Los vientos de cambio en Argelia

Te contamos en COPE cómo los argelinos se lanzan a la calle a pedir un “sistema civil” y “no una dictadura militar”

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Beatriz Mesa

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El Hirak apareció en Argelia para marcar una nueva era en la historia de este país después del hito de la lucha de la liberación nacional cuando Francia abandonó el territorio y el país magrebí logró su independencia en 1962. Más de medio siglo después, los argelinos se vuelven a movilizar pacíficamente para darse cita otro viernes ante el gran edificio de Correos de la capital y exigir un cambio de sistema, absorbido por la galopante corrupción. 

La particularidad de hoy, con respecto a las anteriores protestas de los últimos tres meses, es que la policía tentó la suerte, lanzó gases lacrimógenos para impedir la concentración pero terminó imponiéndose el pueblo. Un grito en masa de abucheo y victoria inmortalizó el momento.

COPE ha acompañado las protestas desde primera hora de la mañana y a su paso encontró miles de personas, de diferentes clases sociales y afiliaciones profesionales exigiendo reformas en el régimen que empiecen por delegar el poder a los civiles. «Queremos un sistema civil y no una dictadura militar que intervenga en los asuntos políticos», nos gritó una periodista de la radio pública. ¿Miedo?. Ninguno. La calle es el poder del pueblo y su ocupación es una suerte de arma pacífica para conducir el país hacia la segunda República. 

Todos, funcionarios del Estado e independientes profesionales, desempleados, coinciden en que el sistema es insostenible y el actual jefe de Estado, Ahmed Gaid Salah está obligado en escuchar la voluntad popular con la finalidad de frenar cualquier proceso electoral que no introduzca el país en un cambio de régimen. «Las elecciones del 4 de julio no son apoyadas por nadie. No queremos los viejos políticos sino otros rostros alejados de la corrupción», siguió la activista periodista. 

El pueblo argelino recuperó la conciencia política desposeída por la élite militar y las redes clientelistas, industriales y tecnócratas que han controlado durante medio siglo todos los resortes del país, sobre todo los económicos. La instalación, además, de una cultura de asistencia y el cierre en bandas del país al exterior, ha confinado a la población al aislamiento. Pero ahora todo es diferente. 

La sociedad de red contribuyó a que se creara una nueva generación que reivindica con ira libertad, democracia y apertura al exterior. Se refleja en los gritos, eslóganes, paredes, pancartas, banderas argelinas. Los argelinos salen de sus casas en fila india envueltos en las enseñas argelinas y haciendo un recorrido en forma de peregrinaje. «Hemos recuperado también el sabor patriótico. Han sido muchos años de humillación», nos comentó un manifestante, profesor universitario. 

«Hemos venido para no irnos. Los argelinos deben saber que esta es nuestra ocasión y si la perdemos, deberemos esperar otro siglo», manifestó esta vez Ahmed, padre de familia. «¿Puedo hacer un comentario?» ¿qué medio es?», los manifestantes buscan el foco mediático de periodistas para dejar un mensaje. La sed de expresar el sentimiento es tal que los argelinos se interrumpen entre ellos, rápidamente forman corrillos durante la marcha, todos necesitan volcar su ira e indignación.

 «Ahora quiero decir yo que el pueblo está categóricamente en contra del actual régimen militar y esta red de generales. Debemos liberar el Estado y poner el Estado en manos de la nación. Estamos ávidos de justicia y libertad», denunció Mohamed Tala, funcionario. A lo que añadió . «Los medios privados y públicos han servido de instrumentos de propaganda para el clan de Bouteflika (el presidente depuesto tras la movilización) y el riesgo es que se conviertan de nuevo en instrumentos de propaganda para el actual jefe de Estado, Ahmed Gaid Salah. «Este es la fuente del problema», concluyó. El Hirak ha hecho que los jóvenes argelinos vuelvan a creer en ellos, aparquen el sueño europeo y aspiren a cumplido en su propio país. Ahora mismo el futuro del país es como una moneda. Cara o Cruz. Transición o represión popular.  

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