Ferraz se “lava las manos” ante la auditoría que acecha a Susana Díaz

El desalojo de la Junta mantiene en vilo a la dirección federal del PSOE, con la duda de si Díaz superará una auditoría del gobierno autonómico

Ferraz se “lava las manos” ante la auditoria que acecha a Susana Díaz

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Al guión que La Moncloa y Ferraz desearían para Susana Díaz les ha salido un renglón torcido. Otro más. Esta vez hasta lo tienen por escrito, negro sobre blanco, en el doble acuerdo del PP con Ciudadanos y con Vox, esos mismos a los que Pedro Sánchez ha definido como los “voxonaros” de la política, y pasa por la gran auditoría de la Junta de Andalucía para limitar el conglomerado de empresas públicas fundaciones y todo tipo de entes públicos que constituyen la conocida como administración paralela. La iniciativa puede proporcionar a Juan Manuel Moreno Bonilla y a Juan Marín un arsenal valioso contra el PSOE, en plena cuenta atrás electoral.

Por si acaso, el entorno de Pedro Sánchez mira de reojo a ese inminente Gobierno del “cambio” temiendo que esa anunciada auditoría les desborde con un chorro de revelaciones sobre la enorme red de “chiringuitos” públicos. Cruzan los dedos y niegan, de manera preventiva, cualquier vinculo con la etapa en que la saliente Díaz ha ocupado el Palacio de San Telmo. La misma federación andaluza ha gozado de autonomía absoluta. El sanchismo, de hecho, ha carecido de espacio alguno. Circunstancia que, precisamente, aspira a resolver la sede de la calle Ferraz con la renovación del PSOE-A.

Ello no quita para que, internamente, entre cercanos a Sánchez, se haya percibido inquietud por ese anuncio de “levantar las alfombras” y, ante todo, por desconocer lo que pueda surgir de los cajones. Así lo ha constatado la Cadena COPE.Alegada su ignorancia, ajenas a los resultados de esa auditoría, las fuentes consultadas insisten oficiosamente en que nada de lo que pueda surgir “afectaría en modo alguno al PSOE”. Al fin y al cabo, aseveran, han sido casi cuatro décadas de un tinglado que evidentemente contribuyó, a sus ojos, a minar la confianza de los votantes progresistas hacia las siglas socialistas.

El escenario no sería cómodo de manejar pero la Ejecutiva Federal, en ningún caso, cargaría con ese baldón que puede poner sordina a los planes del Gabinete de Pedro Sánchez. “A ver qué pasa en el PSOE-A”, sentencian para ahuyentar cualquier futura responsabilidad. Diferentes interlocutores han venido abundando sin ambages en tender ese cortafuegos, en cavar una fosa. Porque, a pesar de su atrincheramiento como jefa de la Oposición, Susana Díaz ya es pasado para Ferraz. Sigue, por tanto, el enfrentamiento abierto en canal. 

Sánchez ha apretado de nuevo el botón de la cuenta atrás. Lo encendió de manera apresurada la misma noche del 2-D para quitarse de en medio a Díaz. Ahora está en marcha con la vista puesta en las elecciones del 26 de mayo. En el día después, aunque es imposible saber cómo van a discurrir. Los sanchistas, tratados como parias, se han frotado las manos, recreándose en ese tiempo de descuento ante un asalto al PSOE-A, pero una hipotética mejora de los resultados electorales, gracias a una presumible movilización de la izquierda, recorre ya la organización. "¿Entonces qué?" La pregunta transita por los pasillos de la misma sede de Ferraz. 

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