Santamaría, la mujer que no pudo con Fuenteovejuna

La renovación, al final, no vendrá de la mano derecha de Rajoy, con quien estuvo en el Palacio de la Moncloa durante siete años

Santamaría, la mujer que no pudo con Fuenteovejuna

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Soraya Sáenz de Santamaría no ha logrado hoy concitar el apoyo de su partido para ser la sucesora de Mariano Rajoy, y pese a contar con el favor del mayor número de militantes en la primera vuelta no ha podido con la unión de todas las demás fuerzas del PP en su contra. Por eso, y porque todos los que no querían que fuese la líder del PP se han sumado al proyecto de Pablo Casado, Sáenz de Santamaría ha perdido la batalla. Ha vencido Fuenteovejuna.

La renovación, al final, no vendrá de la mano derecha de Mariano Rajoy, con quien estuvo en el Palacio de la Moncloa durante siete años y antes fue su portavoz parlamentaria en la oposición. Y no le corresponderá a ella, que fue la coordinadora del Ejecutivo, la que lidere este nuevo proyecto en el que el PP debe, cuanto antes, lamerse las heridas de haber perdido el poder y prepararse para las próximas carreras electorales. De ella, y de lo que le ofrezca Pablo Casado, dependerá ahora si quiere formar parte de algún modo en el proyecto del nuevo líder.

Cuando Rajoy anunció su marcha, pocos dudaron de que Soraya Sáenz de Santamaría fuera a presentarse, y mientras otros aspirantes -como Casado y María Dolores de Cospedal- han asegurado que se decidieron tras el paso atrás de Alberto Núñez Feijóo, la exvicepresidenta nunca lo ha hecho. Tenía claro que no le importaba enfrentarse al que para muchos era sucesor natural. "Hay dos rondas y yo ya he ganado una", se empeñó una y otra vez en recalcar la candidata hasta llegar a la votación de hoy, en una campaña en la que también ha asegurado haberse "mordido la lengua" muchas veces para mantener la campaña "en positivo" que se había propuesto y no meterse con sus compañeros.

Ayer, Mariano Rajoy prometió lealtad hacia su sucesor. Y lealtad ha ofrecido también hoy Soraya Sáenz de Santamaría, quien pese a tener enfrente a todos los demás candidatos unidos ha insistido hasta la derrota de hoy en que tenía que ser ella la que liderase la integración.

Esta vallisoletana nacida en 1971 trabajó como asesora de Rajoy cuando era vicepresidente del Gobierno de José María Aznar y cuando, más tarde, entre los años 2003 y 2004, fue secretario general del PP. Llegó al Congreso en el año 2004, con 32 años, en sustitución de Rodrigo Rato y ese mismo año, en el congreso en el que Rajoy fue elegido presidente del PP, fue nombrada secretaria ejecutiva de Política Autonómica y Local. Tras el convulso cónclave del PP en Valencia en 2008, Rajoy la escogió como portavoz del partido en el Congreso, cargo que ocupó 2011. Y a finales de ese año, esta licenciada en Derecho y abogada del Estado se convirtió en la mujer fuerte del Gobierno de Rajoy: Vicepresidenta, ministra de la Presidencia y portavoz del Ejecutivo. Y además se hizo cargo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Un trabajo que no estuvo exento de dificultades, como cuando le tocó en su primera rueda de prensa tras un Consejo de Ministros explicar las duras medidas de ajuste que tomaba el Ejecutivo para afrontar la crisis económica. Elegida de nuevo diputada del PP en los comicios de diciembre de 2015, continuó como vicepresidenta en funciones en la XI legislatura, la más corta de la democracia y en la que no hubo acuerdo para formar Gobierno.

Tras la repetición de las elecciones de junio de 2016 y con el nuevo gobierno nombrado por Rajoy, el 3 de noviembre de 2016, Soraya Sáenz de Santamaría siguió en la Vicepresidencia y asumió las competencias de Administraciones Territoriales, aunque cedió la portavocía a Íñigo Méndez de Vigo. Se convirtió así en la abanderada del Gobierno para hacer frente al desafío secesionista de Cataluña, que muchos en el PP consideran que ha sido su piedra en el zapato, si bien quienes la apoyan hablan de sus incontables esfuerzos por reconducir la situación. Cuando el pasado 31 de mayo, durante el debate de la moción de censura del PSOE, Mariano Rajoy abandonó su escaño y optó por quedarse en un restaurante toda la tarde, fue ella quien permaneció en el hemiciclo dando la cara por un Gobierno que tenía ya las horas contadas. Una imagen que para sus partidarios es ejemplo de la dedicación mostrada por Sáenz de Santamaría, quien además, subrayan, ha sido en todos estos años, según todas las encuestas, la favorita del Ejecutivo.

Pero los compromisarios no han hecho caso, al final, de esos sondeos, como tampoco de las advertencias de la hasta ahora candidata de que solo ella podía reunir a todo el centro derecha bajo su paraguas, mientras sugería que Casado se ha escorado demasiado. En estos días, Soraya Sáenz de Santamaría ha asegurado que seguirá en política porque la política es su vida, y se siente orgullosa de ejercer esta tarea, pero habrá que ver ahora qué puesto tiene pensado Pablo Casado para ella, y si le convence para continuar en la primera línea. A buen seguro peleará, en cualquier caso, para que los suyos estén presentes en la nueva dirección del PP. No en vano les ha votado hoy más del 40 por ciento de los compromisarios.

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