¿Cómo ha cambiado el perfil de los los líderes políticos? De figuras históricas a la volatilidad actual

Los avances sociales de los últimos años han afectado también a la política, que deja a un lado a las figuras históricas para fabricar líderes de usar y tirar en tiempo récord

Los expresidentes Aznar y González junto al actual mandatario, Pedro Sánchez

David Ferreiro

Publicado el - Actualizado

7 min lectura

Los tiempos han cambiado, eso es más que obvio. La sociedad avanza al mismo ritmo, o eso intenta, que la tecnología, que desde la irrupción de internet lo ha transformado prácticamente todo, incluída la política.

Los nuevos modelos de consumo creados con la llegada de las redes sociales, que nos han malacosumbrado a productos de usar y tirar, se ven reflejados en los volátiles liderazgos de nuestros días, en el que se erigen figuras de la nada y así como llegaron, se van.

Muy lejos parecen quedar los tiempos de los Felipe González o José María Aznar, con liderazgos construídos en el largo plazo a base de confianza y de apoyarse en su discurso.

El histórico líder socialista ocupó la secretaría general de su partido durante casi 18 años, poco menos de 14 de ellos en la presidencia del Gobierno.

Por su parte, José María Aznar ostentó la presidencia del Partido Popular durante 14 años, sustituyendo a otro mandamás de largo recorrido como lo fue Manuel Fraga, mientras que en el Palacio de la Moncloa se instaló durante dos legislaturas completas.

Son, sin duda, dos buenos ejemplos de la figura de político histórico, capaz de aguantar los envites de la carrera política y mantener su imagen sin apenas sufrir desgaste, al menos durante los primeros años.

Tras ellos, le tocaría el turno a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy, dos políticos que, a pesar de representar el último bastión de la vieja escuela, por decirlo de alguna manera, ya contaban con un perfil diferente, acercándose más a la figura de gestor y seguidor del partido que a la de gran líder de opinión.

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Juan Carlos Jiménez, politólogo: Los nuevos políticos transmiten mensajes casi siempre emocionales, no ideas

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A pesar de esto, es innegable que ambos se alejan tanto de los modelos de candidatos actuales, como del discurso y de las formas de hacer política que vienen con ellos.

Así, siguiendo el orden cronológico, Zapatero se encargó de la secretaría general socialista durante casi 12 años, ocupando la presidencia del Gobierno durante siete de ellos, antes de convocar las elecciones anticipadas que darían paso a Mariano Rajoy.

El mandatario gallego, que se podría considerar el último político de los de antes, ocupó la presidencia de los populares entre 2004 y 2018, así como la del país durante dos legislaturas, igualando las cifras de su predecesor en lo ideológico, José María Aznar.

Además, hay otro factor diferencial entre los líderes de la 'vieja política', y es que todos contaban con amplias trayectorias a sus espaldas incluso antes de ser los candidatos electos en sus respectivos partidos.

Una diferencia clara para Juan Carlos Jiménez, politólogo y profesor de la Universidad Ceu San Pablo, que comenta que "antes era un proceso de varios años en los que un líder se iba haciendo, pero ahora los líderes aparecen de la nada, de ser desconocidos pasan a ser tremendamente populares".

Los nuevos perfiles, mucho más volátiles

Los nuevos líderes políticos y de opinión aparecen prácticamente de la nada. Emergen a una velocidad casi de vértigo, pero del mismo modo, también terminan despareciendo con la misma fugacidad, fruto en parte de las nuevas maneras de comunicar.

Así, según cuenta Toni Aira, politólogo y profesor de la UPF Barcelona School of Management, "la aceleración del ritmo político va en paralelo a la aceleración de la vida. La política siempre busca comunicar de una manera contemporánea".

Este nuevo perfil, más mediático y personalista pero también menos profundo y creíble, empezó a exponer a sus primeros candidatos poco antes del final de la primera legislatura de Mariano Rajoy, cuando en 2014 surge Podemos y se expande Ciudadanos.

Dos partidos tremendamente ligados a sus principales rostros, Pablo Iglesias en el primer caso y Albert Rivera en el segundo.

Por esta época, la política empezó a acercarse al discurso de las redes sociales, en las que la presencia era cada vez más importante, generando su estrategia en base a los nuevos modelos de comunicación basados en la inmediatez, en los productos de consumo inmediato. "La gente consume extraordinariamente rápido, la gente lo que quiere es el hoy y el ahora", sentencia Jiménez.

Esta situación continuó evolucionando hasta nuestros días, instaurándose la política del zasca y de las fake news por encima de la del diálogo y la de los hechos, cambiando las reglas del juego.

