Elena Valenciano (PSOE), en COPE: "Estamos pasando por un sarampión de la crispación del que hay que curarse"

Apartada de la política activa desde hace un año, defiende que los partidos deben lograr "grandes acuerdos para sacar al país del agujero en el que estamos"

Elena Valenciano (PSOE), en COPE: "Estamos pasando por un sarampión de la crispación del que hay que curarse"

Marcelino Abad

Publicado el - Actualizado

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Cuando Elena Valenciano (1960) ingresó en el PSOE, sus miembros podían juntarse en una casa. Era 1977 y ni se imaginaba que cinco años después su partido gobernaría en España. Defensora de la abstención para que Rajoy formara Ejecutivo frente al "no es no" de Pedro Sánchez, vive apartada de la política activa desde hace un año, pero en su equipaje siempre lleva la defensa de los derechos humanos por bandera. Y la huella de su "maestro y mejor amigo", Alfredo Pérez Rubalcaba.

Pregunta (P): ¿Cómo se vive apartada de la primera línea política?

Respuesta (R): Se vive mejor, en términos personales, mucho mejor. La política tiene una parte de sacrificio personal indudable. Y no tanto por ti, más por tu familia. No solo porque les quitas mucho tiempo, sino porque también sufren al verte en primera línea, a veces siendo muy criticada.

P: ¿En qué anda ahora?

R: Trabajo en mediación internacional, en diplomacia privada. Trabajamos en países en conflicto o en países en transición democrática o en conflictos armados. Tratamos de mediar entre las distintas partes. Estoy exactamente donde quería estar, de manera casual, pero estoy muy contenta.

P: Podría ser presidenta de todos los socialistas y demócratas del Parlamento Europeo, pero el secretario general de su partido, Pedro Sánchez, no la respaldó en su momento. ¿Represalias por su apoyo a Susana Díaz en las primarias de 2017?

R: No lo creo. En ese momento la decisión de la Dirección fue que preferían optar a la Presidencia en el siguiente mandato y han acertado porque tenemos a una presidenta socialista española al frente a la que le tengo un grandísimo afecto. (Iratxe García).

P: También se podría haber presentado por libre, no necesitaba el aval del partido y tenía los apoyos de los socialistas del sur...

R: Sí, pero nunca he hecho eso dentro del PSOE. Siempre he ido en grupo.

P: ¿Le dolió en lo personal?

R: Hay muchas cosas en política que duelen, pero del PSOE he recibido mucho más de lo que yo misma he dado, así que solo tengo agradecimiento por esas siglas que para mí son mucho más que una opción política. El PSOE está casi en mi ADN.

P: Han pasado cuatro años, aunque parecen cuatro siglos... Usted defendió la abstención de su partido en la investidura de Mariano Rajoy en contra del “no es no” de Pedro Sánchez. ¿Qué valoración hace de la coalición de Gobierno con Unidas Podemos?

R: Creo que en las circunstancias actuales el Gobierno lo está haciendo lo mejor que puede, aunque las cosas están muy difíciles. Desgraciadamente en este país se han establecido de nuevo dos trincheras y no hay manera de matizar. Uno está conmigo o contra mí. No hay manera de que eso lo salvemos. Y dentro de la situación actual de la política española, que a mí me parece bastante poco brillante, creo que el Gobierno está haciendo las cosas lo mejor que puede.

P: Se lo preguntaba no tanto por la gestión de la pandemia sino porque Felipe González ha comparado el Gobierno de coalición con el "camarote de los hermanos Marx".

R: Creo que él se refería a que un Gobierno tiene que ser coherente. Las decisiones de un Gobierno son colegiadas y todo lo que son discrepancias, que siempre existen aunque sea del mismo color político, deben mantenerse en un espacio de confidencialidad y de resolución privada, nunca hacer de ello una exposición pública de discrepancia.

P: La semana pasada en una tribuna publicada en 'El País', Ramón Jáuregui, redactor de la Guía Política Territorial del PSOE de 2013, manifestaba su preocupación por la “ambigüedad de los compromisos contraídos en la investidura” de Sánchez con ERC y el PNV. ¿Qué opina de los socios parlamentarios del presidente?

R: Ramón expresaba ahí que el PSOE tiene una posición consensuada en la que venimos a decir que hay que mejorar el estado autonómico en un sentido federal. Nosotros hemos ido construyendo el estado autonómico sobre la marcha y hay muchas cosas que hay que ajustar. Lo que nos faltan, sobre todo, son mecanismos colectivos de decisión conjunta, que son los que tienen los estados federales.

En esta crisis se ha visto de manera clarísima que hay un problema de ajuste de competencias, de capacidad del estado para garantizar la igualdad entre todos los españoles. Por lo tanto, lo que presentamos en su momento, en 2013, y luego el PSOE actualizó, es una reforma de la Constitución con muchos elementos, entre otros, el Título VIII. Tenemos una serie de elementos pactados que creemos que tienen que ser sometidos a un nuevo pacto y a una revisión. En ese camino nos podemos encontrar con muchísimas fuerzas políticas.

