Cuba: Nuevo presidente, misma isla

Unos adolescentes no quieren hablar delante de un micrófono. Pero cuando se les pregunta qué necesita la juventud de Cuba lo resumen con una palabra: viajar.

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Cuba: Nuevo presidente, misma isla

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La sesión solemne en la que Raúl Castro dejaba paso como jefe de Estado y Gobierno a Miguel Díaz Canel, que hoy cumple 58 años, tenía lugar en el Palacio de Convenciones. Lectura del resultado de las votaciones; discurso; aplausos; otro discurso más largo del hasta ahora gobernante; un saludo al presidente de la asamblea; más aplausos.

No hubo despedidas gloriosas ni grandilocuentes por parte del hombre que tomó el testigo a hermano Fidel Castro en 2006 e inició una serie de reformas -lentas y escasas para algunos- pero que hubieran sido un sueño décadas atrás. “Bueno, acabé”, dijo Castro tras hora y media de retórica en la que enumeró no solo los logros sino los errores a enmendar de su gestión y los objetivos pendientes, como la reforma constitucional que espera se empiece a trabaja este verano.

El hombre que seguirá liderando los destinos de los cubanos desde el partido único, el Partido Comunista de Cuba (PCC) y quien, en palabras de su sucesor y discípulo, “encabezará las decisiones de mayor transcendencia para el presente y el futuro de la nación”, dijo que Díaz-Canel sería reelegido dentro de cinco años y que le relevaría al frente del PCC cuando él se vaya en 2021 para ser “un soldado más junto al pueblo defendiendo esta Revolución”.

Mientras, en las calles de la Habana vieja a las que no llegan los turistas, eran pocos los que habían estado pendientes de la televisión. “Llevo desde las siete de la mañana aquí”, decía a modo de justificación un joven que vende frutas y pipas en un desvencijado carrito situado en una esquina de la calle Inquisidores. Se pasa ahí once o doce horas al día. “Pero tampoco me interesa tanto. Yo de política…” no acaba la frase. El joven cuenta que el negocio “va”, simplemente eso, ni mal, ni bien, “va”.

No se ha enterado de que Raul Castro, en su primer discurso como expresidente, habló de los cuentapropistas. Castro aseguró que la apuesta era no renunciar a ese tipo de iniciativa privada pero que las reformas durante la última década se habían hecho con “prisas” y eso había ocasionado “serios errores” en el proceso de modernización de la economía socialista. Se había pecado de “improvisación” y de “ingenuidad”, aseguró “el compañero general de ejército” -en palabras del presidente- que ya hace planes para cuando se jubile. Díaz-Canel insistió en que hay que mejorar el modelo económico y social de la Revolución. El joven que vende plátanos y pipas no se ha enterado de nada de esto. Lo contarán en el noticiero, dice sonriente mientras atiende a un cliente.

Raúl Castro también habló de no desatender a los más desfavorecidos y bromeó con lo mucho que cuesta en Cuba encontrar en un regalo de cumpleaños. De eso si sabe el joven que vende fruta y pipas. Alrededor de su carrito, hay casas en obra y andamios aunque las tiendas de souvenirs no quedan lejos; hay bodegas, no paladares. Es otra cara de La Habana vieja, cero pintura en las paredes.

Al ser preguntados por el cambio de presidente, los vecinos de varias casas cercanas se arremolinan con diferentes de opiniones, la mayoría no quiere dar el nombre.

Va a haber muchos cambios porque estamos dándole paso a la juventud - dice el joven Johvani. Díaz-Canel es el hombre más preparado que hay.

- ¿Cuál es el cambio? Va a digirir con el espíritu de Raúl Castro - contesta su vecino.

- Hay que esperar - insiste Johvani

- Aquí no va a haber cambios ni va a haber nada, venga el que venga y todo va a seguir igual.

Una anciana enjuta y risueña, Imilse, interrumpe al segundo hombre para informarle la comida que compró a buen precio. Y se queda escuchando.

- Lo que hace falta es que haya un cambio de presidente y que tú veas la mejoría - agrega el hombre

- Hay que esperar, hay que esperar, vuelve a reiterar Yohvani.

- Llevamos 50 años de Revolución, ¿cuánto más vamos a esperar?

- A lo mejor los otros no hicieron, pero este hace... - interrumpe la anciana. Uno no puede perder a esperanza.

Los discursos de los políticos, sin embargo, más que de esperanza hablaron de trabajar mano a mano la generación histórica y la que nació después de la Revolución, de no doblegarse ante el capitalismo, de aprender de los fallos cometidos. De reformas políticas nada, salvo aclarar que la división de poderes entre la jefatura de Estado y el Partido que esta semana se inauguró no se mantendrá. En 2021, cuando Castro se retire del todo, Díaz-Canel asumirá ambos puestos.

“Aquí no hay espacio para una transición que desconozca o destruya el legado de tantos años de lucha”, afirmó el nuevo líder en su primer discurso a los cubanos y después de elogiar la “obra colosal” y “fundamental” desempeñada por mentor. Tampoco faltaron los recuerdos a Fidel.

En un estacionamiento cercano, unos adolescentes se besan subidos en un bicitaxi. No quieren hablar delante de un micrófono. Pero cuando se les pregunta qué necesita la juventud de Cuba lo resumen con una palabra: viajar. Los permisos para salir del país ya no son lo que antaño y se pueden gestionar de manera mucho más sencilla pero ellos insisten. “Queremos viajar como tú, que no das explicaciones a nadie”.

Y unas calles más allá, los dueños de una casa particular que alquila habitaciones reposan en sus mecedoras. Tampoco vieron los discursos, pero les da lo mismo. “No importa quien sea, sino que el país avance. “Aquí no hay problemas políticos, hay necesidades y problemas económicos y todo por los americanos, por el bloqueo”.

Una señora que vende periódicos reposa en un escalón con los últimos Granma del jueves que le quedan sin vender. Al preguntarle sobre el cambio de presidente, se encoge de hombros. Solo sabe que el viernes va a ser bueno para ella porque los cubanos son gente que se quiere informar de lo que dicen sus políticos.

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