Las misteriosas conexiones del asesinato del diputado británico David Amess
Es un acto terrorista cuyos hilos de investigación llegan a Catar, Somalia y China
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Los servicios secretos del Reino Unido se enfrentan a este crimen como si fuera una primera vez. Los expertos antiterroristas no lo vieron venir y, más desconcertante todavía, el joven de 25 años que apuñaló 17 veces al parlamentario conservador no encaja en los patrones.
La nueva amenaza se llama “terroristas Nike” porque “just do it”. Simplemente, actúan. No se les detecta antes porque son lobos solitarios que se han radicalizado en casa a través de Internet, y han pasado los meses de confinamiento recibiendo doctrina en sus habitaciones sin que nadie pudiera dar la voz de alarma o intuir cambios de conducta. También se denominan “bedroom radicals” (radicales de dormitorio).
Ali Harbi Ali, 25 años, musulmán de nacionalidad británica y descendiente de somalíes, no estaba encuadrado en ninguna categoría de riesgo. Sí pasó en su día por los servicios de Prevención de Terrorismo, pero tenía 17 años y parecía inocuo. Hasta ahora, los que avisaban a la Policía eran normalmente los profesores, líderes religiosos o personal sanitario, si observaban algún indicio en individuos a su cargo. También eso va a cambiar con el asesinato de David Amess: el MI5 ha reconocido que el sismógrafo está averiado y necesita uno nuevo.
A día de hoy, la realidad es que es un misterio el porqué de la muerte de Amess. ¿Fue elegido al azar o por ser católico? ¿Hay más ideólogos detrás del autor? ¿Es consecuencia de los lazos políticos de la víctima o de los contactos internacionales del victimario? No se sabe casi nada.
COMPORTAMIENTO APACIBLE ANTES Y DESPUÉS
El terrorista lo planeó como mucho en una semana. Pidió turno para ver al parlamentario en su circunscripción solamente cuando fue publicado el anuncio en las redes sociales. Y llegó a la cita como todos los demás. Se puso en la fila, esperó su turno, y no sacó el cuchillo ni los nervios hasta el momento de encontrarse cara a cara con el diputado local. Según los testigos presenciales, nada en su aspecto ni en su comportamiento llamó la atención hasta que fue demasiado tarde. Y, una vez cometido el asesinato, se quedó allí a esperar. La policía supo desde el primer momento que no tenía que buscar a nadie más. Actuó solo.
No ha trascendido ni una palabra de lo ocurrido durante los interrogatorios, pero la prensa británica va desvelando las pistas más relevantes que se están investigando: la principal tiene que ver con la acaudalada familia de la que proviene, directamente relacionada con el poder político de Somalia. El padre de Ali Harbi Ali es somalí y trabajó para el gobierno de su país, aunque llevaba al menos tres años viviendo en el Reino Unido. Fue ni más ni menos que director de la oficina de comunicación del primer ministro. Al parecer, Ali se crió sin él, ya que la mayoría del tiempo vivía solamente con su madre y sus tres hermanos pequeños. Pero hay más: uno de sus tíos es el embajador de Somalia en China. Y su tía dirige desde Mogadiscio un think tank de expertos en Seguridad que trabaja para el gobierno somalí. Todos estos lazos, según las filtraciones, son datos que Scotland Yard aún no ha podido colocar en el puzle.
Ali creció en Croydon, al sur de la capital británica, y actualmente vivía en el norte de Londres. Cuentan sus profesores que era un buen chico, muy trabajador, ducho en matemáticas y muy sociable. Ni tenía tendencia al aislamiento ni la familia mostraba aversión alguna hacia los no musulmanes: el mismo Ali llegó a ser miembro del coro de una escuela cristiana. La policía tiene hasta este viernes para seguir interrogándolo y confirmar los cargos que se le imputan.
LA CONEXIÓN CATARÍ
Desde el otro ángulo, una de las líneas de investigación más firmes es la que une al propio Sir David Amess con Catar y, por tanto, indirectamente también con Somalia. Él era el político británico más relacionado con los mandatarios cataríes y, además, el que encabezaba la delegación de parlamentarios que visita periódicamente la zona del Golfo. La última visita a Doha tuvo lugar la semana anterior a su muerte. Lo tuiteó él mismo en @amessd_southend.
El grupo de Catar en Westminster busca fomentar las buenas relaciones entre ambos países y negocia inversiones millonarias, promueve visitas recíprocas y despliega la diplomacia paralela. Sea casualidad o no, Catar respalda al actual primer ministro de Somalia. Enemigo acérrimo del anterior, exiliado en Kenia, que fue en su día el jefe del padre del terrorista. Precisamente, en los últimos años, el país del Golfo ha desempeñado un papel activo en Somalia, y ha mediado en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Kenia. De momento, solo son datos.
La policía insiste en la conexión con el extremismo islámico pero “mantiene la mente abierta”, según The Times, que es el periódico que ha publicado con más detalle (y en portada) la conexión catarí.