El declive de la “nueva política”: Cs se diluye y Podemos se precipita en las encuestas
Las dos formaciones que rompieron el bipartidismo en España afrontan con resignación su pérdida de apoyos
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Pablo Iglesias deja el Congreso de los Diputados. Una frase que puede pasar desapercibida ante la inminente campaña electoral en Madrid, pero tiene muchos matices. Con su marcha de la Cámara Baja se produce un momento de inflexión en la conocida como "nueva política", aquella que nació en nuestro país hace ya unos años y que fue impulsada por nuevos liderazgos encabezados por Pablo Iglesias y por Albert Rivera, también fuera del tablero político actual.
Ambos llegaron con dos perspectivas ideológicas muy diferentes, pero con una intención similar: acabar con el bipartidismo que se había repartido España en las últimas décadas, siendo Partido Popular y PSOE las dos únicas formaciones que se alternaban la bancada azul en el Congreso de los Diputados.
Sus discursos eran diferentes, por un lado, Podemos cogió impulso en las manifestaciones del 15 de mayo, con un mensaje populista de izquierdas en el que ofrecían un cambio frente a la vieja política cargada de corrupción. Por su parte, Ciudadanos ya había ido madurando su mensaje en Cataluña, donde poco a poco iba escalando posiciones frente al proyecto independentista y se presentaban como una alternativa liberal al 'viejo sistema', con la que, a través de la 'nueva política' defender los intereses de los ciudadanos frente a los partidos mermados por la corrupción y dejando a un lado los debates ideológicos.
Con el tiempo, su presencia iba en aumento a medida que se celebraban diferentes comicios electores, siendo las elecciones europeas de mayo del año 2014 las que marcaron la diferencia. Tras aquella noche de primavera, en España comenzó a nacer el rumor de que la situación política estaba cambiando y que la alternancia de poder entre PP y PSOE podría llegar a su fin para dejar paso a los pactos y las coaliciones.
Nace una nueva etapa, en la que las repeticiones electorales, las negociaciones y las mociones de censura han formado parte de la vida política de nuestro país en los últimos años. Ahora, esos partidos que llegaron para dar aire fresco a la agenda política de nuestro país viven uno de los momentos más complicados. Eso sí, por diversos motivos.
Las heridas de Ciudadanos y la cuestionada identidad de Podemos
Ciudadanos sigue intentando supurar las heridas internas que se han abierto en las últimas jornadas tras los diferentes terremotos políticos que se han producido en diferentes gobiernos autonómicos, que han derivado en la salida de muchos pesos pesados de la formación naranja por no verse identificados en el proyecto de Inés Arrimadas. A esta situación se le suma los últimos batacazos en todas las esferas electores, el último en Cataluña, que han provocado que Ciudadanos pase de ser una fuerza decisiva para gobernar o negociar acuerdos marginal en muchas instituciones.
Por su parte, Unidas Podemos sigue pudiendo coger aire gracias al pacto de Gobierno que tiene con Pedro Sánchez, pero también vive una situación límite debido a los malos resultados que ha cosechado en las últimas elecciones autonómicas: comenzando en Andalucía y terminando en Galicia y País Vasco. A esto se le suma la salida de Iglesias para combatir la Comunidad de Madrid frente a Isabel Díaz Ayuso, donde las encuestas auguran que la formación morada está cerca de ser irrelevante en la política madrileña.
Por tanto, los dos líderes que llegaron para cambiar la política nacional están, por ahora, fuero del tablero político general de nuestro país. Algo que es muy significativo y que abre un debate sobre cuál ha sido su verdadero papel en nuestra política: que paso de estar acostumbrada a una alternancia de poder entre los dos partidos hegemónicos a celebrar cuatro elecciones generales en cuatro años.
Rivera e Iglesias, dos liderazgos venidos a menos
Diciembre del año 2015, el primer debate electoral con más de dos representantes. Iglesias y Rivera confirmaba su irrupción en la política nacional, uno por defender los intereses de los más vulnerables y el otro por mostrarse como la alternativa a la vieja política. En resumen: la 'nueva política' había llegado a España.
Ambos plantaban cara a los dos viejos partidos, caducos y amantes del bipartidismo. El mérito de Podemos y Ciudadanos fue dinamitar el sólido bloque formado entre PP y PSOE, incluso algunas encuestas auguraban que estábamos ante los dos próximos líderes de la izquierda y del centro-derecho.
