Diez medidas urgentes para salvar el mundo rural

La Asociación de Amigos de Celtiberia lanza un decálogo para volver a convertir el campo en “el motor del progreso de España”

Diez medidas urgentes para salvar el mundo rural

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

No hay fórmula mágica capaz de revertir la calamitosa situación del Medio Rural español. ¿Es posible que un pueblo, letrado y vanguardista, culto y orgulloso de su historia, haya podido olvidar en tan solo 3 generaciones todo el bagaje cultural que atesoraba?

Más allá de la amarga situación que atravesamos por la despoblación tenemos que pensar que el contexto global en el que nos encontramos es de superpoblación y sobreexplotación del planeta. Es por esto por lo que el Mundo Rural, que abarca el 80% del territorio español, atesora una cantidad de riqueza cultural, natural, patrimonial, biodiversa… que si fuésemos capaces de preservar, proteger y dignificar podríamos colocar como motor del progreso que el país necesita (y más ahora a las puertas de la nueva recesión que se avecina). Pero como no nos cansaremos de decir, “no hay paisaje sin paisanaje”. Que los centros de poder y de decisión estén copados por “despaisajados” o “desmemoriados”, que decía Unamuno no justifica que se perpetúe esta injusta situación para la gente que habita en el medio rural o que simplemente tiene en el pueblo su “centro de gravedad permanente”. Lo difícil es cómo protegemos el paisanaje que queda y cómo reintroducimos aquel que es necesario para que los servicios a los que tenemos derecho y no siempre tenemos garantizados vuelvan a ser indiscutiblemente “rentables” en los parámetros de la economía de mercado. Obviamente se requiere inversión y sobre todo una voluntad política de hacer del Equilibrio Terriotrial y el cuidado del Mundo Rural una justa CUESTIÓN DE ESTADO.

No tenemos fórmulas para revertir la situación, pero sí una herramienta fiable (La ley de desarrollo Sostenible del Medio Rural 45/2007 y el RD 752/2010 que la desarrolla) y una serie de potencialidades económicas que son las siguientes:

1)- Funcionarios de la administración pública: Existe una cantidad importante de población flotante en el Medio Rural nutrida por funcionarios (administración local, educación, sanidad). Incentivar y facilitar la instalación de aquellos que además de trabajar quisieran instalarse allí con sus familias permitiría aumentar la renta de los propios trabajadores, fijar población y disminuir la huella de carbono. Esta medida está plasmada en la LDSM en el artículo 31, y no es nueva: es lo mismo que en el saber popular denominamos “la casa del cura”, “la del maestro”, “el farmacéutico” “el secretario”… que eran propiedades bien del ayuntamiento, bien del común de los vecinos donde los funcionarios se podían instalar.

2)- En pleno proceso de desertización y cambio climático el agua debería ser un valor estratégico a proteger. Esto tampoco es nuevo. Existen organismos supraautonómicos llamados “confederaciones hidrográficas” que debería velar ahora más que nunca por la salud de los ríos, no solo para gestión de trámites como restaurar un lavadero o hacer una cesión de aguas para una industria, sino para garantizar el suministro de agua de boca y de riego de calidad, verificar el correcto manejo de residuos, vigilar el cumplimiento de las guardas y servidumbres de paso, investigar las milagrosas desapariciones de fuentes, abrevaderos y otros puntos de agua que por más que denuncies nadie puede atender. La puesta a punto del trabajo operativo de las estas confederaciones tendrían un impacto en el empleo nada desdeñable.

3)- Imposible no mentar, en relación con lo anterior, lo necesario que es el cuidado de los montes para evitar incendios forestales. Los recursos del monte has sido siempre muy

valorados para las comunidades locales. Es de las pocas cosas que además todavía mantienen (en algunos sitios) cierta gobernanza comunal. Contratar mano de obra educación, prevención y actuación frente a incendios forestales, compaginándolo con otras actividades económicas tradicionales, como las suertes de leña, la resinación o el pastoreo constituiría de nuevo una fuente de riqueza importante para las comarcas.

4)- Según el preámbulo de la LDSMR el Mundo Rural en España contiene el 90% de su patrimonio cultural. El cuidado del Patrimonio material e inmaterial brilla por su ausencia. Las leyes que lo protegen no tienen una dotación económica, pero es que además la falta de técnicos por parte de las CCAA para las simples tareas de control tienen como consecuencia su pérdida inexorable. El cuidado y consolidación del patrimonio histórico, arqueológico y etnográfico constituiría un nicho de empleo importantísimo con un impacto social de un altísimo valor añadido (cuestiones de educación, autoestima, creación de lazos de comunidad, transmisión de conocimientos…).

