Errejón-Iglesias: una amistad nacida en las asambleas de la Complutense y a la que mató el ansia de poder

Para muchos, ambos formaban el tándem perfecto de la izquierda española

Errejón-Iglesias: una amistad nacida en las asambleas de la Complutense y a la que el ansia de poder mató

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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No parece salvable la relación de amistad que un día mantuvieron Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. Lejos quedan ya aquellas tardes en las que revolucionaban, entre cervezas y asambleas, las jornadas de la Complutense, que con el tiempo daría paso a la formación de un nuevo partido político de extrema izquierda, Podemos. Ya se sabe que mezclar amistad y trabajo no siempre cuaja, y menos aún tratándose de política.

La relación se fue deteriorando. El móvil de estos desencuentros, como en otras tantas ocasiones en la historia de la política, fueron el ego y la lucha por el poder. Y en política, el grado de poder se mide tras unas elecciones. Tras los comicios de diciembre de 2015, en las que PSOE y Podemos tuvieron una oportunidad para forjar una mayoría estable de izquierdas, llegaron las primeras discrepancias entre el Secretario General de Podemos y otrora su número dos. Fue después de que Pablo Iglesias exigiera a Pedro Sánchez la vicepresidencia del Gobierno, el CNI RTVE. Errejón opinaba por el contrario que Podemos debía ser más flexible para intentar la investidura de Sánchez, al igual que ha manifestado en esta ocasión, más de tres años después.

Finalmente aquella alianza no se produjo. Las tensiones comenzarían a ser una constante entre ambos dirigentes. La repetición electoral el 26 de junio de 2016 no contribuyó a apaciguar las aguas. La confluencia de Podemos con IU no dio los frutos esperados. Errejón siempre fue escéptico al respecto. Tras la decepción electoral, llegó a afirmar que “el acuerdo no parece haber funcionado".

La unidad en torno al líder, Pablo Iglesias, se resquebrajaba por momentos, permitiendo el auge del sector errejonista, que aspiró a tomar las riendas de la formación morada en el II Congreso de Vistalegre, celebrado en febrero de 2017. Pese al ruido generado por Errejón y sus seguidores, fueron derrotados de manera contundente. Iglesias, que representaba el ala más radical de Podemos y la vuelta a la izquierda más tradicional, continuaría controlando, aún más si cabe, la dirección de Podemos. Tanto es así que días más tarde, relevó a Errejón como portavoz morado en el Congreso de los Diputados. Dejaría de estar a la derecha de su jefe. El cargo pasaría a ocuparlo Irene Montero.

Errejón quedaría relegado a la segunda fila del grupo. Los errejonistas quedaban así desterrados a las últimas filas de la Cámara Baja. Una purga en toda regla, pese al grito de “Unidad” que salía de los asistentes a Vistalegre. Lo máximo a lo que podía optar Errejón era a liderar la candidatura de Podemos a la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 2019.

Pero la guerra Errejón-Iglesias, que acabó siendo sin cuartel, tuvo su desenlace el pasado mes de enero, en un momento en el que Podemos se había acostumbrado a vivir en un brinco. Errejón optó por abandonar su escaño como diputado en el Congreso. Una decisión que tomó días después de renunciar a la marca Unidas Podemos para aliarse con Manuela Carmena en su plataforma 'Más Madrid' en su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid.

En aquella carta, Errejón justificaba esta alianza con la alcaldesa de la capital de España para llevar a cabo un "proyecto que renueve la ilusión y confianza de la mayoría, ya que hay que abrir y sumar yendo más allá de las siglas porque Andalucía ha sido un toque de atención y necesitamos un revulsivo".

Fuentes de la dirección nacional de Podemos calificaron como deslealtad el portazo de Errejón, exigiendo su dimisión como diputado. Tanto es así que destacados dirigentes como el Secretario de Organización, Pablo Echenique, llegó a sugerir que en un primer momento Errejón se quería mantener en el escaño “porque de algo tiene que vivir hasta mayo.” Hubo que elegir entre la amistad o el poder. La mano dura de Iglesias y la ambición de Errejón hizo que la segunda opción fuera la cara de la misma moneda.

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