Albert Rivera, el hombre que forjó a Ciudadanos
Rivera iba poco a poco forjando su leyenda de político, capaz de mirar a un lado y a otro en la búsqueda del bien común, incluso era conocido como el 'Golden Boy' de la nueva política europea. Su hoja de ruta era mostrar una hoja de servicios para España comenzando desde Cataluña. Es decir, llevar esa oposición férrea y voluntad de pactar a la Cámara Baja. Parecía que era una buena idea, incluso las encuestas en 2018 le daban como posible presidente del Gobierno. Pero, poco a poco ese liderazgo fue perdiendo fuelle y su férrea oposición al Gobierno de Sánchez no le ayudó en nada, ya que perdió muchos votos del centro-izquierda. Esto unido a la 'foto de Colón' marcó el comienzo de su crisis.
Su resultado electoral en abril de 2019 fue una especie de sueño, en el que Rivera se vio como el posible nuevo líder del centro-derecha ante la importante caída del Partido Popular, algo que no se produjo y que acabó con su salida del partido meses después.
Su salida, unida al debatido liderazgo de Arrimadas, ha provocado que dentro del partido se empiece a dudar sobre si la estrategia de mirar a un lado y a otro de su espectro ideológico es una buena opción, y entre los expertos se empieza a identificar a la formación naranja con la UCD de Adolfo Suárez, aunque se sigue defendiendo que Ciudadanos "representa a un segmento liberal y de centro del que la política española no puede prescindir".
Pablo Iglesias, su cuestionado liderazgo
Pablo Iglesias fue entendido por parte de la izquierda, más populista y desencantada con la política española, como una especie de héroe que había llegado para dar aire fresco a nuestra política. Su decisión de dejar la Vicepresencia del Gobierno para liderar las listas de Unidas Podemos en Madrid es entendido por muchos como el comienzo de su adiós, en una batalla que está llamada a ser trascendental en el futuro político de nuestro país.
El liderazgo de Iglesias en estos últimos años siempre ha sido cuestionando, incluso ha provocado escisiones dentro de su propio partido, como la marcha de Íñigo Errejón. Sus declaraciones, acciones y problemas con la Justicia han provocado que en muchas ocasiones se le haya identificado más con la vieja política que con esa nueva política que prometía a golpe de megáfano en los círculos de Podemos.
El líder de la formación morada, que desayunaba junto a periodistas en su humilde piso de Vallecas, se marchó a Galapagar a un chalé con escoltas y vigilancia las 24 horas del día. Este es uno de los ejemplos de las decisiones de Iglesias que han puesto en duda su palabra y su papel en el cambio político de nuestro país, que quiso vender con un discurso populista y en algunas ocasiones antisistema.
Incluso dentro del Gobierno, su presencia ha provocado cierta incomodidad para los miembros socialistas del Consejo de Ministros, donde no se ha ocultado su confrontación con pesos pesados del ala sanchista como Nadia Calviño, Margarita Robles o María Jesús Montero.
La difícil cita del 4 de mayo en Madrid
La próxima cita electoral en Madrid está llamada a poder ser la puntilla de la nueva política. En la actualidad, Podemos y Ciudadanos se aferran a su poder institucional para no acelerar su prematura caída. El populismo de Unidas Podemos en el Gobierno parece estar pendiente de Pedro Sánchez y cuando decida adelantar las elecciones. Mientras en Madrid, Iglesias quiere dar una nueva vida a su discurso, recuperar ciertas frases del pasado, para poder volver a venderse como la mejor opción frente a la derecha. Es decir, 'la nueva política de la nueva política'.
Por su parte Ciudadanos quiere buscar cierta estabilidad de aquí al próximo 4 de mayo, empezando por colocar a Edmundo Bal en esta difícil batalla. Su consenso en Castilla y León y la gestión realizada en gobiernos como el de la ciudad de Madrid quieren que sea su mejor carta de presentación junto a un discurso neutral. En definitiva, la Conunidad de Madrid será el punto de partida de un análisis que despejará, en parte, el futuro político de nuestro país, donde las encuestas tampoco auguran un buen resultado para estos dos partidos en caso de que se celebren nuevos comicios generales.
