El error de cálculo de Sánchez que insufló oxígeno a Iglesias

La sombra de una repetición electoral asoma en el horizonte y en el PSOE parece reinar la unanimidad de cerrar a los morados el Consejo de Ministros

El error de cálculo de Sánchez que insufló oxígeno a Iglesias

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Pedro Sánchez equivocó el tiro. Su investidura, llegó a creer, sería un paseo triunfal. Con 123 diputados, 57 más que el principal partido de la Oposición, y ante la nula posibilidad de armarse una alternativa, Sánchez tenía a su entera disposición todo el margen de maniobra. La reelección, admite el entorno presidencial, debía resultar imparable. Coser y cantar.

¿Cómo cometió ese error de cálculo garrafal? El presidente del Gobierno en funciones operó a partir de unos parámetros preestablecidos durante la misma campaña electoral de las generales. Entonces, Pedro Sánchez se vio rozando con las yemas de los dedos un resultado extraordinario, hasta “para gobernar con nuestras propias fuerzas”, según difundió su equipo. La hipótesis de un bloqueo, en cualquier caso, era desechada por el mismo candidato. Nadie iba a poder toserle. Tampoco Pablo Iglesias y su Unidas Podemos.

Y es que, según las cuentas manejadas entonces por La Moncloa, el PSOE pasaría de 85 a cerca de 135 escaños y Unidas Podemos se despeñaría desde 71 hasta poco más de 30 diputados. Se podía decir más alto, pero de ninguna manera más claro. Tan lejos se antojaba la distancia de Sánchez sobre Iglesias como la capacidad de gobernar en solitario. En el vaticinio monclovita, no obstante, hubo un fallo. El rumbo de las generales cambió en los dos debates televisivos.

La recta final de la carrera electoral quedó marcada por una caída continuada de los socialistas frente a una mejora constante de los morados. El veredicto de las urnas fue inequívoco: 123 versus 42. De aquellos polvos del 28-A, qué nadie lo dude, los actuales lodos. Pedro Sánchez, aunque aún se resista a admitirla, está en puertas de comprobar su debilidad. Y lo va a hacer, precisamente, en el lance más trascendente: La investidura. El camino que se creyó directo se ha demostrado lleno de obstáculos. Y todos ellos pasan, en efecto, por Unidas Podemos.

Sánchez está decidido a insistir en la misma estrategia de presionar a Iglesias, culparle de un “bloqueo” y tratar de forzarle así a aceptar su oferta de un Gobierno de cooperación, antes de someterse a la investidura en el Pleno del Congreso que arrancará el lunes 22 de julio, a las 12, con su discurso como candidato. Tras él intervendrán los grupos de mayor a menor. El debate continuará el martes 23 con la primera votación que el candidato perderá porque requiere de mayoría absoluta. Al cabo de 48 horas, el jueves 25, tendrá lugar la segunda votación, en la que Sánchez precisa más síes que noes. De fracasar, aún podría ser investido en septiembre.

La sombra de una repetición electoral, en todo caso, asoma en el horizonte del 10 de noviembre. En el PSOE parece reinar la unanimidad de cerrar a los morados el Consejo de Ministros, pero prometen vivirse horas de tensión maquilladas tras la determinación de Sánchez de aguantar el pulso a Iglesias. “¡Cómo abordar a un potencial socio que dice “o aceptas mis condiciones o voto en contra!”, exhortan en La Moncloa. El líder de Unidas Podemos ha dado al jefe del Ejecutivo en funciones el aliciente que necesitaba para enrocarse. Al menos, por ahora. 

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