Cuando la vida pende de un hilo
Así es el día a día de los haitianos en República Dominicana
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Reportaje de Patricia Rosety sobre la complicada situación de los haitianos en República Dominicana
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Cuando hablamos de Haití suele ser por desastres naturales, pobreza o violencia. Es el país más pobre de América Latina y el Caribe, un país sin gobierno metido en caos e inseguridad. Las guerrillas campan a sus anchas. Hay hambre, miedo y poco futuro. La salida más cercana para los haitianos es República Dominicana, país con el que comparten isla. Pero no es una salida fácil.
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Una camiona en República Dominicana donde se llevan detenidos a los haitíes sin pasaporte.
Salen, prácticamente, sin papeles, directos a los campos de la caña de azúcar de grandes multinacionales. Un trabajo duro, de sol a sol, de lunes a domingo y por un módico salario. Una situación de esclavitud. La mayoría indocumentados y así seguirán los haitianos el resto de su vida. El Tribunal Constitucional revocó en 2013 la ciudadanía por derecho de nacimiento para los hijos de extranjeros, y con carácter retroactivo, explica a COPE el dominico asturiano Miguel Ángel Gullón, con quien estuve de voluntariado en varias ocasiones en El Seybo, la última hace unas semanas. Son apátridas, y al no tener papeles tampoco los tendrán sus hijos nacidos en Dominicana, que podrán estudiar hasta los 14 años para terminar trabajando en los cañaverales. Viven en los bateyes, poblados sin luz eléctrica y sin agua potable. Y puede que toda la familia duerma en el mismo colchón.
Sin papeles corren el riesgo de ser deportados en cualquier momento. Casi es habitual ver a la camiona en los últimos tiempos por carreteras y pueblos en busca de haitianos. Es una camioneta con barrotes en la que se hacinan, mezclados y revueltos, hombres, mujeres, embarazas incluidas, ancianos y menores. Hasta sus necesidades tienen que hacer ahí dentro porque sólo paran para detener haitianos o dominicanos hijos de haitianos. Y si te la encuentras y te paras intentan echarte como sea y que no se grabe nada. Pero si ven que el coche tiene matrícula de la Iglesia la cosa cambia. En los últimos meses Migración practicó detenciones de madrugada, algo prohibido por ley, nos cuenta el misionero dominico.
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Patricia Rosety con el misionero Miguel Ángel Gullón e Hipólito.
Los agentes entraron en las viviendas, se llevaron teléfonos móviles y dinero y detuvieron a muchas personas, incluidas las que tenían papeles en regla. COPE pudo hablar con alguno de los afectados. Uno de ellos es Hipólito, un joven de 30 años, detenido y llevado a la camiona. No le quitaron el móvil, no se dieron cuenta, y gracias a él pudieron saber por dónde iba. Los agentes le pidieron dinero, al igual que a otros, para dejarlo libre. Una mordida de 20.000 pesos, más de 300 euros. Y en el mejor de los casos ganan 200. Llamó a familiares y amigos para conseguir la cantidad. Fue a una cuenta de los agentes, todo lo hacen a través del teléfono, nos cuenta Hipólito.
En la camiona también iban menores, como Wilson, que tiene 17 años. Su hermana Francisca, de 16, relata lo terrible de aquella noche. Los guardias les golpearon, casi les pisaron la cabeza. Les advirtieron de que eran menores, que las leyes les protegen. Son cinco hermanos, hijos de haitiana, nacidos en República Dominicana. Pero fue igual, se llevaron a Wilson. Gracias al móvil de Hipólito supieron donde estaba. Y el Padre Gullón, con ayuda del Obispo de Higüey, Monseñor Jesús Castro Marte, consiguió que lo dejasen en libertad, al igual que al resto de menores y a las mujeres embarazadas, que también fueron golpeadas y no perdieron al niño de milagro. Hubo momentos de tensión, pero lo consiguieron. La Iglesia siempre está al lado de quien lo necesita.
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Patricia Rosety con Francia.
A Francia, de 19 años, no la detuvieron pero en el forcejeo con los agentes resultó herida. Seis puntos en la barbilla. Le robaron su cartera, en la que tenía el dinero y su carta de trabajo. Casualmente, había cobrado ese día.
Tienen pánico de que vuelva a pasar. Algunos no se atreven a dormir en su casa. Sufren las consecuencias de esos días. Han necesitado medicación para la ansiedad. Nacidos en República Dominicana se preguntan qué van a hacer en Haití si los deportan, no tienen a nadie ni conocen a nadie.
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Una de las casas en los bateyes
“Tenemos que luchar para ayudar a los que más sufren”, insiste Miguel Ángel Gullón. Y entre los que sufren este misionero asturiano coloca el micrófono de Radio Seybo, la radio de los dominicos en República Dominicana, radio que dirige. No está en contra de la política migratoria, pero pide que se haga con dignidad. Lo mismo pide ante los micrófonos de COPE Monseñor Jesús Castro. Nos dice que no se puede entrar de madrugada y agredir a nadie.
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Patricia Rosety con el misionero Miguel Ángel Gullón.
Hablamos de leyes, de derechos, y nos preguntamos ¿qué leyes, qué derechos? En un mundo que va muy deprisa, la vida de los haitianos pende de un hilo, pero… ¿importan a alguien?