La Moncloa eleva hasta los 8 puntos el desplome del PP con su guerra interna

Sánchez revive a sus filas tras la irrupción de Casado en 'Herrera en COPE'

Pedro Sánchez y Pablo Casado

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Pablo Casado se encuentra en una ratonera”. Esta frase ha sido pronunciada con profusión en las sentinas de La Moncloa tras romper el líder del PP su silencio en Herrera en COPE. La entrevista, atestada de cargas de profundidad contra Isabel Díaz Ayuso, resonó con contundencia en el PSOE, provocando riadas de WhatsApp entre dirigentes. “¡Ejecución cruenta!”, rezaba uno de los mensajes. Los móviles echaron humo. En la sala de máquinas han tasado una bajada inmediata de entre 6 y 8 puntos en la estimación de voto de los populares.La caída irá a más”, avisan ante la sucesión de acontecimientos. La quema, a pesar del intento de Génova de dejar atrás la crisis con un carpetazo al expediente contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, supone agua de mayo para Ferraz.

Las ocasiones las pintan calvas. La guerra en el PP ha servido en bandeja al cuartel general socialista la oportunidad para resucitar en la Comunidad de Madrid después del derrumbe hasta su peor resultado en las elecciones de mayo de 2021 y lanzar la figura de Juan Lobato, a la sazón secretario general del PSOE-M. Ruedas de prensa en Ferraz, denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción por los presuntos delitos de tráfico de influencias y malversación de caudales públicos por el contrato con una empresa vinculada al hermano de Díaz Ayuso, además de una larga batería de iniciativas en ciernes para sepultar a los populares en su crisis.

Un plan sencillo y electoralmente idóneo para sus intereses: Llenar el vacío político y quemar la marca “PP”. La ofensiva sirve además a Pedro Sánchez para revivir al mismo PSOE. Hasta el estallido de la gran trifulca entre la sede de Génova y la Puerta del Sol el desconcierto era el estado de ánimo que definía las filas socialistas. Según iba quedando atrás el teatro electoral de Castilla y León, el subconjunto formado por diputados y cuadros medios habían empezado a venirse abajo, escamados muchos de afrontar “un punto de no retorno”. El 13-F mordieron el polvo y había quienes sostenían haberlo visto venir ante la erosión de las siglas.

Esas voces socialistas eludían los paños calientes entregándose a la frustración ante un calvario que contemplaban difícilmente reconducible. Decepción, enfado, nervios. Eran sentimientos entre miembros del Grupo Socialista en el Congreso que se preparan para más tragos difíciles. En La Moncloa y en Ferraz venían exigiendo confianza ciega en Sánchez. Con llamadas a relativizar el veredicto de las urnas. Así actuaron al ventear la cosecha del 30% de los votos en un feudo tradicionalmente conservador como Castilla y León para defender la buena forma del PSOE. Los costes de la habilidad socialista de menguar en más de 100.000 papeletas eran orillados para exprimir el fracaso de Casado en la apuesta y su entrega a Vox.

Y en esa lógica encajaban jugar la partida de la abstención del PSOE con el precio imposible de asumir por el PP del cordón sanitario a los de Santiago Abascal en cualquier circunstancia y en toda España. En el núcleo duro estaban convencidos de que Alfonso Fernández Mañueco gobernará con Vox. Tardarán más o menos en vestir el pacto, pero lo dan casi por rubricado. Ahora ya con mayor énfasis si cabe ante la crisis desatada entre Casado y Díaz Ayuso. Incluso hay en el entorno de Pedro Sánchez quienes mantienen queel PP sólo se ha negado en redondo a ceder a Vox la portavocía” del nuevo Gobierno de la Junta de Castilla y León.

La política se juega a largo”, ratifican cercanos a Pedro Sánchez como una recomendación de mirar con perspectiva ante el “suicidio” de los populares. Aun así, el equipo presidencial está imbuido en realizar distintos análisis de lo acontecido en Castilla y León. Tras ello, deberán tomarse decisiones cruciales cuando el foco se traslade a la siguiente meta electoral, Andalucía, un feudo clave, y de inmediato habrán de volcarse en las municipales y autonómicas de 2023. El escenario ha dado un giro de 180 grados con los acontecimientos en Madrid. “Los ánimos acabarán muy bajos en el PP. Les va a hacer falta mucha terapia de grupo”, subrayan estupefactos cargos socialistas. “Las cosas solo pueden irnos muy bien”, predice frotándose las manos el estado mayor del partido.