Solo el 8% de universitarios son independientes económicamente: la privada se vuelca más en las prácticas

La implantación del 'modelo Bolonia' hace imposible compatibilizar estudio y trabajo

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Sefi García

Publicado el - Actualizado

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Solo el 8% de los estudiantes universitarios son independientes económicamente. El resto dependen de sus padres para continuar sus estudios. Las exigencias académicas tras la implantación del “modelo Bolonia” hacen imposible compatibilizar estudio y trabajo. Las privadas, además, aplican mejores herramientas para que sus titulados consigan trabajo.

Sólo un tercio de los estudiantes universitarios tiene un trabajo remunerado, según un informe de la fundación BBVA. Para sufragar sus gastos, casi la mitad depende de la ayuda de la familia y el resto se distribuye entre el trabajo, ahorros o becas. 7 de cada 10 universitarios sigue viviendo en casa de sus padres y del 30% que vive fuera de ella, la inmensa mayoría dependen económicamente de sus progenitores, ya sea total, más de la mitad, o parcialmente (40%), mientras que sólo un 8% se declaran totalmente independientes. Los que continúan viviendo en el domicilio familiar creen que no podrán emanciparse, de media, hasta casi los 27 años.

Casi imposible estudiar y trabajar

La implantación del Modelo Bolonia, pone muy difícil a los universitarios compaginar un trabajo con los estudios, cuenta a COPE María Fernández Mellizo-Soto, profesora de la Universidad Complutense y experta en sociología de la educación, “porque se fomenta que los estudios universitarios sean más prácticos y que la evaluación sea más continua, en base a más trabajo práctico, y menos dependiente de un examen y esto se ha entendido y se ha llevado a la práctica valorando la asistencia a clase y haciendo que el alumno esté más implicado, que está bien por un lado”.

Pero hay otro aspecto, señala, que dificulta compaginar trabajo y estudios universitarios “el cambio de calendario, las dos convocatorias está muy cerca una de la otra y se celebran antes del verano, y esto impide que se pueda estudiar antes del verano para sacarse las asignaturas, como cuando la segunda convocatoria era en septiembre. A esto recurría mucho este perfil”.

La consecuencia es que “que el universitario tenga que ser estudiante a tiempo completo, muy implicado, que va mucho a clase, que prácticamente tiene casi solo una convocatoria porque está una muy cerca de la otra y esto hace casi imposible que se pueda compatibilizar con un trabajo”.

La vocación por encima de todo

La vocación es el motor que impulsa a los universitarios en la elección de la carrera, seis de cada 10 aseguran que es lo que les mueve, por encima de la salida laboral, señalada por el 14%.

Los que ya están como Alba, decidieron en función de sus gustos. Ella optó por “estudiar periodismo, y como conseguí una nota mejor de lo que esperaba en selectividad, me decanté por hacer un doble grado con humanidades”. A Gloria le gusta la economía y la informática. Se decantó también por un doble grado “que agrupa a las dos porque me pareció una gran oportunidad este grado para agrupar las dos ramas que me gustaban”.

Incluso los que se sientan este curso por primera vez en un aula universitaria, anteponen mayoritariamente la vocación a la inserción laboral. Como Mario que desde siempre tenía muy claro “que quería estudiar historia”.

O los que cambian de idea tras el primer año. Es el caso de Lucas. “A mí siempre se me dio muy bien las Matemáticas y la Física -nos cuenta-, y, desde pequeño, me habían dicho que si se me daba bien eso, era lo que tenía que estudiar y trabajar de algo así. El primer año de Física me di cuenta de que, por muy bien que se me diese, no me lo estaba pasando bien, no me apasionaba y no era feliz realmente. Así que, me cambié a otra cosa que aunque no se me daba también, sí que me hacía ilusión estudiar”. Y se cambió a diseño de videojuegos.

La gran mayoría (hasta el 80% según la titulación) repetirían esos estudios. Los universitarios testados por la Fundación BBVA calculan que no podrán independizarse al menos hasta los 27 años. La búsqueda de empleo, su inserción laboral, es otra pelea que en este caso pierde la universidad pública.

Los recursos para la inserción laboral

El problema más acuciante está en las expectativas, en especial las relacionadas con la empleabilidad, las prácticas profesionales y la bolsa de trabajo de sus universidades: ahí se encuentra la mayor distancia entre los objetivos y la consecución: la expectativa de los universitarios se sitúa en el 8,4 sobre 10.

Es el debate recurrente sobre cómo debe afrontar la Universidad su relación con la empresa. Los alumnos valoran la adecuación a la realidad, en un 5,5. Con grandes diferencias además entre los estudiantes de las universidades públicas, que las puntúan con un 5,2 y los de las privadas, que elevan al 7 su calificación. “Y esto es algo que tiene que hacer reflexionar a la pública porque es verdad que la privada se vuelca más en las prácticas en la bolsa profesional-reconoce la profesora Fernández Mellizo-Soto- la universidad pública tiene que seguir trabajando en mejorar la formación práctica y la inserción laboral”. Mejores instalaciones, mejor material, mejores laboratorios, más medios en las universidades privadas según sus alumnos.

¿Cuantos alumnos abandonan los estudios universitarios?

La universidad sigue siendo una opción muy atractiva para nuestros jóvenes. Un millón setecientos mil optan por estos estudios, pero no todos los terminan. La media española de abandono sin embargo, aun siendo trágica, no es muy alta. Está más o menos en la europea: algo menos de un 12%, pero es cinco veces mayor en los centros a distancia (el 33%) que en los presenciales (el 7%). Entre las razones, las hay menos problemáticas “como en los estudiantes de informática que dejan la carrera porque a mitad de estudios les ofrecen puestos de trabajo bien remunerados”, nos dice la experta en Sociología de la Educación, más problemáticos “en humanidades por el desencanto con los estudios y la mala inserción laboral” y dramáticos “por razones económicas, cuando hay algún tropiezo, pierden la beca y se encarecen las tasas”.

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