Ayllón, mano derecha de la vicepresidenta, aterriza en el corazón de Moncloa

Su relación con la prensa que cubre la información parlamentaria ha sido y es excelente

Ayllón, mano derecha de la vicepresidenta, aterriza en el corazón de Moncloa

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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José Luis Ayllón, mano derecha de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y alma del llamado "sorayismo", aterriza en el corazón del Palacio de la Moncloa. Ayllón sustituirá como jefe de Gabinete a Jorge Moragas, el hombre que ha dirigido la estrategia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desde 2008.

No será una tarea sencilla porque el nuevo embajador de España ante Naciones Unidas, catalán como Ayllón, ha conseguido superar tormentas de aúpa desde entonces. La resaca del congreso de Valencia de aquel año, el estallido de casos de corrupción, la llegada a la Presidencia, la crisis económica, la amenaza del rescate, las elecciones de 2015, las de 2016, la difícil investidura, la crisis en Cataluña...

Pero Ayllón tiene en su currículum mimbres para que salga airoso del cometido: primero, conoce el PP porque ha pasado unos cuantos años en la fontanería de Génova, en concreto en el área de Comunicación; segundo, conoce Moncloa porque fue asesor de José María Aznar; y tercero, y quizá más importante, se ha labrado fama de hábil negociador. En alcanzar esta última categoría, su etapa reciente ha resultado crucial: fue secretario general del Grupo Popular cuando Sáenz de Santamaría ocupó la portavocía en el Congreso (2008-2011) y hasta que el BOE haga oficial su nombramiento ha sido secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.

Si algo caracteriza ambos cometidos es la negociación, y aquí a Ayllón no le ha ido nada mal. Todos los grupos parlamentarios, todo el que haya negociado con él reconoce que esto de negociar se le da bien, incluso bastante bien. Lo ha tenido más difícil en la última etapa de Gobierno, perdida la cómoda mayoría absoluta de la primera legislatura de Mariano Rajoy.

Con un PP en minoría en el Congreso, le ha tocado ser el muro de contención de las iniciativas de la oposición a través de la prerrogativa constitucional del Gobierno a oponerse a la tramitación parlamentaria de las proposiciones de ley de los grupos. Casi medio centenar de vetos en poco más de un año de legislatura, lo que ha acabado ya con un conflicto entre instituciones en el Tribunal Constitucional. El nuevo jefe de Gabinete de Mariano Rajoy, José Luis "Papi" Ayllón, como se le conoce cariñosamente, nació en Barcelona el 5 de julio de 1970, por lo que al abanico de virtudes citado antes se puede incluir una veterana juventud o una joven veteranía. Pero hay más: se trata de un asesor de comunicación muy apreciado en las filas del PP, aunque especialmente por una persona: Soraya Sáenz de Santamaría.

En aquellos duelos parlamentarios de la actual vicepresidenta con María Teresa Fernández de la Vega primero y con Alfredo Pérez Rubalcaba después, Ayllón funcionó muchas veces como un valiosísimo guionista, pues sabía encontrar la frase perfecta, el total de televisión adecuado. Ambos, de hecho, compusieron una pareja inseparable, la cuna de lo que se ha dado en llamar el "sorayismo", dos personas que se pasaban juntos casi el día entero (Ayllón, de hecho, residía por entonces cerca del Congreso de los Diputados). A este dúo tan diferente en las formas a dirigentes como Eduardo Zaplana o Ángel Acebes se fueron añadiendo personas y cargos del partido hoy protagonistas del Gobierno y del PP, casos de Fátima Báñez, Álvaro Nadal o Alfonso Alonso.

Era el brote de relativa juventud del PP de Rajoy, un núcleo de savia nueva y política refrescada que logró instalarse en el más estrecho círculo de confianza del presidente. No fue extraño que en su primer Gobierno todos ellos ocuparan puestos de responsabilidad más o menos visibles, salvo Alonso, aunque a él le tocó ser portavoz parlamentario, que no era poca cosa a finales de 2011. Cada uno de los componentes del "sorayismo" ha tenido o tiene delante el escaparate de la actualidad y, por tanto, el de la opinión pública. Pero Ayllón no: lo suyo es la trastienda.

Aunque ha dado la cara cuando se lo han pedido, donde mejor se siente es en ese lugar al que no llegan las cámaras ni los micrófonos. Con todo, su relación con la prensa que cubre la información parlamentaria ha sido y es excelente. Así que a Sáenz de Santamaría se le va un poco de su alma. Rajoy le ha reclamado. Es posible que se entiendan bien, desde luego se conocen y hasta han ido de cañas a los bares próximos al Congreso. Quizá por ello pasen por alto sus diferentes gustos futbolísticos: sí, Ayllón es culé, incluso muy culé. 

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