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El discurso de Mariano Rajoy ante los suyos debía marcar, decían algunas voces críticas en los días previos a la Junta Directiva Nacional, un antes y un después. Debía servir como revulsivo para que el PP hiciera frente a las encuestas, pero las palabras del presidente solo suscitaron el silencio entre sus filas. Nadie pidió la palabra después de escuchar una intervención en la que el líder de la formación no realizó grandes anuncios, y se limitó a adelantar la convocatoria de una convención nacional, que se celebrará en el mes de marzo en Andalucía, y de diez convenciones sectoriales. El objetivo: rearmar ideológicamente al partido, aunque Rajoy no daba pistas de cómo piensa hacerlo. Además, el PP pondrá en marcha una nueva campaña de afiliación. La cita contaba con destacadas ausencias, como la de Alberto Núñez Feijoo o la de Juan Vicente Herrera.
Rajoy eludía atacar directamente a Ciudadanos, por ahí puede pasar parte de la estrategia; y restaba importancia a las encuestas... encuestas que, según él, responden a una foto de un momento concreto, pero que no determinan el resultado de las elecciones. Y esto es lo que más inquieta a muchos en el partido, que no se coja el toro por los cuernos, que no se quiera ver que la amenaza es real. Ante el nerviosismo de sus dirigentes autonómicos y locales, el líder del PP solo daba una pauta: trabajar más. El presidente apuntaba además el perfil de sus futuros candidatos: tendrán que estar comprometidos con España, defender la ley, ser honestos y tener vocación de servicio público.
El jefe del Ejecutivo confía en sacar adelante los presupuestos... presupuestos que espera registrar en el Congreso antes de marzo, y que incluirán medidas “para mejorar la vida de la gente”, aunque no detallaba cuáles. Algunos en el partido piden ya que Montoro “abra la mano” y permita inversiones en autonomías y ayuntamientos, inversiones que puedan servir a los futuros candidatos del PP para hacer méritos ante el electorado.
Cataluña sigue siendo el primer problema para el Ejecutivo: no solo condiciona la aprobación de las cuentas públicas, sino toda su agenda, por eso, Rajoy llegaba a admitir que la aplicación del 155 había sido “buena para España”, aunque acaso “no había sido buena para el Partido Popular”. El presidente admitía errores de su formación en esa comunidad, aunque defendía “el pundonor” de García Albiol.
Rajoy dejaba claro además que Puigdemont no volverá al Palau de la Generalitat. Primero intentarán parar su votación en el parlament, recurriendo cualquier movimiento que sirva para realizar una investidura telemática. Y, si esto no puede evitarse, el líder de Junts per Catalunya, tendrá que venir a España para tomar posesión de su cargo. Si no es así, el 155 seguirá vigente. Aviso a navegantes de un presidente que quiere que en esa comunidad se vuelva no solo a la legalidad, sino también “al realismo”.