Javier González, fiscal: "La renuncia era la base de muchas cosas buenas que me iban a pasar"
En un año y nueve meses González ha conseguido ser uno de los fiscales más jóvenes de España
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Javier González Gutiérrez tiene 23 años, es fiscal y ha tardado solamente un año y nueve meses en aprobar la oposición. A pesar de haber hecho un bachillerato de ciencias, las letras eran, realmente, lo que se le daba bien. No sabía qué estudiar por lo que su padre le recomendó hacer Derecho. “Empecé la carrera con miedo y con dudas, pero en dos meses de carrera me enamoré absolutamente de todas las ramas del derecho. Me enamoré de la ciencia jurídica y sabía que ese era mi sitio”, ha afirmado.
Ha confesado que “al principio de la carrera no tenía claro qué hacer”, se planteó optar por trabajar en una empresa privada. Pero, a medida que fue estudiando nuevas asignaturas, entre finales de segundo y principios de tercero decidió que quería opositar. “Empecé en cuarto de carrera a estudiar la oposición, estuve estudiando como dos horas al día, porque el resto del tiempo lo dedicaba a la carrera. Cuando acabé, saqué el Premio Extraordinario Fin de Carrera de mi promoción, la 2013-2017 de la Universidad de Extremadura. Después descansé un mes y me puse a opositar al cien por cien, con dedicación absoluta desde el 21 de agosto de 2017 hasta que aprobé el 6 de junio de 2019”, ha contado González. “La oposición en ningún caso me hizo perder nada durante ese año, de hecho todo lo contrario, me hizo ganar en muchos aspectos”.
Cuando González decidió opositar, su padre, que ha sido su preparador y “un apoyo incondicional, tanto como mi madre y mi hermano”, le dijo: “Si decides opositar, creo que el año que viene, en cuarto, deberías empezar a tomar contacto con la oposición, deberías prepararte alguna asignatura de la carrera con el temario de la oposición, practicar la oratoria y ejercitar la memoria”. A pesar de que hubo personas que le dijeron que no podría, decidió hacerlo confiando en su padre desde el día que empezó y hasta el día que aprobó.
Pero, ¿por qué fiscal y no juez? “Cuando empecé a opositar quería ser juez porque al final siempre tienes la sensación de que el juez tiene la última palabra, de que toma las decisiones. Pero yo creo que la figura del fiscal es una figura que está todavía por descubrir. Yo creo que las personas que tenemos un gran sentido de la justicia y que tenemos sangre debemos optar por la Carrera Fiscal. Un fiscal necesita hablar, expandir sus pensamientos, estar en una sala y preguntar, ayudar al menor, al incapaz, perseguir al delincuente y velar por el cumplimiento de la ley. El fiscal le da al juez unas pautas para que pueda tomar una serie de decisiones. Con lo cual, tú pones las reglas del juego. Una vez me dijo una amiga que para qué ser árbitro si puedes ser jugador. Por eso decidí hacer la Carrera Fiscal”.
González ha asegurado que “es una oposición puramente vocacional. Todo el mundo sabe que esto no se hace por dinero, sino porque verdaderamente te gusta el derecho. Vives de una profesión que es muy bonita y también terriblemente desagradecida. Pero al final estás haciendo un bien común y eso es lo que te empuja y te ayuda a llegar hasta ahí”.
“Mi padre es el que me ha dado las pautas durante la oposición en todo lo que respecta a ello y a la renuncia. Intentó hacerme saber que la renuncia era la base de muchas cosas buenas que me iban a pasar. En las muchas ocasiones que tuve que renunciar a algo, él siempre me decía que no me iba a acordar de eso el día que aprobara, y, efectivamente, el día que aprobé no me acordé”, ha declarado.
Cuando opositas, siempre renuncias a muchas cosas, pero, particularmente, siendo tan joven la fuerza de voluntad es mayor. González se ha privado de vacaciones, de fines de semana largos, de puentes, de navidades (las últimas estuvo casi treinta y cinco días sin descansar). También ha añadido que “dejas de dedicarles tiempo a las personas que lo necesitan de ti y te privas, incluso, de ti mismo. Muchas veces tienes que renunciar a cosas que necesitas, por ejemplo, a mí me encanta correr y jugar al golf, y ha habido días que no podía porque estaba sumamente cansado. El nivel de renuncia es proporcional al nivel del éxito”.
González se considera una persona muy meticulosa y cuadriculada. “Siempre cumplía todo con los mismo horarios, nueve horas de estudio diarias. El móvil lo ponía en silencio y lo utilizaba solo si tenía que buscar algo de la oposición, a veces incluso utilizaba el ordenador por no coger el móvil. Lo maximo que he llegado a estar han sido doce horas. Yo siempre digo que hacer una oposición es como hacer una maratón, siempre hay un punto en el que crees que no puedes acabar, pero en ese momento es cuando tienes que apretar”.
Para él la base de la oposición han sido cuatro valores: “Trabajo, esfuerzo y dedicación, que me los inculcaron en el colegio y que me han guiado durante toda mi vida; y serenidad, que es un valor que he conseguido desarrollar durante todo este proceso y que, posiblemente, aún no lo haya conseguido controlar.
Su peor momento fue la víspera del último examen “porque al final es el momento de todo o nada. Mi padre siempre me decía que cuando apruebas el primer examen oral de la oposición sigues siendo opositor, pero en el último, al día siguiente eres juez/ fiscal o eres opositor. Es muy duro porque, aunque crees que puedes tener el control de la situación, nunca lo tienes por completo. Siempre tienes la sensación de que en una hora de tiempo, tienes que demostrar el esfuerzo de miles de horas. Ha sido una de las peores semanas de mi vida”.
Por último, ha querido decir que “a las personas que están pensando en opositar las animo, pero siempre teniendo antes que sopesar todo lo que conlleva. Y a las que están opositando les digo que no lo dejen y que sigan insistiendo. En las oposiciones el suspenso es una carta con la que hay que jugar, pero que si siguen queriendo ser aquello para lo que opositan, que no dejen su empeño porque, antes o después, llega el momento”.