Sánchez reivindica su liderazgo ante Iglesias para calmar a los ministros del PSOE
Sánchez ha tratado de tranquilizar a los suyos, ya que se aplicará a marcar la agenda para apagar o amainar los fuegos con Pablo Iglesias
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Los propios ministros del PSOE suelen dejarse llevar empujados por una suerte de fe ciega en el líder, lo cual consiste básicamente en desconocer a menudo la estrategia de Pedro Sánchez para, finalmente, aplaudir sus golpes de mano. Sin embargo, en las últimas semanas, el jefe del Ejecutivo ha escuchado en su mismo entorno voces transmitiéndole preocupación. El cúmulo de frentes abiertos por Unidas Podemos ha desbordado el hartazgo de pesos pesados.
Sánchez ha tratado de tranquilizar a los suyos. Él, personalmente, se aplicará a marcar la agenda para apagar o, al menos, a amainar los fuegos con Pablo Iglesias cuando ya se adivinan en el horizonte del 2021 renovados motivos de batalla. Entre ellos, de enjundia, el futuro de la reforma laboral o la revisión de las pensiones. “El Presidente tiene siempre la última palabra”, recuerdan colaboradores que definitivamente han dejado de situar a Yolanda Díaz como el contrapunto del líder de Podemos de lo que debería ser una relación sana entre socios.
Ya en su comparecencia ante las Cortes para hacer balance del estado de alarma, el Presidente reivindicó a Nadia Calviño, convertida en una especie de bestia negra de los morados. Aquel gesto hacia la vicepresidenta económica estuvo lejos de ser casual y, de creer al entorno de La Moncloa, sólo fue uno de otros tantos mensajes destinados al socio minoritario que Pedro Sánchez ya ha empezado a desplegar ante la “cabezonería” de Iglesias que, según se admite a calzón quitado en el ala socialista, “erosiona a las dos partes” del Gobierno.
En lo inmediato, las presiones de la facción podemita para subir el Salario Mínimo Interprofesional o cambiar las mayorías del Consejo General del Poder Judicial han sido definitivamente desoídas y sus intentos de lucir perfil propio van a sucumbir ante el planificado propósito de La Moncloa de rentabilizar el plan de vacunación contra el coronavirus. A pesar de haber traspasado la gestión a las Comunidades, los publicistas de su sala de máquinas están decididos a transmitir la imagen de un Presidente que sin disimulos trae consigo la buena nueva más esperada. Todo al servicio de marcar agenda y, de paso, diluir a un vicepresidente segundo cuyas salidas, según destacan socialistas, lo “están convirtiendo en irrelevante”.
El mayor temor de Iglesias es, precisamente, quedar desdibujado cuando todas las encuestas le otorgan pésimos resultados. También aquellas manejadas en el Palacio de La Moncloa donde observan que Podemos “sólo aguanta en Madrid y en Cataluña”. Ese mismo Pablo Iglesias trató de colarse en la rueda de prensa posterior al penúltimo Consejo de Ministros del año con un vídeo reivindicando la autoría tanto del decreto antidesahucios como el de la suspensión de los cortes de suministros básicos. La contraprogramación llevó a María Jesús Montero a aseverar que “nosotros estamos en la política de las cosas y no en las cosas de la política”. Y Carmen Calvo remató: “El trabajo del Gobierno es coral, no de un solista”.
Una particularísima manera de endurecer las relaciones porque, aseguran en La Moncloa, “el protagonismo habrá de ganárselo” Unidas Podemos a diario ante un horizonte de tres años de Legislatura con Pedro Sánchez en la cúspide, decidiendo dónde se pone el foco y quien lo rentabiliza en el Gobierno.