La obesidad infantil, una pandemia que ni los padres reconocen

Según los expertos consultados por COPE, la COVID ha agravado la situación en los más jóvenes

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Carmen Labayen

Publicado el - Actualizado

9 min lectura

Cuatro de cada diez niños de entre 6 y 9 años tienen exceso de peso en España. El 23 por ciento tiene sobrepeso y el 17 por ciento obesidad, una enfermedad en si misma y capaz de provocarnos otras 200 dolencias porque afecta a todos los órganos. Las cifras apenas han cambiado en los últimos años pero son muy altas y, aunque no hay datos recientes, los expertos consultados por COPE consideran que la COVID ha agravado la situación. Es una pandemia silenciosa ante la que piden actuar y que ni siquiera los padres reconocen.

De hecho y según el último estudio de la Agencia Española de Nutrición y Seguridad, publicado al respecto en 2019, el 88,6 por ciento de los padres de escolares con soprepeso no lo perciben como tal. La cifra se sitúa en el 42,7 por ciento cuando se trata de obesidad y en el 19,1 por ciento cuando en niños con obesidad severa. Es un dato revelador si tenemos en cuenta que la familia es clave tanto en la elaboración de menus como en la fijación de hábitos de vida de los que depende el desarrollo del niño y su futuro. Tanto que, como refleja el último Informe COPE, ocho de cada diez niños obesos son adultos obesos.

Hay otras cifras preocupantes que apuntan a la obesidad como enfermedad social. De hecho, la tasa infantil en familias con bajo nivel de renta duplica las que registran las familias con rentas medias. En todas, el nivel de actividad cotidiana tanto de los niños como de sus padres va a menos y favorece la ganancia de peso. La diferencia principal estriba, según nos cuentan estos endocrinos y pediatras, en la falta de educación nutricional y en unos hábitos alimentrios inadecuados en hogares vulnerables que hacen que estos niños acumulen un exceso de grasa corporal mientras que paradójicamente pueden tener carencias de calcio, yodo, Omega 3 y/o de vitamina D y de hierro.

Para un obeso es fácil ganar peso y muy difícil perderlo

Jesús Javier Diaz es obeso desde hace casi cuatro décadas: “A los 7 u 8 años ya fui consciente y también mis padres de que era un niño obeso, en aquella época no se consideraba una enfermedad. Ya cuando fui creciendo por mi cuenta busqué información médica y fui a consultas con endocrinos y nutricionista. Mi vida se convirtió desde entonces en una sucesión de régimenes alimentarios aúnados con ejercicio pero para una persona obesa es muy fácil ganar peso y muy difícil perderlo”.

Reconoce que para él la etapa escolar fue muy difícil: “yo era el gordito feliz gracioso entre comillas, mi vida social estaba muy limitada porque ya era un niño obeso. Había burlas una especie de acoso y lo tenía bastante regular para integrarme en el colegio”.

Diaz está al frente de la Asociación Nacional de Personas Obesas (ASEPO), tras convivir durante cuatro décadas con su obesidad tiene explica bastantes patologías asociadas que le afectan a las piernas, al sueño y que le obligan a toamr pastillas para el reflujo esofágico.

“La obesidad es como la diabetes, una vez que te la diagnostican ya te tienes que cuidar de por vida. Es una enfermedad metabólica, una vez que se produce la hipertrofia adiposa en tus células, se convierte en irreversible. Todos los tratamientos son paliativos no curativos. Si ya eres obeso no lo puedes evitar, si tienes sobrepeso si que puedes evitar llegar a la obesidad”, subraya.

El impacto de la obesidad en salud es acumulativo

Ya desde la infancia la obesidad impacta de forma considerable en la salud del niño. Además de la baja autoestima, el aislamiento social, la discriminación y sus consecuencias psicológicas, estos menores sufren con mayor frecuencia problemas con los huesos y articulaciones, alteraciones del sueño, hipertensión, colesterol, enfermedades cardiovasculares y problemas en el hígado entre otros.

“La obesidad no es más que un depósito de grasa corporal elevado y esta grasa es metabólicamente activa, produce sustancias que afectan a todos los órganos, a todos los aparatos y sistemas y tiene repercusión ya para la salud del niño” explica a COPE Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Y según subraya Susana Monereo, responsable de endocrinología en el Hospital Ruber Internacional, “cuando arrastras la obesidad desde niño, llevas más años y acarreas más problemas que son secundarios a la enfermedad, sobre todo, metabólicos. Los niños con obesidad, de jóvenes ya suelen tener alteraciones de metabolismo de la glucosa, son prediabéticos, muchos ya tienen el colesterol y el ácido úrico alto. Tienen hipertensión y todo esto hace que se les dañen las arterias y por lo tanto que, de mayores tengan más enfermedad cardiovascular”.

¿Qué ha pasado durante la pandemia de COVID?

La crisis de la COVID frenó la elaboración de estudios que ahora se han retomado y según los expertos consultados por COPE los datos preliminares arrojan un aumento de la obesidad infantil tanto por un mayor sedentarismo como por un mayor consumo de calorías ligado a hábitos que proliferaron en el confinamiento como la elaboración de bizcochos o postres caseros.

“Tenemos la sensación que los datos que se habían estabilizado en ese ya preocupante 40 por ciento han ido a más durante la pandemia, que la tendencia es a un aumento tanto del sobrepeso como de la obesidad. Las publicaciones más recientes aún preliminares apuntan en esa dirección al igual que denotan un aumento de los transtornos alimentarios” subraya Leis.

