Sánchez acusa el desgaste de un Gobierno pensado para tirar de la "recuperación"

En La Moncloa llaman a sus filas a no dejarse desmoralizar por las dificultades

Sánchez acusa el desgaste de un Gobierno pensado para tirar de la “recuperación”

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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A medio camino entre la constatación de la debilidad parlamentaria y avisos a navegantes, para los socios de investidura. Así se mueven los socialistas. Se encadenan las dificultades, los tiros en el pie – el pacto con Bildu para salvar junto a pequeñas fuerzas el decreto anticrisis –, el abandono de ERC ante la crisis del espionaje. Todo cuesta arriba y con numerosas curvas. La incertidumbre de la guerra sobre suelo europeo, el recorte de previsiones gubernamentales de crecimiento al 4,3% para 2022 (2,7 puntos menos que en las anteriores estimaciones del 7%) y además el debut de Alberto Núñez Feijóo al frente del PP suponen nuevas sombras.

Pedro Sánchez creyó disfrutar en la segunda parte de la Legislatura de las mieles de los fondos europeos. Y por el contrario el sueño se le ha vuelto pesadilla. La audacia, creada o real, siempre atribuida a Sánchez da la razón a quienes en el mismo PSOE reconocen que el Presidente debió ser más conservador en la remodelación de su Gobierno del 10 de julio de 2021. El principal motivo pasa por las consecuencias de una guerra en Ucrania que ha cambiado totalmente el paso del mundo y ha embalado los males en España. El escenario de un acelerado deterioro económico nunca fue contemplado en La Moncloa. Todo lo contrario.

Era uno de esos presagios imposibles de vaticinar”, defienden cuadros socialistas. Para muestra, precisamente, los cambios acometidos en el Ejecutivo con el arranque del pasado verano para afrontar el segundo tramo de la Legislatura y el ciclo electoral. La carta de presentación de Sánchez debía ser, sostenían los suyos, el resorte de los fondos europeos para consolidarse en el poder otros cuatro años. En el guion encajaba además el final de la pandemia. La estrategia propagandística de la salida del túnel carecía sobre el papel de aristas.

“Comienza el Gobierno de la Recuperación. Un Gobierno (…) para aprovechar una oportunidad excepcional de poner en pie una España mejor”, reivindicó Sánchez como resumen a la crisis que dio entrada a insospechadas caras con la pretensión de simbolizar un relevo generacional. La nueva página quedó servida con una mayor coordinación en el flanco socialista, entre La Moncloa y Ferraz y los Grupos en las Cortes, según sostienen. “Todo fluye más”. Pero ha dejado al descubierto un flanco que, al darse la vuelta el panorama, ha resultado motivo añadido de alarma. El Ejecutivo, llamado a dar impulso, apenas “levanta cabeza”.

Este Gobierno estaba pensado para desfilar por París, pero le ha tocado desembarcar en Normandía”, dictan sentencia cuadros socialistas. Esa frustración ha venido servida en el clima ambiental porque el Gabinete está en el centro del tablero. Y además aparece a la defensiva. La inquietud se ha visto alimentada ante la convocatoria de las urnas andaluzas del 19-J por la trifulca con ERC. La Moncloa llama a “no dejarse desmoralizar” ante el supuesto “nuevo PP” de la “oposición de Estado” de Feijóo que, sin embargo, “sigue en compañía de Vox”. Intramuros del palacio presidencial han interiorizado la erosión del bloque de la investidura, pero sacan pecho por salvar con mayoría absoluta el Plan de Respuesta a la Guerra.

Desde luego, el núcleo duro de Sánchez está decidido a reconducir la relación con ERC que puede dejar la Legislatura en “cuidados intensivos”. “Hay que ofrecer más”, repiten algunos, aunque siempre descartando la caída de Margarita Robles. La rapidez en la puesta en marcha de la comisión de Secretos Oficiales - tras forzar gracias el cambio de las mayorías la entrada de ERC, Bildu, JxCAT y la CUP - es reivindicada desde La Moncloa. Confían en que la comparecencia de la directora del CNI, Paz Esteban, zanje la controversia. Su informe, por cierto, está listo. Aun así, colaboradores del Presidente se dejan en cuarentena la rotundidad del rechazo a una comisión de investigación en el Congreso.