Lo que creo que Ramón quería decir es que es muy importante tener claro cuál es el rumbo y cuáles son los límites. Eso el PSOE lo tiene claro. Otra cosa es que se produzcan momentos en la política coyuntural que te obligan a hacer un discurso más o menos flexible, pero no creo que el PSOE se vaya a salir nunca del marco constitucional y, por lo tanto, para cambiar la Constitución hace falta un pacto tan poderoso como el que tuvimos.

P: Entiendo, pero llama la atención que no sepamos qué temas están sobre esa mesa de negociación más allá de que existe para intentar solucionar el conflicto catalán...

R: Se tendrá que saber lo que se aborda en esa mesa de negociación. Me parece que eso todavía no se ha producido. No quiero prejuzgar ningún tipo de actitud, ni en un lado ni en otro. Creo que tendrá que estar claro que el marco es el constitucional. Esto lo ha dicho muchísimas veces el Gobierno. Es evidente que ERC y el PdeCAT plantean algunos asuntos que están fuera de la Constitución. Ahí está la tensión.

Lo que es verdad es que la Constitución no es un monolito que no se puede abrir. Se puede abrir a través de un acuerdo y será muy difícil que ese acuerdo no incluya a la derecha española. Para rehacer la Constitución habrá que hablar con todos, pero lo que diga la derecha española será muy importante. No se trata solo de acordar con la izquierda nacionalista. Es muy difícil, pero no tengo ninguna duda de que el PSOE no se va a salir del marco constitucional.

P: El año pasado volvimos a asistir a dos elecciones generales. ¿Por qué en España cuesta tanto que los principales partidos logren grandes coaliciones frente a lo que pasa en Europa?

R: Es una especie de maldición. Felipe González dice que hay que tener cuidado porque España es un país en conflicto desde hace más de 200 años. Hay dos Españas casi cortadas a cuchillo. Durante el periodo democrático, hasta hace unos años, eso se consiguió romper y ha habido un periodo excepcional en el que se ha podido construir entre todos el país. Por cierto, el periodo más brillante de la historia de España.

Es evidente que juntos avanzamos de forma más rápida, pero la política se ha convertido en una especie de trinchera en la que todos tratan de mantener prietas sus filas. Y para mantener prietas sus filas parecería un sacrilegio acercarse a las posiciones de los otros. Pero eso es una ficción.

La crispación y el frentismo nunca son buenos para el conjunto de la sociedad. Puede ser bueno en un momento dado para sacar una rentabilidad electoral a corto plazo, pero el país no está en eso y la gente no está en eso. Creo que los políticos en general tienen que escuchar más lo que la gente dice. Y lo que la gente dice es que quiere grandes acuerdos para sacar al país de un agujero bastante profundo en el que estamos. Es un error y se corregirá. Creo que estamos pasando una especie de sarampión de la crispación que hay que abordar urgentemente para curarnos.

P: La crisis del 2008 abrió huecos por los que se colaron nuevos partidos como Podemos, Cs y más recientemente Vox. ¿El multipartidismo ha enriquecido o ha empeorado la calidad de la democracia?

R: De momento muy brillante no ha sido, pero da igual si ha sido mejor o peor, es la realidad. Hay que pensar por qué sucede. Es evidente que ha habido un hastío por parte de la sociedad española sobre los partidos que han gobernado el país como si fueran lo mismo. No son lo mismo ni abordan las crisis de la misma forma, pero había una crítica a la política tradicional muy dura y eso hizo que emergieran nuevas fuerzas. No importa si está bien o está mal. Es lo que la gente ha querido.

P: Se lo preguntaba porque en los últimos años el Congreso se parece más a un patio de colegio que al sitio de encuentro entre diferentes que debería ser. ¿Teme que la confrontación política se traslade a la calle?

R: La política actual es muy líquida. Los políticos tienen la necesidad de un titular y a veces no saben ni para qué. Desde mi punto de vista, estamos en un momento de baja calidad en el debate político. Tendrá que ir corrigiéndose porque me da la sensación de que las sociedades actuales, que son tan complejas, requieren de mucha seriedad y de mucho rigor en la política y de tener más en cuenta la opinión de los expertos, de los científicos... Aquí jugamos a muy corto plazo y eso está reñido con un proyecto de país. Hay que pensar cómo mejoramos en los próximos 30 años, no el mes que viene ni en las próximas elecciones. De eso deberían estar hablando.

Las redes sociales, además, no ayudan nada. Si haces un recorrido por Twitter ves que nadie se sale de su carril. Nadie es capaz de decirle a otro, oye, que eso que dices, tienes razón o nunca lo había pensado de esa manera. No. Es el estás conmigo o contra mí y el argumento que utilices me va a dar lo mismo porque voy a estar en contra de lo que digas, digas lo que digas. Eso no puede ser porque la vida no es así. La vida no está hecha de blancos y negros. La realidad está llena de matices. Y si no hay matices en el debate público, estás completamente fuera de la realidad.