Constatan que en los últimos meses también han aumentado las consultas relacionadas con estas patologías. Piden la elaboración de más estudios y más completos ya que los actuales, entre ellos el ALADINO, miden según señala Monereo “la obesidad entre los 6 y los 10 años cuando los mayores problemas de sobrepeso se presentan a los 12 años”.

¿Cuándo se considera que un niño es obeso?

Se considera que hay obesidad infantil cuando hay una cantidad excesiva de grasa coporal que se traduce en un aumento de peso que supera en un 20 por ciento el peso ideal según la edad, la talla y el sexo del niño. Para calcular el peso ideal de un niño de entre 2 y 5 años de edad, de forma aproximada, hay que multiplicar la edad e¡n años por dos dos y sumar ocho. Por ejemplo un niño de 5 años debería de pesar 18 kilos y con 22 kilos ya tendrían obesidad infantil.

“En estos niños se acelera el crecimiento, son incluso más altos de niños que los que no son obesos pero luego la talla final es más baja. O sea que en un principio sus huesos maduran más deprisa pero luego son más bajos que la media” asegura Susana Monereo que también trabaja en la Sociedad Española de Obesidad.

¿Cómo se aborda la obesidad en los niños?

Para tratar tanto el sobrepeso como la obesidad, es preciso modificar el estilo de vida del niño o adolescente y muchas veces también el de su famila: se trata de cambiar los hábitos alimentarios y aumentar el nivel de actividad física. Cuanto mayor sea el niño y mayor la ganancia de peso más difícil será la tarea. La terapia de conducta del niño empieza con el aprendizaje del autocontrol y en combatir su ansiedad y abatimiento, algo que solo será efectivo si el niño cuenta con el apoyo y el estímulo de su entrono. Por ello en ocasiones es necesario realizar una terapia familiar.

Cuando el niño es menor de 5 años, son los padres los que dirigen el tratamiento. De 5 a 9 años los niños tendrán más autonomía en el tratamiento aunque con supervisión. Y desde los 10-12 años tendrá mayor responsabilidad y la respuesta será más personal.

En todos los casos la familia debe tener unas pautas adecuadas por ejemplo para elaborar menús con todos los nutrientes que sus hijos necesitan pero tratando siempre de que las calorías totales que ingieren no superen las que gastan y todo sin superar el presupuesto familiar, algo posible si se sabe cómo hacerlo, algo para lo que muchos hogares necesitarán también asesoramiento.

“El sobrepeso es la antesala a la obesidad. Evidentemente tener un kilo de más no es un problema pero si un kilo es la puerta de entrada del resto y se produce porque los hábitos no son adecuados pues ahí sí que empiezan las dificultades porque un niño obeso tiene una expectativa de vida más corta”, apunta Monereo.

Escasos avances en los tratamientos

Una vez alcazados los indicadores de Indice de Masa Corporal (IMC) y de perímetro de cintura que marcan la diferencia entre el sobrepeso y la obesidad los tratamientos son muy escasos y no se han producido grandes avances en los últimos años.

“Hay un fármaco que se ha aprobado para uso en chavales mayores de 16 años que es la Liraglutida. También en adolescentes con obesidad severa se está operando, está habiendo cirugía bariátrica con buenos resultados, cada vez más” explica Monereo.

¿Cuáles son las causas?

Influyen los genes pero sobre todo influye el ambiente. Y es que según subraya Leis “hay enfermedades que pueden generar obesidad pero son las menos. En el 99 de los casos, la obesidad se debe a factores ambientales o exógenos donde probablemente a unos genes predispuestos al acúmulo de grasa corporal se suman unos hábitos de vida no saludables”.

En la misma línea lo plantea Monereo: “pueden influir aspectos genéticos, luego hay factores relacionados también con la ansiedad pero al final tiene que haber un balance positivo de calorías o bien porque el niño gaste poco porque genéticamente sea un niño de bajo gasto o bien, que es lo más frecuente, porque el niño come más de lo que gasto y el equilibrio está ahí”.

Un equilibrio que según el último estudio ALADINO, elaborado con datos de niños de entre 6 y 9 años, alcanzan el 58,5 por ciento de los escolares que tienen un peso normal. Algo menos del 1 por ciento sufre delgadez y el resto presetan un peso excesivo.

Sin plan nacional y sin suficiente educación nutricional

A diferencia de lo que ocurre por ejemplo con el tabaco, los expertos consultados por COPE lamentan la ausencia de una Ley y de Planes Nacionales para prevenir la aparición de la obesidad. Y todo porque lo que no se consigue cambiar durante la infancia, más difícil será corregir en la adolescencia. La niñez es una etapa en la que es más fácil modificar hábitos y conductas y establecer bases saludables que acompañarán al menor en la edad adulta.

Es importante para los padres ser conscientes de la importancia para la salud de sus hijos de la nutrición y del ejercicio -en sus dos variantes- ya que según Monereo “es importante no solo hacer deporte sino incrementar la actividad física cotidiana, no sobrealimentar y reducir al máximo desde la infancia el consumo de azúcares, de procesados y grasas saturadas, aumentar el consumo de frutas, verduars y legumbres y promover el ocio activo en familia”.

Solo con información y con educación es posible convertir una pandemia que, como constata Leis, “es la principal amenaza para que nuestros hijos vivan menos que sus abuelos”.

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