El regalo envenenado que Elvis Presley pretendía hacer a Nixon y que dejó a los asesores americanos en shock

Este domingo, 16 de agosto, se cumplen 43 años de la muerte del rey del Rock and Roll

El regalo envenenado que Elvis Presley pretendía hacer a Nixon y que dejó a los asesores americanos en shock

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Este domingo 16 de agosto se cumplen 43 años desde la muerte de Elvis Presley, cuando apenas tenía 42 años de vida. Una existencia corta pero intensa, donde cupo el éxito, el reconocimiento, los excesos y, como no podía ser de otra forma con ese estilo de vida, la decadencia.

Se convirtió en toda una estrella del Rock and Roll, lo que le valió millones de seguidores en todo el mundo, que se llevaron un verdadero disgusto tras su muerte. Muchos de ellos ocuparon los exteriores de su mansión de Memphis, Graceland.

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Sus temas musicales, su filosofía, su afición a las drogas son sobradamente conocidos por todos. Pero quizás otras anécdotas han pasado más desapercibidas para el gran público. Por ejemplo, la que relatamos a continuación, cuando una mañana de diciembre de 1970, acudió por sorpresa a la Casa Blanca con la intención de mantener un encuentro con el presidente de EEUU, Richard Nixon.

Aquella mañana de invierno, el rey del rock dejó una nota al equipo de seguridad del palacio presidencial, para solicitar dicha reunión con Nixon. En un primer momento, no se sabía a ciencia cierta que la solicitud de Elvis fuese creíble, por lo que el funcionario gubernamental de la Casa Blanca, Bud Krogh, contactó con dos de los acompañantes del artista para confirmar sus intenciones.

¿Por qué se produjo el encuentro entre Nixon y Elvis Presley?

Pese a que ambos llevaban carreras exitosas, uno en el campo de la música y otro en la política, ninguno de los pasaba por su mejor momento. Richard Nixon solo recibía críticas por la gestión de su gabinete ante la guerra de Vietnam. Por su parte Elvis Presley veía como su estrella se apagaba, víctima de las nuevas modas como el hipismo o el pacifismo de la década de los setenta.

Pero realmente, el motivo de peso por el que Elvis Presley quería reunirse con Nixon era la pasión que el cantante tenía hacia las armas y al mundo policial. De hecho, almacenaba una nada desdeñable colección de armas e insignias policiales en sus viviendas. Pero Elvis quería hacerse con una insignia de gran valor, que le permitiría ser un agente encubierto de la Oficina Antinarcóticos para combatir las drogas que, según él, estaban acabando con los Estados Unidos.

Algo que pocos años después sonaría cuanto menos ridículo, teniendo en cuenta que el propio Elvis Presley cayó en las drogas, siendo el causante de su fallecimiento.

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Nixon por otro lado también consideraba que las drogas era uno de los graves problemas que padecía la juventud estadounidense del momento, por lo que aprobaron desde su gabinete un paquete de medidas para evitarlo.

Por ello, los asesores del presidente americano vieron con buenos ojos que Elvis Presley, una figura conocida y cercana a la juventud, sirviera de imagen para concienciar a este colectivo sobre los peligros de las adicciones.

El regalo de Nixon a Elvis Presley que le hizo muy feliz

Por tanto, la reunión fue aprobada finalmente. Como prueba de la afición de Elvis a las armas, trató de regalar al presidente una pistola automática Colt 45, con balas incluidas, pero los funcionarios gubernamentales lo impidieron.

Ya en el despacho de Nixon, ambos líderes se compenetraron bien. Tras varios temas de conversación, Elvis Presley le pidió al presidente la insignia de la Oficina Antinarcóticos.

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Nixon, un tanto sorprendido por la petición, le preguntó a su asesor Bud Krogh si le podían dar una. "Señor presidente si usted quiere le podemos conseguir una", dijo el asistente. "Quiero que tenga una", fue la respuesta de Nixon.

Elvis quedó tan sobrecogido por la insignia que rompió el protocolo y le dio un abrazo al presidente. De hecho, la tuvo consigno el resto de su vida y ahora está expuesta con todos sus trofeos en su mansión Graceland, que está convertida en un museo.