Sánchez abre la puerta a Turquía en la UE mientras los expertos le avisan: “No es un socio fiable”

Turquía, una 'democracia imperfecta', lleva casi sesenta años tocando a las puertas de Europa. Su adhesión a la Unión Europea está llena de grandes obstáculos, para muchos expertos los mismos –o más– de los que el país presentaba en 1963.

La clave de la posición de la Unión Europea sobre la adhesión de Turquía modula entre el avance imparable hacia una reislamización y la deriva autoritaria del Gobierno de Erdogan. Además, los avances en materia de derechos fundamentales se han estancado en Turquía, donde la falta de libertad de expresión sigue siendo uno de los principales problemas. Todo un cúmulo de circunstancias que impiden el avance de su integración.

Este miércoles, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, presidieron en Ankara la VII Reunión de Alto Nivel bilateral. Durante una de sus intervenciones, Sánchez demostró su apoyo para que Turquía forme parte de la Unión Europa obviando, entre otras muchas cuestiones que imposibilitan el desbloqueo de esta situación, la salida del país del Convenio de Estambul sobre la prevención y la lucha contra la violencia machista. “Nos une una histórica apuesta porque Turquía forme parte de la Unión Europea”, aseveró el presidente español.

“No se da un sólo elemento básico para que Turquía pueda incorporarse a la UE”

“Turquía, la Turquía de Erdogan, está muy alejada incluso de los parámetros que en su día motivaron la petición de adhesión de Ankara a la Unión Europea”, ha manifestado a COPE Chema Gil-Garre, codirector del Observatorio Internacional de Seguridad. “Erdogan no es que haya congelado la evolución democrática y los Derechos Humanos fundamentales en Turquía, sino que ha retrocedido sensiblemente. El régimen de Erdogan ha comprado todos los medios de comunicación, con lo cual no hay libertad de expresión”, ha matizado el experto.

Gil-Garre ha afeado las declaraciones de Sánchez, y ha apuntado que ante “esta operación de blanqueamiento” debemos de mantener “las mejores relaciones con Turquía, pero sin dejar de ser asertivos en cuanto a la exigencia absoluta y total de un país que se desarrolla desde parámetros contrarios a los valores de la Unión Europea”.

La decisión que se adoptó en la cumbre de Luxemburgo de 1997 de no incluir a Turquía entre los diez países candidatos que se incorporaron en mayo de 2004, ni entre los otros dos que lo hicieron más tarde, en 2007, tuvo como consecuencia un distanciamiento con Ankara. En ese momento, prácticamente se rompieron sus relaciones con Bruselas.

Los puntos de tensión que se abren hoy con la Turquía de Erdogan son numerosos. Las continuas disputas de Turquía con países miembros de la UE como Grecia o Chipre o las acciones militares turcas en el Mediterráneo oriental son inconcebibles desde una perspectiva comunitaria.

Según el experto, “esa bonhomía” respecto a la incorporación de Turquía a la UE “resulta incomprensible” cuando no hace tanto tiempo Grecia tuvo que enfrentarse a una situación en la que “Turquía se estaba comportando como un verdadero Estado pirata en el mar Egeo poniendo en peligro la vida de inmigrantes que se encontraban el alta mar”.

El codirector del Observatorio Internacional de Seguridad también ha destacado la “falta de lealtad” de Turquía con “Europa y el resto del mundo” por su permisividad a la hora de ser vía de acceso para “los miles de yihadistas que han salido de Europa para incorporarse al Dahes”. “Todos han pasado por Turquía, y como analista de seguridad nadie me va a convencer de que Turquía ha actuado con plena lealtad en la lucha contra el terrorismo internacional”, ha incidido.

“Desde que la versión de los Hermanos Musulmanes de Erdogan se hace con el poder, no podemos afirmar que Turquía sea una democracia plena ni minimamente comparable a lo que son las democracias europeas, lo que impide radicalmente que se pueda ni atisbar su posible incorporación a la UE”, ha concluido.