madrid, estuvieron sobre la mesa, a pesar de existir sumas de centro-derecha. Formaba parte de la táctica de Sánchez para ganar la final de la gobernabilidad del país jugar con éxito, y atrayéndose a Rivera, las “semifinales” de las municipales y, sobre todo, autonómicas.

Los contactos entre socialistas y naranjas, entre José Luis Ábalos y José Manuel Villegas, los dos responsables de las negociaciones para acuerdos a lo largo y ancho del país, permanecieron abiertos. Ábalos fue prudente, a decir de su entorno, aunque en Ferraz acariciaron gobiernos como el de Castilla y León con el respaldo de Albert Rivera. Entonces, colaboradores de Sánchez aludieron a la necesidad de los naranjas de explorar a derecha y a izquierda. Y, ciertamente, marearon tímidamente la perdiz a cuenta de su política de pactos.

Mientras Ciudadanos se dejó querer, La Moncloa – más que Ferraz - trabajó en investir a Pedro Sánchez con la denominada “vía navarra”, esto es, más síes que noes en segunda vuelta gracias a los votos a favor de PSOE, Podemos, PNV, Compromís, PRC, además de la abstención de los dos diputados de UPN y, por medio, intercambio de abstenciones, la del PSN para dejar gobernar a Navarra Suma al frente del ejecutivo foral navarro. El plan, sobre el papel, llevó a cerrar la puerta a Coalición Canaria, posible socio en otras combinaciones.

No obstante, el espejismo duró relativamente poco. Los naranjas arrojaron jarros de agua fría sobre los socialistas que acabaron entendiendo, con la boca cada vez más pequeña, la invalidez de llamar a las puertas de Alcalá 253, cuartel general de Rivera. Nada nuevo por ahí. El grifo lo controlaba Ciudadanos y obvió apearse de tirar al centro-derecha: A Sánchez y al PSOE, ni agua, salvo excepciones como la de cerrar con Emiliano García-Page una veintena de consistorios en Castilla La Mancha. Los cálculos de La Moncloa fallaron y Sánchez imprimió el giro y activó la línea de acción, “una línea durmiente”, con los separatistas para ser reelegido presidente del Gobierno.

Sin más margen de maniobra, el Gobierno ha acumulado suficiente experiencia con ERC como para saber que se mueve en un terreno pantanoso y una buena disposición para con Pedro Sánchez puede acabar en un no rotundo. Consciente del inestable suelo sobre el que se mueven, en el entorno del presidente en funciones manifiestan a la Cadena COPE con claridad que “no nos fiamos nada” de los independentistas. Aún así, el Ejecutivo ha proclamado el entendimiento, ha sorteado retomar conversaciones como las de Pedralbes, pero también ha orillado cualquier precio a cambio de una abstención. “Si ERC decide no bloquear, lo hará gratis, repiten en La Moncloa, como en la moción de censura”.

Mientras, y a la espera de atar Aragón con Javier Lambán pendiente de Ciudadanos, de Podemos y del CHA o incluso de una repetición electoral en la región, el equipo de Sánchez reprocha a Riveraser la muleta del PP. “Si no ha elegido a Pablo Casado su sucesor, lo parece”, se oye con insistencia en los aledaños de La Moncloa. De modo que el camino naranja, en opinión del PSOE, ha implicado otorgar oxígeno a los populares y eso para muchos, decepcionados, difícilmente tiene perdón.