Esa es una tarea de todos, de los líderes políticos, de los medios de comunicación y de los activistas en redes. Todos deberíamos ser capaces de quitarnos las orejeras y de mirar más allá porque no siempre todo lo que dice el Gobierno está mal. Hay muchas veces que lo que dice el gobierno, cualquier gobierno, está bien. Y no siempre lo que dice la oposición es un ataque horroroso a lo que está haciendo un gobierno. Estar siempre en contra del gobierno es estúpido. Y estar siempre en contra de la oposición también. Estamos en un momento de trinchera en el que cualquier matiz es considerado una traición.

P: El PSOE no es ajeno a esa polarización. Al mismo tiempo que le pone una línea roja a Vox y califica de ultraderecha, pacta con EH Bildu, que defiende, por ejemplo, los homenajes a presos de ETA cuando salen de la cárcel. ¿Hay doble moral en el discurso del partido?

R: Tal vez. Bildu tiene un camino muy largo que recorrer antes de ser un partido normalizado dentro del sistema democrático. Vox es un partido homologable a los partidos de ultraderecha en Europa, pero no se ha comportado de manera violenta. En otros países sí lo hacen. Desde mi punto de vista, los extremos no son nada buenos para el sistema democrático. A Bildu le queda pedir perdón y condenar la violencia. Espero que den ese paso.

P: Esteban González Pons ha escrito en su blog de 'El Confidencial' que el plan europeo de recuperación económica frente a la pandemia, del que España es el segundo país con más presupuesto, va a ir acompañado de condiciones. ¿Cree que Europa “sacará la tijera de la ortodoxia y se pondrá a podar presupuestos nacionales” (en palabras del eurodiputado)?

R: No va a ser así. Primero, tenemos que esperar a ver qué dice el Consejo Europeo, pero en todo caso la condicionalidad va a suponer que tengamos que hacer las reformas que están dentro del plan europeo, que tienen que ver con el sistema sanitario de cada país, con recuperar autonomía estratégica en determinados productos que necesitamos y que a veces no tenemos acceso. Habrá que trabajar sobre una economía verde en transición energética, habrá que presentar un plan al semestre europeo, que será analizando por la Comisión. Pero no estamos hablando de la misma condicionalidad que con la crisis financiera de 2008.

Estamos probablemente ante la creación del pilar fiscal de la Unión Europea porque toda esa deuda que se va a generar va a ser financiada por impuestos que se cobrarán en los países y que irán al presupuesto europeo. Y eso es muy positivo. No se puede pedir todo a la Unión Europea y después negarse a financiar mejor a la Unión Europea.

P: Los datos indican que el racismo en EE.UU. es una realidad. Según un artículo de 'Harvard Business Review', la discriminación en la contratación de afroamericanos en EE.UU. no ha disminuido en 25 años. Ante el asesinato de George Floyd por un oficial de policía, usted ha escrito en Twitter que se escuchan pocas voces internacionales de condena. ¿Qué papel debe adoptar la Unión Europea dada la posición de Trump?

R: Tardó muchísimo la reacción de los Gobiernos y de las instituciones internacionales. Tardaron como dos días por lo menos porque lo de meterse con los EE.UU. es una cosa delicada. La gente no conoce la realidad de los negros o de los hispanos en los EE.UU. Es como si el asesinato de Floyd hubiera hecho eclosión, pero que un país tan rico siga manteniendo a estos ciudadanos como si fueran de segunda categoría es muy llamativo. Creo que se debería exigir desde la comunidad internacional, igual que se les exige a otros países más frágiles, se le debería exigir a los EE.UU. un verdadero cambio en esta cultura racista. Hay una bajada de brazos clarísima en la comunidad internacional en torno a la defensa de los derechos humanos que me preocupa.

P: Le quería preguntar por su compañero Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿El duelo se va?

R: No lo sé porque es mi primer duelo importante. He tenido la suerte de que nadie muy próximo a mí haya muerto. No sé si se pasa alguna vez. El otro día se lo preguntaba a un amigo común. ¿Esto se pasa? No sé si se pasa. Supongo que, a lo mejor, duele de manera menos aguda en algún momento. A mí no se me ha pasado. Le echo de menos constantemente. He perdido a un maestro, al mejor amigo, a un referente... He perdido muchas cosas con la muerte de Alfredo. Es un duelo muy profundo.

P: ¿Como le gustaría que lo recordasen las generaciones futuras?

R: A Alfredo habría que recordarlo de dos maneras: era una excelente persona, muy buena gente, y, además, era un político de Estado, es decir, una persona que era capaz de poner por delante de sus intereses, los del Estado. Y lo demostró a lo largo de su vida.

Cuando salió de la política, Alfredo podía heberse dedicado a cualquier cosa, tuvo mil millones de ofertas, y volvió a su universidad porque siempre creyó que en política había que dar ejemplo. Nunca criticó a los que hicieron cosas diferentes, pero él volvió a su coherencia. Era un político de estado con mayúsculas.

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