Monasterio de Yuso: arte, historia y leyenda

Entrar en ese monasterio impresionante ya desde la distancia, es entrar en un lugar emblemático de nuestra historia

Monasterio de Yuso: arte, historia y leyenda

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

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Verano del año 939. Abderraman III, al frente del mayor ejército jamás visto, compuesto por 100.000 musulmanes se dirige a Simancas donde Ramiro II de León reúne a sus hombres, un puñado en comparación con aquel ejército sarraceno tan numeroso que oscurecía el paisaje a su paso. Unos días antes de la gran batalla, los soldados se ponen nerviosos, víctimas de malos augurios por culpa de un eclipse que oculta el sol poco después del amanecer y deja la tierra castellana en completa oscuridad.

La batalla comienza. Los cristianos resisten como pueden tras las murallas de la ciudad fortaleza de Simancas las embestidas de aquel ejército enorme e implacable. Eso es historia, pero cuenta la leyenda que cuando el ejército cristiano estaba a punto de desfallecer, en el cielo aparecieron el Apóstol Santiago y San Millán, espada en mano, montando sendos caballos blancos y que poniéndose al frente de las tropas cristianas las llevaron a la victoria.

Eso es leyenda, pero la historia confirma que, efectivamente, un puñado de cristianos consiguieron derrotar a aquel ejército de 100.000 sarracenos, obligando a Abderramán III a salir huyendo en una victoria tan humillante que el rey moro jamás volvió a dirigir en persona otra batalla y para tratar de minimizar su derrota, mandó asesinar a sus propios soldados supervivientes, acusándolos de traidores.

Ese San Millán, nos recibe hoy desde lo alto de la puerta de entrada al Monasterio de Yuso, el monasterio levantado en el lugar en el que, según la leyenda se detuvieron los bueyes que transportaban sus restos camino de Nájera.

Entrar en ese monasterio impresionante ya desde la distancia, es entrar en un lugar emblemático de nuestra historia. Pasear por su claustro, hoy cubierto en su piso superior para frenar la entrada de la nieve que en invierno lo cubría por completo, nos permite imaginar a los monjes, ateridos y rezando, camino de la iglesia o del refectorio.

Monasterio de Yuso: arte, historia y leyenda

Todo el monasterio es una joya. Su biblioteca, conservada tan exactamente igual a como estaba en el siglo XVIII, que ni siquiera tiene luz eléctrica. Los cantorales, de hasta 50 kilos de peso, confeccionados con la piel de más de 1.500 vacas y utilizando tinta hecha con pigmentos minerales e incluso con vino. Los libros incunables que guarda, de valor incalculable, han sido protegidos desde hace siglos contra la humedad utilizando originales sistemas de aireación y contra los dientes destructores de los ratones alguien tuvo la genial idea de hacer gateras en las paredes para que los gatos se movieran libremente entre las estanterías, dejándolas limpias de roedores.

La botica, con restos de los instrumentos utilizados para hacer tratamientos contra las enfermedades; la sacristía, con el suelo de alabastro para regular la humedad y la temperatura de manera que no afecte a los frescos bellísimos que la adornan. Incluso el sol ha querido formar parte de la impactante belleza de este monasterio y por eso, cada 21 de marzo y 21 de septiembre a eso de las seis y cuarto de la tarde, sus rayos se cuelan por el rosetón, atraviesan un círculo del trascoro y terminan posándose en el centro geométrico exacto de la iglesia.

Nada en el Monasterio de Yuso es casual, todo gira en torno a la historia del santo que le da nombre, en torno al castellano que emergió como lengua escrita entre sus muros y alrededor de todo el arte que los siglos y la historia le confiaron.

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