La guerra de los cinco días en Georgia de 2008: el conflicto con el que Rusia puso a la OTAN líneas rojas

La rápida reacción del Kremlin demostró algo muy importante en el panorama internacional: Moscú se había sentido atacado y estaba dispuesto a defender lo que consideraba suyo

La guerra de los cinco días en Georgia de 2008

Javi García

Publicado el - Actualizado

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La tensión que en estas últimas semanas se está viviendo en la frontera entre Rusia y Ucrania vuelve a poner en el punto de mira de la crónica internacional la tensión entre Moscú y la OTAN que se ha podido ver en otros momentos de nuestra historia reciente.

En muchos análisis que se pueden leer estos días en la prensa, los expertos se atreven a comparar una posible intervención Rusia en Ucrania con otro conflicto que sucedió no hace mucho tiempo: la 'guerra de los cinco días' en Georgia, conflictos que para muchos fue el despertador de Rusia y el momento en el que Putin empezó a poner líneas rojas a la OTAN en su zona de influencia.

En la madrugada del 7 y el 8 de agosto de 2008, el presidente de Georgia, Mijaíl Saakashvili, lanzó al ejército para recuperar la provincia de Osetia del Sur, de carácter independiente desde una guerra en los primeros años noventa.

Rusia, que tenía apadrinada a esta región, envió los tanques para intentar reducir la ofensiva. El conflicto solo duró cinco días, tiempo suficiente para que Moscú expulsara a Georgia de Osetia. La rápida intervención de Europa, capitaneada por Nicolas Sarkozy, evitó que el conflicto fuese a más.

La rápida reacción del Kremlin demostró algo muy importante en el panorama internacional: Moscú se había sentido atacado y estaba dispuesto a defender lo que consideraba suyo. Por primera vez, desde el fin de la Unión Soviética, el Gobierno ruso demostró que había ciertas líneas rojas que no podían ser asaltadas por otros agentes internacionales, sobre todo si la OTAN estaba pensando en anexionar otros territorios, algo parecido a lo que está sucediendo en la actualidad con Ucrania.

Los primeros síntomas guerracivilistas en el Cáucaso comenzaron a hacerse de notar en la noche del 7 de agosto. Georgia buscaba imponerse en Osetia del Sur con su ofensiva su la capital, Tsjinvali. Los primeros ataques generaron cierto desconcierto en Moscú, sobre todo porque Putin no estaba al mando, ya que estaba en Pekín en la inauguración de los Juegos Olímpicos. Pero, su presidente Dimitri Medvédev reaccionó rápidamente y la contundencia rusa hizo que el conflicto acabase rápidamente.

Como ocurre estos días con Ucrania, la posible integración de Georgia en la OTAN marcó la hoja de ruta del conflicto de agosto del año 2008. La versión que se defiende en Moscú es que este tipo de choques motivados por occidente forman parte de un 'ilusorio entusiasmo' que escapa totalmente de la realidad. Dicho ingreso, volvió a generar cierta tensión entre Rusia y la OTAN en la Cumbre de la Alianza en Budapest. Desde aquel momento, se ha reiterado que Moscú siempre está alerta para impedir posibles asaltos a esa línea roja. Y a la vista está, atendiendo a Ucrania, que ese nivel de alerta no se ha rebajado por parte de Rusia.

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