La quietud de un país con sus tiendas cerradas

La consigna es clara: Permanecer en casa

La quietud de un país con sus tiendas cerradas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hoy ningún italiano ha podido tomar un café en su bar habitual, ni disfrutar de un helado o tomar una copa con amigos. Y así será durante las próximas dos semanas. La consigna es clara: permanecer en casa.

Una quietud poca habitual y extraña se respira en grandes ciudades italianas como Roma, cuya actividad se ha reducido al mínimo en esta primera jornada en la que el Gobierno ha decretado el cierre total de comercios y negocios no esenciales. Medidas extremas pero necesarias para poder contener la epidemia de coronavirus.

No resulta fácil ver vacías las habitualmente abarrotadas calles del centro histórico de Roma. Los únicos que se atreven a salir son quienes se acercan a algún establecimiento para realizar alguna compra, casi siempre solos y manteniendo las debidas distancias de seguridad a la entrada de los supermercados.

Cafés, bares, pub, restaurantes, heladerías, pastelerías, peluquerías, centros de belleza, tiendas de ropa, joyerías. Todas las tiendas han amanecido cerradas con carteles en los que se piden disculpas por la clausura. Algún vecino del céntrico barrio romano del Borgo se ha dedicado a poner mensajes en los parabrisas de los coches con palabras de aliento para los vecinos: “Lo conseguiremos”.

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El primer ministro Giuseppe Conte pidió anoche al país un "nuevo esfuerzo" después de días de limitaciones de movimiento y cierre de espacios públicos.

Los únicos establecimientos que permanecen abiertos son las farmacias, parafarmacias, quioscos, estancos, los bancos y las empresas que ofrecen bienes y servicios. Eso sí, siempre que puedan seguir garantizando las medidas de seguridad entre sus empleados.

El Gobierno ha pedido a las empresas que apuesten en la medida posible por el teletrabajo, que incentiven las bajas y los días de libranza retribuida de los empleados y se desinfecten sus instalaciones.

Esta mañana en Roma en la Plaza del Resurgimiento varios policías hacían controles aleatorios a quienes atravesaban esta plaza que une San Pedro con el barrio de Pratti. Preguntaban el motivo del desplazamiento y entregaban un certificado para firmar a quien no lo llevaba encima, en el que se declara y especifica los motivos del traslado.

Y es que el decreto del Gobierno italiano limita drásticamente los desplazamientos , por lo que los ciudadanos deben mostrar una "autocertificación" especificando que están trabajando, acudiendo al médico, comprando alimentos o regresando a sus domicilios.

No hay una prohibición explícita para salir de casa, hacer deporte o pasear, pero sí queda muy claro que solo se puede salir por los motivos ya especificados de trabajo, salud o necesidad imperiosa. Esto significa que no está permitido estar en la calle sin un motivo de peso.

Sorprende también las filas que se forman a la entrada de los supermercados, dejando entre cada uno de los clientes unos dos metros de distancia. Solo se puede entrar de uno en uno.

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En las calles desiertas de Roma también han desaparecido los guías turísticos en busca de clientes a quienes mostrar la ciudad. Los vendedores callejeros de souvenirs y quienes habitualmente se ganan la vida con la venta ambulante también han desaparecido de la ciudad.

Lo único que no se ha parado es el transporte público, aunque también se ha reducido a servicios mínimos.

A este cierre de establecimientos comerciales hay que sumar el resto de espacios ya clausurados en los últimos días como cines, teatros, museos, iglesias, escuelas o universidades.

Queda ya muy poco que cerrar en Italia. Y todos por aquí se lo están tomando con gran responsabilidad. Italia entera es una y ha hecho suya la petición del primer ministro del país: “ALEJEMONOS HOY UNOS DE OTROS PARA ABRAZARNOS MÁS FUERTE MAÑANA”.

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