Un jefe antiterrorista en 1997: "El espíritu de Ermua impulsó la lucha total que llevó a la derrota de ETA"

Según el comisario Jesús de la Morena, aquel desafío de ETA marcó un antes y un después en la lucha antiterrorista

Un jefe antiterrorista en 1997: "El espíritu de Ermua impulsó la lucha total que llevó a la derrota de ETA"

Juan Baño

Publicado el - Actualizado

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“La liberación de Ortega Lara pudo acelerar el secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco, hasta pudo reducir los plazos del cautiverio a 48 horas para así demostrar su capacidad y un grado máximo de crueldad, pero la acción criminal debía estar en una fase de ejecución ya muy avanzada”. La reflexión la hace Jesús de la Morena, el comisario, ya retirado, que dirigía la lucha antiterrorista en la Policía durante aquel julio de 1997, cuando ocurrió el execrable crimen contra el joven concejal del PP en Ermua (Guipúzcoa).

Este análisis coincide con la apreciación que realizó en Herrera en Cope el general Pedro Muñoz, jefe de Investigación e Información de la Guardia Civil en aquel momento: “El secuestro y ejecución de Miguel Ángel exigía mas preparación, no se puede localizar un objetivo en seis días y secuestrarlo y asesinarlo; es verdad que se interpretó como una respuesta” a la humillación que supuso para la banda la liberación de Ortega.

El comisario nunca ha querido hablar ante un micrófono y continúa sin hacerlo. Admite que aquel desafío de ETA marcó un antes y un después en la lucha contraterrorista. A De la Morena y su equipo se le sitúa tras la llamada “lucha integral” contra la banda. La tremenda contestación social que desencadenaron los hechos vividos (desde la liberación de Ortega Lara a manos de la Guardia Civil al asesinato sin piedad del joven Miguel Angel Blanco) impulsó la nueva estrategia: había que ir no solo a por los comandos (aparato militar y logístico de la organización terrorista) sino también a por el aparato político, extendido a través de sus delegados a este lado de la frontera, comisarios políticos de KAS que tutelaban al resto de instituciones del llamado Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV).

Todo esto sin olvidar a los jóvenes de Jarray, complementarios de la banda con el terrorismo callejero. Sólo en 1997 la Policía detuvo a 110 de estos cachorros de ETA. La media anual se situaba en torno a las 80-100 detenciones. Destaca además, a juicio del comisario, el no menos importante complejo financiero y mediático, lo que llevó a numerosas operaciones como el cierre del diario Egin. La propia izquierda abertzale advertía a finales de los años 90 de que el Estado había cambiado la forma de enfocar la lucha antiterrorista y pretendía ir mas allá de combatir unicamente los comandos, advirtiendo de las ocnsecuencias que podría tener para el futuro de la estrategia de ese entramado.

De la Morena admite que el secuestro de Miguel Angel Blanco se produjo cuando la capacidad operativa del Cuerpo Nacional de Policía era bastante reducida. En julio del 97 la Policía estaba en pleno proceso de reestructuración y potenciación de los servicios de Información para encarar una nueva fase en ese combate. Intentaban superar las consecuencias de reformas anteriores en el Cuerpo, poco practicas a juicio del mando, que habían conducido a años de poca efectividad policial en el frente antiterrorista. Ese tiempo perdido, según el comisario, se recuperó en años sucesivos. El propio secuestro de Blanco fue una especie de acelerante de la nueva etapa bajo el eslogan de “ETA no son sólo sus comandos”. Ese combate fue decisivo para la derrota operativa de la banda.

Los primeros frutos comenzaron a llegar a partir del año 2000. En 2001 caía en Francia el asesino de Miguel Angel Blanco, Francisco Javier Garcia Gaztelu Txapote. Esta detención es para el comisario la puesta de largo del Cuerpo Nacional de Policía en el país vecino. Txapote, ya jefe militar de la banda terrorista, había aprovechado la tregua del año 1998 para reclutar y liderar a varios de los jóvenes procedentes de la llamada kale borroka con los que luego intentó responder tras la ruptura de la tregua por la banda a finales del 99.

Comenzaron a caer los responsables militares, los comandos y los borrokas, lo que llama de la morena “las tres en raya de lo militar”. Y todo el entramado político, mediático y financiero, es decir, el modelo y estrategia etarra en su conjunto. A partir de ahí, concluye el comisario, se acabó el empate infinito o la lucha de desgaste, como les gustaba decir. “Los vasos comunicantes para la regeneración del entramado estaban bloqueados”. Es el comienzo del fin de ETA.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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