Las dos Coreas se reúnen para acabar con la tensión nuclear
Kim Jong-un cruzará a pie el Paralelo 38 para reunirse con el presidente del Sur, Moon Jae-in, en una cumbre histórica
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Después de años de tensión y provocaciones constantes, el dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, se reúne este viernes con el presidente del Sur, Moon Jae-in, en una cumbre que será histórica. Cruzando a pie la frontera cerrada de Panmunjom, que divide a las dos Coreas en pleno Paralelo 38, Kim será recibido por Moon y una guardia de honor antes de sentarse a dialogar en la adyacente Casa de la Paz, reformada para la ocasión. Aunque ya ha habido dos cumbres de dirigentes de ambos países en 2000 y 2007, será la primera vez que un caudillo norcoreano pise el Sur. Protagonizados por el “Querido Líder” Kim Jong-il, padre del actual dictador, los encuentros anteriores tuvieron lugar en Pyongyang, donde recibió a los entonces presidentes de Corea del Sur, Kim Dae-jung y Roh Moo-hyun, respectivamente.
En esta ocasión, Kim Jong-un y Moon Jae-in escenificarán el deshielo de los últimos meses entre las dos Coreas en torno a una mesa ovalada de 2.018 milímetros, que conmemora el año de la reunión y ha sido especialmente diseñada para la cumbre. Algo impensable hace medio año y que ha sido posible gracias a los Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en febrero en el condado surcoreano de PyeongChang, a los acudieron la hermana del dictador y un equipo del Norte.
Heredando aquel espíritu, que llevó a ambas delegaciones a desfilar juntas bajo la bandera de la reunificación, Moon Jae-in intentará convencer al dictador norcoreano para que renuncie a sus armas nucleares. Aunque Kim Jong-un ha anunciado que detendrá sus pruebas atómicas y de misiles y cerrará el silo donde se han llevado a cabo seis ensayos atómicos desde 2006, está por ver que se deshaga de las armas con que se ha blindado en el poder. Para dar ese paso, exige que Estados Unidos, su archienemigo histórico desde la guerra de Corea hace más de seis décadas, la garantice que no intentará un cambio de régimen con el fin de no acabar como Sadam Husein en Irak o Gadafi en Libia. Cambiando totalmente su discurso, Kim Jong-un quiere normalizar sus relaciones con Washington y a finales de mayo o principios de junio se reunirá con Donald Tump, en una fecha y un lugar que todavía no se saben. Dicha cumbre, que será la primera entre dirigentes en activo de ambos países, dependerá en buena medida del encuentro entre Kim Jong-un y Moon Jae-in.
Además de comprometerse con el objetivo de la desnuclearización, ambos tratarán de impulsar la firma de un tratado de paz que ponga fin a la guerra de Corea, que se libró entre 1950 y 1953 y acabó solo con un armisticio. El problema es que dicho armisticio fue acordado por EE.UU. en nombre de Corea del Sur y habrá que esperar a ver lo que Trump le pide a Kim Jong-un a cambio, y lo que este también exige y está dispuesto a otorgar. Para empezar, el régimen estalinista de Pyongyang ya ha dicho que no exigirá la retirada de las tropas estadounidenses acantonadas en Corea del Sur, lo que supone una buena señal porque había sido un escollo insalvable hasta ahora.
A tenor de algunos analistas, Kim Jong-un se ha visto forzado a retomar el diálogo por el impacto de las sanciones de la ONU contra sus ensayos nucleares y de misiles, que están dañando la ya de por sí precaria economía norcoreana. Para otros expertos, ha desarrollado tal capacidad nuclear que puede permitirse el lujo de volver a la mesa de negociaciones con mejores cartas. La respuesta, a partir de mañana, primer día de un nuevo tiempo entre las dos Coreas.