Para Juan Carlos Jiménez, este cambio se debe, en parte, a la influencia directa del populismo: "No se trata solo de partidos populistas, si no del populismo como elemento de atracción de parte del electorado".

Así, se crean discursos basados en esta premisa, lo que según el politólogo y profesor deriva en "la politización de la vida, que conlleva un desgaste extraordinario".

De esta manera surgen figuras más mediáticas y mediatizadas, pero también más volátiles por el rápido desgaste que sufren por su elevada exposición y posicionamiento.

Esto se explica, según el experto Toni Aira, en que la comunicación actual gira en torno a tres factores: "Personalización, simplificación e impacto emocional. La política lo ha entendido y adaptado".

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Toni Aira, politólogo: Los nuevos líderes políticos están más expuestos y se queman antes

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Políticos de ida y vuelta

Así, Jiménez comenta que "los nuevos perfiles llegan y se van porque el fondo ideológico de sus propuestas no existe", esto debido a que la manera de hacer política ha cambiado: "No interesa transmitir ideas, interesa transmitir mensajes, casi siempre emocionales y que atraigan la atención del público", añade el politólogo.

Un punto de vista similar al del profesor de la UPF de Barcelona, Toni Aira, que explica que "son personalidades que no dejan indiferentes, despiertan sentimientos de a favor o en contra. Son un tipo liderazgos donde pesa más el protagonismo".

Rivera e Iglesias son dos buenos estandartes de esta nueva manera de hacer política, irrumpiendo por todo lo alto y consiguiendo resultados muy rápidamente, demostrando el cambio de paradigma en la política española, al mismo tiempo que ocurría lo mismo en la mayor parte de los países democráticos del mundo.

Los dos 'regeneradores de la política', etiqueta que lucieron con gusto durante su carrera en los escaños, comparten una gran cantidad de paralelismos.

Ambos llegaron a rozar con la punta de sus dedos el sorpasso electoral a los partidos tradicionales de su espectro político, superando por mucho las espectativas generadas en un primer momento.

Iglesias y Rivera parecían haber llegado para cambiarlo todo, para quedarse... pero todo volvió a cambiar. Su imagen y su discurso se fue apagando paulatinamente, perdiendo ambos la confianza de los millones de votantes que un día se vieron ilusionados con estos nuevos líderes.

De rozar sus respectivos sorpassos pasaron al batacazo electoral, siendo especialmente doloroso en el caso de Ciudadanos, y con él, llegaron las despedidas, lo que casa con la definición de política líquida que defiende Jiménez: "todo acaba porque todo tiene que volverse a construir, y en ese proceso los liderazgos políticos no pueden solidificarse".

Una nueva vuelta de tuerca

Rivera fue el primero en decir adiós tras protagonizar la mayor pérdida de diputados en la historia de la democracia española, echándose a un lado tras 13 años en Ciudadanos, pero tras solo cinco en la política nacional.

Por su parte, Iglesias aguantó un poco más, abandonando el liderato de Podemos tras siete años y con una imagen visiblemente desgastada de cara a la población.

Ellos son dos buenos ejemplos de lo que comenta Aira: "son más líderes que nunca, se exponen más que nunca y, por ello, se queman más rápido".

Lo mismo pasó con ambos partidos, que a pesar de sobrevivir fueron perdiendo en estos siete años algunos de sus nombres más importantes, buena muestra de que la volatilidad de la nueva política no desgasta solo a sus líderes.

Así, nombres fuertes de Ciudadanos como Juan Carlos Girauta o José Manuel Villegas abandonaron el proyecto desencantados y frustrados por la deriva del mismo, mientras que otros en Podemos, como Juan Carlos Monedero o Íñigo Errejón, terminaron saliendo por la puerta de atrás en un movimiento que también fue suyo.

En el caso de Errejón, el rizo se volvió a rizar, ya que paralelamente al descenso y a su salida de Podemos, creó Más País, proyecto que lidera y con el que recientemente ha superado a la formación morada en Madrid, lo que puede significar un cambio de ciclo en la izquierda más allá del PSOE.

Del mismo modo, el descenso de Ciudadanos significó la irrupción de Vox, cuyo devenir y trayectoria todavía están por ver, pero que parece complicado que se mantenga ajeno a la nueva realidad política.

En definitiva, la ruptura de España con el bipartidismo también significó el inicio de una nueva y volátil política, esa que lo debora todo a pasos agigantados y a la que, parece, tampoco se escaparán los líderes de las formaciones más tradicionales. Las reglas del juego han cambiado, pero el hasta cuándo todavía está por ver.

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