Pedro Sánchez cava un cortafuegos para protegerse de Susana Díaz

El entorno del presidente del Gobierno se consoló pensando que la única culpa de la debacle este 2-D la tuvo la presidenta de la Junta de Andalucía

Pedro Sánchez en Argentina

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Las luces la sede de Ferraz se apagaron en la noche de este 2 de diciembre dejando tras de sí únicamente argumentario y un estruendoso desmarque de Susana Díaz, todavía presidenta de la Junta de Andalucía, que encabezó una campaña “de trámite”, basada en “una excesiva confianza en sus posibilidades”. Esa resultó ser la conclusión general que recorrió la arquitectura seriamente dañada del PSOE. Otra parece más bochornosa: Nadie, absolutamente nadie, del entorno de Pedro Sánchez presagió tal descalabro sin paliativos. 

El tramo final de la carrera a las urnas encendió luces rojas en el cuadro de mandos ante la entidad que cobraba VOX, además de venirse hablando de una campaña carente de gancho y de la falta de fuerza de la candidata, pero en ningún caso sospecharon un desalojo de San Telmo. En rueda de prensa desde Buenos Aires, al término de la cumbre del G-20, Sánchez se descolgó pidiendo “que no haya bloqueos” y “que se deje gobernar a quien gane las elecciones”. Aquella solicitud del presidente del Gobierno, formulada en el día de reflexión, auguraba un mal resultado, uno ajustado, pero nunca tal terremoto. 

La consecuencia, según aventuraron cercanos a Pedro Sánchez, será un proceso largo y complejo, “en el que todos los escenarios están abiertos”, también el del adiós de la propia Susana Díaz del liderazgo del PSOE-A. Antes de llegar a esa pantalla, eso sí, la presidenta tiene en sus manos agotar todas las vías en sus manos para tratar de mantener el poder. Coordinados, Ferraz echó una mano invocando el cordón sanitario, pretendido por Díaz, para frenar a la ultraderecha que identifican con las siglas de Santiago Abascal y con el que buscan sembrar dudas en Ciudadanos y, quizá, hasta una repetición electoral.

Así se ensayará además una jugada que está por ver que cuaje en su electorado, gran parte del cual careció de reparos en darles la espalda y eludió movilizarse en su principal bastión territorial. El envite está servido y, para evitar que el fuego que aviva el desastre llegue a las puertas de La Moncloa, se aleja la posibilidad de una convocatoria de generales, al menos hasta la segunda mitad de 2019. Varios altos cargos coincidían en este punto. Entre otras razones para desechar esa posibilidad, existe el convencimiento de la necesidad de sacar adelante iniciativas de su agenda social. Colaboradores de Sánchez insistieron en descartar comicios mientras tengan apoyos en las Cortes para aprobar reales decretos.

En voz baja, dirigentes socialistas, incluso sanchistas de pro, confesaban: “Yo, en la situación de Pedro, convocaría elecciones mañana mismo”. Una recomendación que, a la vista de la hecatombe en la hasta ahora inexpugnable Andalucía, sin duda hacen suya todos esos barones que deben examinarse el próximo 26 de mayo y, particularmente, en aquellos territorios como Extremadura, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana o Aragón, ahora mismo bajo gobierno del PSOE. Lo lógico será que, desde este 2-D, se estén tentando la ropa.

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