El Reino Unido, dividido por las campanadas del brexit

Hacer sonar el Big Ben ese día costaría más de 500.000 euros

Big Ben. Archivo

Paloma García Ovejero

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La idea partió de un grupo de diputados partidarios del brexit: las campanadas del simbólico reloj deberían sonar a las 23 horas del 31 de enero (es decir, a medianoche en Bruselas) para celebrar la salida oficial de la Unión Europea.

Pero la torre del Big Ben está en obras desde agosto de 2017 y el mecanismo de las campanas desmontado. Solo se activa uno de sustitución para Año Nuevo y las ocasiones especiales previamente programadas y -sobre todo- recogidas en los presupuestos oficiales del proyecto.

Preguntados los ciudadanos, por ahora gana el no: un 49% se opone y un 37% lo defiende

Aun así, para algunos británicos se ha convertido en una cuestión de honor. En el partido conservador hay quien califica de “inconcebible” que el Reino Unido no lance ese sonido al mundo en semejante fecha histórica. Lo que ocurre es que -sumando la instalación del sistema y los retrasos que provocaría en los trabajos de restauración- la cifra alcanza el medio millón de libras esterlinas (unos 585.000 euros).

Por eso, Boris Johnson tiene un plan: suscripción popular para financiar los gongs. De momento, ha lanzado el globo sonda durante una entrevista en la BBC, durante la cual ha llegado a proponer el eslogan “Bung a bob” -algo así como “un chelín por campanada”-. La frase completa en inglés es todo un hallazgo sonoro: bung a bob for a big ben brexit bong.

El speaker de la Cámara de los Comunes, Lindsay Hoyle, no es tan entusiasta. La semana pasada ya evitó que el coste de la ocurrencia fuera asumido por los contribuyentes al impedir que se debatiera una enmienda parlamentaria que pretendía incluirla en la Ley del Brexit. Pero ahora, por si acaso, ha recordado que "estamos hablando de 50.000 libras por campanada, y hay que tener en cuenta que las únicas personas que lo escucharán serán las que viven cerca o estén visitando Westminster en ese momento".

Preguntados los ciudadanos, por ahora gana el no: un 49% se opone y un 37% lo defiende.

Evidentemente, no es solo la cuestión económica. La mitad del país no quiere celebrar nada.