Sánchez usa La Moncloa para rentabilizar una ruptura con el PP

Aprieta a Casado y hace suyos los nombres de Podemos para el CGPJ

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Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Después de hacer creer en un pacto con el PP para renovar los órganos constitucionales, Pedro Sánchez ha empezado a cambiar su rumbo estratégico y escenificar la imposibilidad total con Pablo Casado. Una comparecencia extraordinaria desde La Moncloa ha servido de marco a Sánchez para escenificar todo un alegato a favor de la entente definida como “única victoria duradera” a la vez que descargaba su desencanto ante la ruptura de las negociaciones: “No se entiende el bloqueo. Desde el Gobierno hemos sido flexibles, planteando alternativas, para lograr el acuerdo. Un acuerdo que debe lograrse siempre sin vetos, buscando con coraje, con audacia y valor, el acuerdo a través del diálogo (…). Aunque sea una victoria parcial”.

Las posibilidades de acuerdo ya habían quedado mermadas al hacerse imposible la renovación global de las instituciones, tal y como aspiró La Moncloa. La meta volante de sellar el nuevo Consejo de Administración de RTVE dejó un sabor agridulce que quedó confirmado en la noche del jueves cuando las conversaciones entre Félix Bolaños, secretario general de la Presidencia, y Teodoro García Egea, “número dos” del PP, derivaron en una vía muerta. El Consejo General del Poder Judicial, auténtica clave de boveda, condujo a la encrucijada. “Los vetos y contra vetos llevan a un callejón sin salida”, sostuvieron desde La Moncloa.

El ala socialista del Gobierno ha aparecido en medio del fuego cruzado entre el PP y Unidas Podemos hasta la puesta en escena de Sánchez cuando ha asumido como propios los nombres de los morados para el órgano de gobierno de los jueces. Esto es, Victoria Rosell y, sobre todo, José Ricardo de Prada, recuperados a sabiendas de ser inadmisibles para los populares. Rosell, actual delegada contra la violencia de género, arrastra su evidente afinidad a Podemos. De Prada fue autor intelectual de la condena a los populares en al sentencia del caso Gürtel.

Ambas figuras han sido defendidas por el jefe del Ejecutivo: “No dejan de ser personas con un currículum, acreditadas, con un compromiso profesional, con una valía profesional....” Sendas apuestas, ante las que no caben los vetos por parte del PP, han servido a Pablo Iglesias a su objetivo último de sabotear el pacto, incluso llegando a poner la cruz a un nombre de la terna popular, Alejandro Abascal, que investiga a su formación. “¿Cómo creen posible incluir al juez que nos ha juzgado?”, avisaban en modo ataque cercanos al vicepresidente segundo.

El entorno presidencial cierra filas con su socio de coalición. Aparentemente, ya no hay nada que hacer. O casi nada, “mientras siga en sus trece Pablo Casado al que consideran, intramuros de La Moncloa, obligado, una vez desatascada la renovación de RTVE, a terminar el trabajo y culminar el desbloqueo de Instituciones”. Sánchez ha eludido consignar sus pasos. “Los irán conociendo, según se vayan realizando”. Pero ya ha recuperado en su discurso la intención de sacar adelante la reforma para delimitar las atribuciones del CGPJ “en funciones”.

Órdago sobre la mesa y, además, el Presidente ha echado mano de forma reiterada del mantra de la política errática del líder popular: “Unos días, hace una cosa y, otros días, hace otra”. “¿Por qué los días paren llegan a acuerdos y los días impares no llegan a acuerdos?” Es la guerra del relato, que Pedro Sánchez ha empezado a desplegar este último viernes de febrero.

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