Sin micrófonos | El plan de Sánchez: Captar 1,2 millones de votos de Podemos

El tablero político anda recomponiéndose. El PSOE ha arrancado una etapa a dos años vista. Pedro Sánchez ha hecho su cálculo para asegurarse un valioso trasvase de votantes.

Pedro Sánchez

Ricardo Rodríguez

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El PSOE quiere sacar del mapa a Podemos. O, al menos, propinarle el abrazo del oso. Pedro Sánchez considera ganada la batalla de la izquierda a Pablo Iglesias, pero mantiene pendiente la asignatura de afianzar su distancia para ser alternativa real de Gobierno y, desde esa posición, conquistar de nuevo el centro. De ahí la estrategia del secretario general de iniciar el 2018 como azote de la banca con nuevos gravámenes, el líder político que se postula contra las “élites” y, en cambio, cómplice de clases medias y bajas. Todos sus pasos prometen ir en esa misma línea.

Sánchez tiene meridianamente claro que la recuperación de sus siglas debe venir de terminar de despegarse del aliento de Iglesias sobre su cuello. Algo que da por hecho que ya ha logrado. El PSOE aparece como segunda fuerza, según todas las encuestas. Sus previsiones son todas al alza. Así circula en más de un papel por los despachos de Ferraz. El entorno de Sánchez augura a la Cadena COPE que la demoscopia mantendrá la tendencia alcista. “La gente necesita de una referencia de izquierdas y la está hallando en Pedro”, sentencian en la Ejecutiva Federal.

Quienes deciden cambiar de voto se suelen tomar su tiempo, nunca es una decisión instantánea, pero en la sede de Ferraz aseguran detectar un trasvase de apoyos de los morados – derivado de la desorientación estratégica de su dirección - a su zurrón, que algunos consultados cifran ahora mismo en unos 500.000 votos. Esto es, alrededor del 10% de los algo más de 5.000.000 de sufragios obtenidos por Pablo Iglesias en las pasadas elecciones generales de 2016. Las cuentas socialistas aspiran a “robar” hasta el 24%, en torno a 1.200.000 votos. Podemos ha destruido su capital como partido nacional, según aseveran en la cúpula del PSOE.

A tal fin, Pedro Sánchez necesita tiempo. Así lo ha insinuado públicamente: “La política es una suerte de carrera de fondo y a mí me gustan las distancias largas. Yo soy un corredor de fondo”. Por debajo del rifirrafe más partidista, el secretario general del PSOE sueña con disponer para afianzarse de dos años por delante, hasta las generales previstas para 2020. Sus más estrechos colaboradores quieren creer de hecho que el PNV acabará apoyando los Presupuestos Generales del Estado. Si no hubiese cuentas, la Legislatura tendría fecha de caducidad, que incluso podría ser antes de las autonómicas y municipales de 2019. A Sánchez no le conviene tal escenario y traslada en privado su sorpresa ante la hipótesis de un portazo de los nacionalistas vascos.

Así las cosas, Pedro Sánchez ha quitado definitivamente a Pablo Iglesias el traje de “socio preferente”, aunque continúa desdeñando la robustez de Albert Rivera. El secretario general del PSOE todavía niega a C's capacidad suficiente para despojar al PP de la hegemonía del centro-derecha. Y fija su rival a batir: Mariano Rajoy.

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