España y Marruecos: "Vivir juntos"
Primer foro hispano-marroquí celebrado en Rabat donde se ha debatido sobre los problemas de la inmigración e integración.
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Marruecos y España han sabido construir una relación rica e intensa en los últimos quince años, no sólo en el campo de la lucha contra la trata de personas o en la cooperación económica—los países vecinos son socios cada vez más importantes— sino también han trabajado en una mejor integración de los migrantes y de sus familias instaladas en España. « Aprender a vivir juntos » ha sido el lema de un inédito foro hispano-marroquí celebrado en Rabat donde se ha resaltado que nos une una vecindad, un patrimonio e historia común y, por tanto, la necesidad de alcanzar una verdadera integración.
Este foro ha creado un espacio conjunto donde actores (representantes de ambas administraciones y sociedad civil) en ambos lados de la orilla han puesto sobre la mesa los conocimientos y las experiencias que suponen un enorme potencial en la inmigración de los países respectivos. « Debemos tener una narrativa positiva porque debemos considerar que la inmigración es una oportunidad para todos los países. Es fundamental promover la diversidad cultural a través del patrimonio común. Promover las bondades de todos y eso se consigue a través de la integración », decían algunos de los participantes en el acto.
España y Marruecos se sitúan en un momento de esplendor y ambos pueblos deben considerar que la inmigración no es un problema sino una oportunidad. Casi un millón de marroquíes residen en España y cada vez son más los españoles que buscan Marruecos como lugar de destino profesional. Según un estudio que fue presentado en las jornadas del Foro hispano-marroquí, los marroquíes suponen actualmente el 15,25% de la población extranjera residente en España y en este sentido ha aumentado el número de niños escolarizados que ha subido de los 138.828 en el curso 2014-2015 a los 174.774 en la promoción siguiente.
La movilidad en ambas direcciones debe ayudar a salir de los estereotipos y de los clichés y en su lugar buscar lo que une a los pueblos vecinos. Las diferencias culturales y religiosas se pueden acotar mediante un trabajo profundo en el ámbito educativo que permitan normalizar las costumbres, los valores, las diferentes prácticas religiosas. Se trata también de alcanzar una verdadera transición de la condición del inmigrante a la de ciudadano y en este punto, España podría servir de verdadero modelo de la diversidad cultural e integración para su propia historia. Todavía está a tiempo. Abdelwahed Akmir, experto marroquí en la cuestión migratoria, considera que una de las asignaturas pendientes es precisamente la falta de una real integración en la sociedad, de hecho, los matrimonios mixtos o grupos de amigos mezclados no suelen ser una imagen cotidiana en el paisaje español. Tampoco se ven marroquíes ocupando puestos de responsabilidad y apenas tienen representación política.