Sánchez convoca a la coalición para tratar la reforma laboral bajo el amago Díaz de un 'careo' con Calviño
La Moncloa observa en la ministra de Trabajo la beligerancia de Pablo Iglesias
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Este 2 de noviembre viene marcado en rojo en la agenda de Pedro Sánchez que ha emplazado a un encuentro a Nadia Calviño y Yolanda Díaz, y a los titulares de Hacienda, María Jesús Montero, de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría, para fijar la posición gubernamental en la mesa de diálogo social. El “contenido” de la futura legislación es, a la postre, el quid de la cuestión para las dos órbitas del Ejecutivo. La mera convocatoria de la reunión dejaba en entredicho la versión oficial de La Moncloa que ha buscado minimizar de forma insistente el alcance de la crisis. Pero aún hay más.
Y es que uno de los momentos álgidos del enfrentamiento, el martes pasado por la tarde, hace ahora justo una semana, cogió a Díaz iniciando un viaje oficial a Roma. Una estancia de menos de 24 horas que la vicepresidenta segunda llegó incluso a plantearse adelantar su vuelta a Madrid para tirar por la calle de en medio y reclamar un cara a cara a solas con Calviño, en medio de su animadversión mutua en boca de todo el Ejecutivo. Finalmente, Díaz cumplió con su agenda y renunció a dar ese salto de envergadura que hubiera recrudecido aún más la inestabilidad interna y supuesto un antes y un después devastador en las relaciones de la coalición.
La presión de Yolanda Díaz se desinfló ante las negociaciones abiertas entre las partes que culminaron en una tregua, incluyendo la implicación de Sánchez. Por ello, las filas moradas presentan como un logro suyo la intervención del jefe del Ejecutivo. Con Yolanda Díaz sin ofrecer señales de agachar la cabeza, el Presidente decidió tomar las riendas y celebrar esa suerte de “cumbre” a la que la representante de Unidas Podemos acude con altas dosis de escepticismo y bajo el temor al frenazo de contenidos ya negociados en la mesa del diálogo social. En frente, el ala socialista ha llegado hasta aquí exhibiendo una pretendida seguridad en resolver las diferencias internas con la reforma laboral y lo ha hecho cargado de eufemismos como “modernizar” o “actualizar”, giros, para sortear el verbo “derogar”. Pedro Sánchez, alineado con Calviño, ha acotado los cambios a “algunas cosas que se hicieron mal en 2012”.
Hay, no obstante, mucha letra pequeña por acordar con Yolanda Díaz aferrada al acuerdo de Gobierno de coalición, enarbolando la derogación íntegra de la reforma laboral. El día a día en el Gobierno puede hacerse realmente complicado. Las comparaciones suelen ser odiosas. Pero intramuros de La Moncloa ven a Díaz mimetizada con la estrategia aplicada por Pablo Iglesias de airear las tensiones internas que para el otrora vicepresidente eran necesarias para visibilizar al socio minoritario. Ante los nubarrones, Sánchez tendrá cada vez más complicado presumir de vivir mejor con Díaz si tira de la beligerancia de Iglesias para gestionar los enfrentamientos. El giro táctico de Yolanda Díaz ha dejado perplejo al entorno presidencial que ya evidenció su malestar con ella por tensar las costuras de la coalición.
Piedras contra su propio tejado, incidían desde la órbita socialista, cuando “quien decide es el Presidente” y él “reparte el juego para mantener el statu quo” del Gobierno. Las hostilidades han marcado, a sus ojos, un punto de inflexión con el ala morada. Sánchez ha podido otorgar a Díaz el liderazgo en la recta final de la negociación de la reforma laboral, pero tal concesión - bajo control además de Calviño y de Escrivá - es en “el continente” y no en “el contenido”, según dejaban caer desde el equipo presidencial de puertas adentro. Aunque quién se sienta a la mesa determina a menudo el qué. Curtidos en sobresaltos, descuentan la necesidad de lanzar en la legislación mensajes con la Comisión Europea como destinataria y, por tanto, va a resultar “inevitable” que Nadia Calviño salga, al menos en parte, victoriosa. De ahí que vislumbre el ala socialista en el horizonte nuevas curvas.