Sánchez se lanza a desdibujar la crisis del CNI que agrava su declive
La debilidad del Presidente obliga a retrasar el Debate sobre el Estado de la Nación hasta julio
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Una crisis larga, enquistada y aún en vías de solución. La escandalera en torno al espionaje se lee de forma inequívoca en términos de derrota argumental por parte de dirigentes del PSOE. El giro estratégico ha sido total y hasta ha buscado poner en el centro de la pelea al PP para anclar el cese de la directora del CNI, Paz Esteban, en la brecha de seguridad de las comunicaciones del Gobierno, presumiendo de actuar con diligencia, poniendo los hechos en conocimiento de la Justicia, a diferencia de otras etapas tirando de “Gürtel” o “Kitchen” como cortinas de humo.
Sin embargo, el Ejecutivo ha quedado de forma inapelable en una posición muy incómoda y posiblemente ha perdido ante la opinión pública la batalla del relato, porque los propios socios de investidura han sosegado los ánimos con la caída de la jefa de los espías. Un mensaje que además de trasladar un mensaje de debilidad de Pedro Sánchez, ocasiona desafecto e incluso una ruptura con parte del electorado socialista en el marco de unas elecciones en Andalucía. Y La Moncloa y Ferraz lo saben. Y todo ello es definitivo para intentar un cambio de paso.
Sánchez necesita ocupar otros espacios, restar foco a Pegasus, y, por ende a la carpeta catalana, y avanzar terreno. Para ello, el equipo presidencial pone toda su maquinaria al servicio del Consejo de Ministros extraordinario de este viernes para aprobar el tope al gas para bajar la luz. El Gabinete aspira a taponar su hemorragia con la venta de un precio máximo de 40 euros el megavatio hora frente a los casi 80 euros de media en el mercado en este último trimestre y pasar directamente a la ofensiva después de semanas de parálisis. Una vez salga el decreto del horno, La Moncloa quiere que coja vuelo, sin freno, durante los siguientes días.
Ganar “visibilidad social”. Es la consigna interna. El pretendido despegue pasa de nuevo por extender la idea de que todo va bien con los fondos europeos. Mucha cifra optimista y mucha promesa sobre uno de los potenciales resortes para consolidar el resto de la Legislatura. En medio de la incertidumbre internacional, el Presidente ha lanzado que “ya hay más de 17.000 proyectos adjudicatarios de los fondos del Plan de Recuperación, con más de 12.000 empresas beneficiarias”. En estos momentos, recuperar el reparto de ayudas de la UE en la propaganda gubernamental suena a música celestial en los oídos socialistas.
Mientras, entre bambalinas, La Moncloa sigue preparando con la Generalitat de Cataluña la reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonés. El encuentro de los Presidentes – ya de cara a la próxima semana - ha emergido como necesario punto de inflexión para devolver las aguas a su cauce. ”Es obligada una solución”, insisten fuera de focos las dos partes. En ese horizonte, Sánchez tiene aún ante sí pasos por dar como la desclasificación del seguimiento a separatistas para rematar el carpetazo a la crisis una comparecencia monográfica el 26 de mayo.
Los canales de comunicación del Gobierno están engrasados con ERC, restando cualquier trascendencia al rechazo de los socios a la Ley de Seguridad Nacional. “Siempre han estado en contrapor considerar que invade competencias autonómicas de la Generalitat”, justifican los socialistas. “Ya llegarán los gestos de distensión”, apuntan. Porque “ha habido cabreo – sostienen en la cúpula del PSOE – y ERC se ha puesto en modo ERC, pero también ha existido – según juzgan - abundante escenificación”.
Sin embargo, el Gobierno ya se ha visto obligado a retrasar de nuevo el Debate sobre el Estado de la Nación hasta julio. La explicación oficial pasa por el "apretado calendario", incluidas las urnas andaluzas, pero gana tiempo para reconstruir la mayoría Frankenstein. La Moncloa llegó a barajar incluso abril, luego mayo y después junio para fijar la cita, pero la actual debilidad fuerza a no exponer al Presidente, metiéndose en negociaciones de propuestas de resolución con los grupos, y esperar a un escenario político más favorable tras la cumbre de la OTAN en Madrid. Un hito marcado en el calendario que usarán los estrategas gubernamentales para proyectar a Pedro Sánchez en su condición de anfitrión de nuestros aliados internacionales.