Las madres herejes de África
Djemila Carole, con 32 años, ha conseguido dignificar a muchas mujeres de su país natal, el Chad
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Joven empresaria y defensora acérrima de los derechos humanos, Djemila Carole, con 32 años, ha conseguido dignificar a muchas mujeres de su país natal, el Chad, al este del continente africano, en donde el arma y la violencia se han convertido hoy en un oficio.
Esto es lo que se percibe desde fuera cuando se mira al país chadiano eclipsando figuras femeninas de armas tomar. Djemila es una de ellas, en quien se despertó la idea de un proyecto empresarial cuando una niña de 15 años le relató su historia. La carne de su carne, la sangre de su sangre, es decir, su padre, la violó. En ese momento no había mundo para la joven, sólo infierno. Djemela se ocupó de ella y le dio una nueva vida.
El terrorífico testimonio de incesto de la joven fue el último impulso que Dejmila necesitaba para levantar su propia empresa destinada a mujeres. Por ello fue invitada a la tercera edición de «Women en Africa» que se celebró recientemente en la ciudad marroquí de Marraquech, en donde las mujeres africanas volvieron a alzar la voz del cambio y de la esperanza a través de la figura femenina.
La empresaria es ya «profeta» en su tierra. Se ha ganado el respeto de las africanas desde que empezó salvando vidas de las jóvenes madres solteras. Una suerte de herejía para las culturas musulmanas en donde las relaciones sexuales sólo se conciben dentro de la institución matrimonial. Djemila trabaja desde hace años en la sensibilización de la sociedad para evitar la exclusión social de las jóvenes madres solteras y peor aún el cruel estigma que se posa sobre la mujer que haya mantenido sexo extramatrimonialmente. Es la vergüenza de todos. Esto recuerda a países árabes como Marruecos en donde el arraigo religioso y la mala interpretación de los textos del Islam condena a estas mujeres al ostracismo.
"En África, las madres solteras representan un cero a la izquierda. Ocupan una posición inferior socialmente porque caer embarazada sin contraer matrimonio previamente es inadmisible", afirmó. Se repiten los mismos patrones del mundo árabe: expulsión del domicilio, abandono de la familia, el riesgo de caer en la extrema pobreza o dejar el bebé en manos de organizaciones o familias que puedan ocuparse de él. Para ella, la democracia en el Chad también pasa por la transformación social de su país. Por la integración de cuantas mujeres han sido marginadas por situaciones de las que no siempre son responsables. Creen en el amor, las parejas les convencen en afianzar la relación y tras dejarlas embarazadas huyen. Ella es diabolizada, él un héroe sobre quien no recae ninguna responsabilidad mayor. Con huir, el tema queda resuelto.
"Por ello creé mi asociación que financié con mis propios fondos". En su centro enseña a las mujeres las labores de la hostelería, la artesanía decorativa y también aprenden peluquería para conseguir una futura reintegración en el país. « Somos 32 voluntarias y desde 2016 hemos acompañado a 380 mujeres de diferentes regiones de Chad. Nuestro sueño es proyectar esta experiencia a una escala internacional» explicó la protagonista de esta historia.
Su combate feminista, su vocación empresarial y musical le han ayudado a romper estereotipos, especialmente en Africa. Cuando menciona la "igualdad de género", la miran como si un extraterrestre se hubiera colocado encima de la tierra pero "hay que empezar". Y su asociación es un buen punto de partida. La mitad de su tiempo se lo dedica al reclamo de la mujer chadiana, mientras que el resto de su tiempo a la música. Como compositora e intérprete de canciones ha conseguido una vitrina exterior que no todas las mujeres alcanzan. Este fuerte compromiso le ha servido para ser premiada en el festival de Marraquech con la categoría de innovación social.
Las tensiones políticas, los desafíos económicos y los problemas endémicos del país relacionados con la pobreza, la climatología, la demografía no permiten que los temas de género se visualicen como un reto mayor. Sin embargo, una mujer emancipada es un lingote de oro para un país que es levantado por la mujer africana y es la que da respuesta al subdesarrollo.
«La mujer es núcleo, es líder, inteligente y se le deja ocuparse no sólo de la familia también de la responsabilidad laboral hará progresar nuestros países más rápido», sentenció Djamela. Y si había alguna duda de ello, las últimas cifras ofrecidas por WIA Women Africa 2019 aseguran que las «mujeres constituyen la mitad de la población africana y producen el 62% de los bienes económicos, pero sólo el 8,5 % son asalariadas». Africa se ha convertido, en pocos años, en el primer continente de emprendimiento femenino con un 27% de mujeres con un negocio a cuesta.