Los enigmas del incendio del Real Alcázar, el suceso que impulsó la construcción del Palacio Real
Sobre las cenizas de aquel Alcázar que no le gustaba a Felipe V surgió el extraordinario Palacio Real
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Así, como “el más grandioso del mundo”, es como Felipe V ordenó que se construyera el Palacio Real de Madrid. Y casi lo consiguió porque es el más hermoso y el más grande de toda Europa occidental, con 3.418 habitaciones distribuidas en seis plantas que están a la vista y varias más subterráneas. Además, para evitar incendios, exigió que se construyera íntegramente en piedra por lo que, para soportar el peso de sus habitaciones abovedadas, las paredes de la planta baja llegan a alcanzar los cuatro metros de espesor.
Antes de este palacio, estaba el Real Alcázar en ese mismo lugar. Cuenta la historia que se desató en él un enorme incendio cuando Felipe V se encontraba celebrando la Nochebuena de 1734 en el Palacio del Buen Retiro. Fue tan pavoroso, que tardaron cuatro días en sofocarlo y para salvar algunos objetos de valor, tuvieron que arrancarlos literalmente de su lugar y tirarlos por las ventanas, entre ellos el retrato ecuestre de Carlos V en la Batalla de Mühlberg, pintado por Tiziano, que hoy podemos ver en el Museo del Prado y del que dicen que el oscurecimiento de la hierba en su parte inferior izquierda, es fruto del chamuscamiento que sufrió.
Ese incendio está rodeado de misterio. Unos dicen que fue el propio rey quien pidió que le prendieran fuego porque no le gustaba el Alcázar ni lo consideraba a su altura y otros aseguran que fueron los fantasmas que todavía a día de hoy se pasean por su interior quienes lo quemaron, porque la presencia de fantasmas, es una constante a lo largo de toda su historia.
Muchos trabajadores de palacio y a lo largo de muchas generaciones, incluso los que trabajan allí en la actualidad, juran haber visto, desde un moro que deambula por los pasillos, hasta fantasmas que atraviesan las paredes o una dama que pasea por el Patio del Príncipe.
Hasta tal punto esos fantasmas deben parecer reales, que el mismo Felipe V mandó exorcizar el palacio y rociar con agua bendita a todos sus trabajadores y habitantes.
Sobre las cenizas de aquel Alcázar que no le gustaba al rey, surgió el extraordinario Palacio Real. El Salón de las Columnas, el del Trono, el Gasparini, el Comedor de Gala, el Patio del Príncipe… Todo en él es grandioso, bellísimo, excesivo incluso, pero que enamora y asombra por igual cuando se lo descubre.