El hundimiento electoral de ambos partidos
Ciudadanos, su fatal caída de 57 a 10 diputados en el Congreso
Las dos formaciones se han ido desinflando con el paso de los años y con la celebración de los diferentes comicios. Esta importante fluctuación del voto hace pensar cuál era el verdadero motivo por el que Ciudadanos y Unidas Podemos pudieron irrumpir de una forma destacable en la política española. La crisis de la primera década del siglo XXI y el enfado por los diversos casos de corrupción que asolaban a los partidos tradicionales tienen que mucho que ver.
Los expertos explican que el voto de Ciudadanos representaba una militancia estratégica y no ideológica, donde el voto no se movía por un peso programático. Albert Rivera nunca cerró la puerta a negociar con unos y con otros, algo que con el paso del tiempo ha podido llegar a confundir al votante.
Ciudadanos nace en Cataluña, región que ve a la formación estallar políticamente. En 2007, la formación naranja empieza a explorar en la política municipal y autonómica, al tiempo que en 2008 y 2009 se presenta por primera vez a las elecciones autonómicas y locales.
En Cataluña, la formación liderada por Albert Rivera consigue tener voz propia y hacer frente al independentismo, siendo alternativa clara a las políticas de PSOE y PP. Incluso en 2017 consigue ganar las elecciones y convertirse en la principal fuerza política en Cataluña, algo que sirvió de poco tras la fuga de sus principales pesos pesados a Madrid para acompañar a Rivera, una de las primeras señas que explican la caída de Ciudadanos y que se ratificó en las elecciones del pasado 14 de febrero.
A nivel nacional, Rivera consigue ir ganando presencia y a colarse en los principales corros de debate del Congreso de los Diputados, donde mantenía su discurso de ser bisagra a favor de una gobernanza eficaz. Su papel sigue siendo destacado y se convierte en pieza clave del segundo gobierno de Mariano Rajoy. Pero la situación empieza a cambiar con la moción de censura presentada en el año 2018 por Pedro Sánchez. Rivera no está dispuesto a apoyar y echa el resto a las urnas, donde consigue un resultado de 57 diputados y se queda a las puertas del sorpasso al Partido Popular. Es el día que se escuchan en la calle Ferraz los famosos gritos, 'Con Rivera, no', que al final acabaron en la repetición electoral del mes del noviembre, en la que la formación naranja pasó a los 10 diputados y provocó la dimisión de Rivera como líder de Ciudadanos.
En el panorama autonómico, Ciudadanos ha jugado su papel y ha permitido importantes cambios de Gobierno, como el que ocurrió en Andalucía en diciembre del 2018, Cuando su suma junto a PP y Vox permitió acabar con varias décadas de socialismo en esta región. También ha sido importante en Gobiernos como el del Castilla y León, Región de Murcia y Madrid, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento de la Capital, pero los movimientos de estos últimos días abren un juicio sobre la verdadera efectividad de esos apoyos.
Podemos y sus importantes batacazos autonómicos
El caso de Podemos es llamativo, siendo socio de Gobierno en Moncloa y a la vez fuerza irrelevante en la mayoría de los parlamentos autonómicos y consistorios locales. Su carta de presentación fueron las elecciones europeas del año 2014, cuando se presentaron a España como el partido de izquierdas que venía a cambiar la política, nunca han ocultado su intención de superar al PSOE.
A nivel nacional, el 10 de noviembre Podemos se dejaba en el camino siete escaños en relación con los comicios celebrados siete meses antes, al cosechar solo 35 diputados. En el año 2015, Podemos irrumpía en el Congreso con 69 diputados, un resultado muy lejano al que ahora mismo tiene la formación morada.
Pero los principales golpes electores de la formación morada se han producido en las elecciones autonómicas. Comenzando en Andalucía y el famoso grito de 'Alerta antifascista', 'Adelante Andalucía' pasaba de apoyar al Gobierno de Susana Díaz a ver cómo PP, Ciudadanos y Vox conseguía sacar al socialismo del gobierno regional.
Este fue el principio de una serie de fracasos electorales que derivaron en escenarios como la pérdida del Ayuntamiento de Madrid y la irrelevancia en puntos en los que tenían poder: Castilla-La Mancha, Aragón o Extremadura. A estos se suman los del pasado año 2020 en Galicia y País Vasco, donde desapareció en el Parlamento Gallego y se hundió en Euskadi. Este 2021 no ha comenzado bien para Unidas Podemos, tras estancarse en Cataluña y las malas expectativas que las encuesta le auguran en la Comunidad de Madrid.