5)- Otro gran sector de oportunidad es el agroalimentario, pero la PAC lo lastra. Los productores cobran precios bajos, los consumidores quieren pagar poco, y el margen que hay entre ambos (la transformación y la distribución) son los que se llevan los beneficios. La pequeña industria de transformación (tradicionalmente llevada a cabo por mujeres) en España podría calificarse como “acto heroico”. Nuestras administraciones no han sabido (o querido) trasponer eficaz o convenientemente las normativas europeas en materia de salud e higiene (los famosos paquetes sanitarios). Es inaudito que no haya posibilidad de crear pequeñas queserías, cerveceras, conserveras que permitan a los productores obtener un producto de calidad diferenciado y poderlo vender en mercados de proximidad. Más sangrante aún es el cierre de los mataderos municipales o la imposibilidad de contar con un servicio itinerante. ¿De verdad ninguno de nuestros sabios legisladores han relacionado nunca la expansión de la economía de los reinos hispanos en la Edad Moderna con la actividad ganadera extensiva?

6)- En una pirámide de población dominada de lejos por la tercera edad, que además tiene que cubrir amplias distancias de desplazamiento para recibir atención cuando no son directamente desplazados a residencias lejos de donde han vivido toda su vida, es conveniente una apuesta decidida desde las instituciones públicas por la “economía de los cuidados”. No se puede desatender así a la gente en el ocaso de su vida, privados además de la “generación soporte” que se fue a vivir a la ciudad. Educar desde los programas oficiales de formación para crear cuidadores y cuidadoras del propio territorio facilitaría la empleabilidad de parte de la población activa rural en la atención y acompañamiento de nuestros mayores.

7)- El turismo es uno de los sectores estratégicos en nuestro país. Según el Plan Nacional de Turismo y los informes de algunos organismos internacionales (como la UNESCO o la Organización Mundial del Turismo) cada vez hay una mayor demanda del turismo cultural y de interior. Algunas de esas asociaciones (así como otras como el Consejo de Europa) llaman la atención sobre una cuestión crucial: tenemos “recurso” pero no “producto”. Es decir, tenemos monumentos, paisajes, gastronomía, eventos culturales, rutas, cielos despejados… pero no tenemos planificación alguna ni se da oportunidad a ninguna escala a los gestores culturales para ordenar estos recursos de manera que sean a la vez protegidos, divulgados, valorados y rentabilizados. El que crea que el turismo asienta población se equivoca: el turismo asienta

población si involucras a todos los agentes locales y a todas las administraciones, y dejas que la iniciativa local cualificada planifique y gestione esos recursos.

8)- Otro sector estratégico del Estado es la Energía. Algunas de las zonas que más han perdido población son aquellas que contaban con plantas de generación de carbón, combinadas o nucleares, ya que el paulatino desmantelamiento de las mismas se vislumbra como algo inevitable. Convertirlas en macroplantas en renovables (investigación, fabricación, generación, y distribución) sería la salida más sensata. Mantendría puestos de trabajo y la posibilidad de que las empresas de generación siguieran manteniendo su actividad económica, puesto que nuestros gobiernos han invertido mucho en ellas.

9)- Lógicamente para asentar población son necesarios planes de vivienda comarcales que se basen no en la compraventa, sino en el alquiler, la cesión temporal o el contrato de custodia. Casas en ocasiones de alto valor patrimonial (histórico) que están prácticamente en ruinas y que necesitan de una inversión fuerte, o casas de varios propietarios a los que se les hunde por falta de acuerdo entre ellos, solares con restos de edificios derruidos… Es necesario un vuelco de la política de vivienda en el medio rural porque hacen falta casas para que la gente habite en ellas. El fomento de la rehabilitación de casas (tanto municipales como particulares) para aquellos que tengan voluntad en contribuir a la integración de nuevos pobladores puede ser un incentivo muy grande para las empresas de construcción que sobreviven en nuestras comarcas.

10)- La última medida es la concienciación. El mundo rural como cuestión de Estado. No hay mayor arma que la educación. Hay que dejar de ver el mundo rural como subsidiario del urbano (y no hay más que abrir un libro de 5º de primaria para darse cuenta del desprecio que subyace hacia lo rural y el tratamiento superficial que se le da). Todas las administraciones deben trabajar juntas en la elaboración de planes que optimicen y complementen cada uno de sus recursos para no perder ni un solo euro en burocracias que hacen lo fácil difícil a través de lo innecesario.

Colofón: todas estas medias enunciadas y categorizadas de diferente manera se encuentran en la LDSMR. Está claro que en este país poca gente las lee, aunque todo el mundo habla de ellas. Por eso hemos preparado este decálogo. Veritas liberavit vos. Aconsejamos encarecidamente ir a la fuente. Artículo elaborado por la Asociación de Amigos de la Celtiberia.

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Con Carlos Herrera

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